Coral de Fuego

Capítulo XLI

NAT

 Desperté en mi cuarto con unos brazos ya muy conocidos a mi alrededor. Alec seguía profundamente dormido. No quería despertarlo, así que intenté quitar su brazo de mi cintura, pero eso solo provocó me acercara más a él. Lo volví a intentar. Esta vez logré sentarme y justo antes de pararme, una mano tomó de la mía y me regresó a la cama. Alec estaba medio despierto riéndose de mi intento fallido de levantarme.

—¡Alec!

—Buenos días, preciosa—me dijo depositando un beso en la parte de atrás de mi cuello—¿cómo estás?

—Mejor creo. 

—Me alegra escucharlo.

Me acomodé para mirarlo a los ojos. Sus ojos estaban de un color verde muy oscuro con más dorado de lo normal, muestra de que restos de mi energía seguían dentro de él. Me gustaba verlo así, me gustaba ver ese dorado y saber que yo era la causante de él.

—¿Qué pasa? —me preguntó curioso al ver que me había distraído.

—Tus ojos—pongo una de mis manos sobre su mejilla sonriéndole con la mirada—tienen pigmentos dorados. 

Su mano se coloca sobre la mía. 

—Si, eso suele pasar— su mirada se vuelve a encontrar con la mía— tu talento sigue en mí.

—Lo sé—le contenté con suficiencia— ¿y ahora qué? —le pregunté cambiando ligeramente de tema— no nos podemos quedar aquí ¿o sí?

Ayer habíamos escapado a duras penas de los cazadores, ellos estaban ahí buscando presas, nos habían encontrado. No podíamos ser tan estúpidos como para quedarnos más tiempo ahí. 

—No—me contestó cortante sentándose y recargándose en la cabecera—salimos hoy a medio día. La casa de Val es la que consideramos mejor opción. 

—¿En Grecia no es cierto?

—Si— otra vez cortante, se había alejado— empieza a empacar, nos vemos abajo para desayunar.

Se levanta de mi cama, se pone su camisa y sale de mi habitación. Minutos después entran por mi armario mis dos mejores amigas.

***

—Okey, ¡vamos escupe la sopa! —me acusa Val saltando en mi cama ocupando el lugar en el que hacía unos minutos Alec había estado. 

—Pues nada. No se si recuerdan, pero estuve inconsciente la mayor parte de la noche. 

—Es broma ¿verdad? —dice Val con un nuevo nivel de seriedad en su voz. 

—Lamento decepcionarte querida, pero no.

—Agh, ¡qué desperdicio! 

A veces realmente no sé que es lo que piensan mis amigas. ¿A caso no deberían de estar más preocupadas por anoche?

—¿Me dicen que hoy a medio día salimos para tu casa? —pregunto para intentar conseguir más información aparte de la poca que Alec me dio.

—¡Si! Anoche nos preguntaron por nuestras casas de seguridad y la mía no esta ni tan lejos ni tan cerca. A Will le pareció buena opción. 

—Mira que bien. 

—También, ya empieza el verano y adivina quienes están por pasarlo en Grecia, ¡nosotras! 

El resto de la mañana terminamos de empacar unas cuantas cosas, y Val prometió prestarnos todo lo que nos hiciera falta. A diferencia de mi, ella si había sido quien equipara su armario, y por ello sabía todo lo que tenía en casa. 

Para medio día, ya todos estábamos subiéndonos a los Mercedes negros para ir de regreso al aeropuerto y tomar el vuelo hacia las islas Cicladas en Grecia. Estaba claro no llegaríamos directo, al parecer nos encontraríamos con un bote de la familia de Val en el muelle. 

—Bueno chicos, bienvenidos a Grecia—nos dice Val alegremente. 

Bajamos del avión y vamos a recoger nuestras maletas. 

—¿Dónde dijiste encontraríamos el bote? —le pregunta Will. 

—No te preocupes, solo síganme—nos asegura Val—me es imposible perderme aquí. 

Seguimos a mi amiga hacia la calle; caminamos a uno de los muelles y efectivamente, no tardó ni dos segundos en encontrar una pequeña lancha deportiva. Max la sigue sin pensarlo, y Alec y Will nos a ayudan a Isa y a mi a entrar y a subir las maletas. 

¿Quién hubiera dicho que este año no solo entraría a Coral de Fuego y volvería a ver a mis hermanos, pero haría dos amistades, encontraría a un novio y viajaría con todos ellos a dos lugares hermosos escapando de cazadores? Mi vida realmente era un desastre. Pero un desastre increíble. 

El barco arrancó y para evitar caerme, me acerque a Alec quien estaba cómodamente recargado en una de las paredes del fondo del barco. Este, me coloco entre sus piernas y me abrazó por la espalda. No me sorprendió ver en una posición parecida a Max y Val detrás del timón. Mas Isa y Will estaban cómodamente platicando en una pequeña salita que había en el barco. 

Nos alejamos de la costa y empezamos a pasar entre pequeñas islas que contenían mansiones, casas y todo tipo de construcciones en ellas. Islas que sin duda eran privadas. 

A lo lejos, empezamos a ver una casa completamente blanca con cascadas de agua en casi toda la fachada. Alberca que conectaba con el mar y cabañas sobre el mar. No podía ser esa ¿o sí? Nos acercamos y Val embarcó en el muelle que pertenecía a esa isla.

—Bueno chicos, hemos llegado—nos dijo Val invitándonos a bajar del bote. 

—¿Esta es tu casa? —pregunto Isa— es hermosa Val. 

—Gracias— contestó la pelinegra.

Bajamos de bote y empezamos a caminar por el muelle camino a la casa. 

—Mi familia no es tan numerosa como las vuestras—empezó la misma— o por lo menos las suyas—corrigió señalándonos a Isa, a mis hermanos y a mi— no se como sea la tuya —le dijo a Alec— pero bueno, el punto es: la casa tiene cuatro habitaciones solamente, si cada uno quiere su habitación, tenemos las cabañas de aquí que están perfectamente equipadas— nos hizo saber—, pero ya los dejaré a ustedes decidir. 

—¿Y se puede saber como habías pensado las habitaciones tu Val? —preguntó curioso Max. Val se sonrojó. 

—Pues había pensado todos quedarnos en la casa, Isa y Will cada uno en una, Alec y Nat juntos y tu conmigo— contestó mi amiga, haciendo que yo también me sonrojara. 




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