Corazón Abismal: Fuego bajo el agua

Prólogo cuándo el mar calla, algo se unde

El agua estaba tranquila.

Tan serena… que daba miedo.

Thalassa flotaba bajo la superficie, con los ojos cerrados y el corazón latiendo como si aún no pudiera adaptarse al silencio. Después de todo lo que había pasado, después de las batallas, los cantos y la sangre… el silencio era lo más difícil de soportar.

No había gritos.
No había órdenes.
No había ella… y tampoco él.

Porque Lyrian no estaba esa noche.
Y aunque su cuerpo le agradecía la calma, su alma sentía el peso de su ausencia.

Desde que comenzaron a liderar el refugio, sus interacciones eran medidas.
Cortas.
Tensas.
Y cada vez más imposibles de ignorar.

Pero Thalassa se conocía demasiado bien.
Sabía que abrir la puerta al deseo era abrir también la puerta al dolor.

Y sin embargo… lo soñaba.

Cada noche, su mente creaba la imagen de sus manos en su piel, de su voz ronca susurrándole algo que no recordaba al despertar.
Cada día, intentaba evitarlo.
Y cada vez que él entraba a la misma habitación, algo dentro de ella gritaba.

No por miedo.
Por necesidad.

---

Lyrian no dormía.
Tampoco soñaba.

Se sentaba en lo alto del acantilado, con la mirada fija en el mar oscuro y las manos enterradas en la tierra húmeda. Le gustaba ese rincón. No había voces. No había promesas. Solo la marea rompiendo contra la piedra… como él rompía por dentro.

Thalassa era una herida abierta.
Una contradicción hermosa.

Furia disfrazada de calma.
Y calor envuelto en escamas.

No podía acercarse más de lo necesario, porque sabía que si lo hacía… no se detendría.

No sabía amar sin destruir.
Y ella no merecía otra ruina.

Pero su alma… ya la había elegido.

Aunque no lo dijera.
Aunque no lo aceptara.

Aunque lo negara con cada palabra filosa que cruzaban entre sí.

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Ese mismo mar, que un día protegió a Neriah y Daryan, ahora guardaba algo más.

En el fondo, muy en el fondo, una grieta se había abierto.
Una antigua prisión se había agrietado.
Y una criatura olvidada comenzó a respirar.

No tenía nombre.
Solo hambre.
Y la memoria de una traición grabada en su esencia.

Sabía que el equilibrio se había roto.
Sabía que algo nuevo estaba naciendo en la superficie.

Y no pensaba permitirlo.

---

Esa noche, cuando la brisa helada rozó la piel de ambos desde distintos puntos del refugio, algo los hizo volverse al mismo tiempo.

Thalassa, aún bajo el agua.
Lyrian, aún en la roca.

Y sus miradas se cruzaron en la distancia.

Y aunque no se dijeron nada…
ambos supieron que algo había cambiado.




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