Corazón Abismal: Fuego bajo el agua

CAPÍTULO 1 – El filo entre el agua y la sangre

Thalassa – Presente

La superficie del mar se veía tranquila.
Pero ella sabía que la calma solo ocultaba lo que el fondo no quería mostrar.

Thalassa emergió con lentitud.
El agua resbaló por su espalda, escurriéndose por las curvas de un cuerpo forjado en guerra.
Había pasado los últimos cuarenta minutos bajo el agua, cantando con los labios cerrados, sin emitir un solo sonido.
Ese era su castigo personal.
Y su entrenamiento.

Porque el canto de una sirena podía sanar o destruir.
Y ella...
había usado el suyo para destruir más de una vez.

—Otra ronda —dijo, saliendo de la laguna secreta donde entrenaba sola cada madrugada.

No necesitaba testigos.
Ni aprobación.
Solo silencio.

O eso creía.

—¿Siempre castigas al agua por tus insomnios?

La voz vino desde las sombras.

Fría.
Firme.
Irritante.

Lyrian.

Estaba apoyado contra una roca, los brazos cruzados, observándola con la impasibilidad de quien lleva siglos acostumbrado a ocultar lo que siente.

Thalassa lo miró de reojo.

—¿Siempre espías a las mujeres que no puedes controlar?

—Solo a las que no me temen.

—Entonces no deberías mirar a nadie.

Él sonrió.
De lado.
Arrogante.

Y eso la hizo apretar los dientes.

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Lyrian – Pensando

Ella lo desquiciaba.
Desde que la vio en la guerra, cubierta de sangre y canto, supo que era un problema que no quería resolver.

Y sin embargo, ahí estaba.

Cada amanecer, cada misión, cada silencio.

Con su cabello largo y oscuro trenzado en hilos de coral.
Con su mirada que no evitaba nada.
Con su voz que, aunque guardada, parecía taladrarle el pecho.

Pero esa mañana era distinta.

La sintió agitada.
Más vulnerable.
Como si algo debajo de su piel vibrara demasiado cerca de la suya.

—No viniste al entrenamiento con los híbridos —dijo él, sin cambiar el tono.

—No necesitaba hacerlo —respondió ella—. Los escuché desde el agua. Están torpes.

—Tal vez solo les hace falta una voz que no los castre con desprecio.

—O tal vez les hace falta no tener un vampiro al mando.

El silencio cayó entre ellos.

Pesado.
Casi erótico.

Y Thalassa fue la primera en romperlo, girando sobre sus talones y caminando hacia el bosque.

—No huyas cuando yo no he terminado —murmuró Lyrian.

—No huyo.
—Solo me alejo para no hacer lo que aún no me permito.

Él frunció el ceño.

—¿Y qué sería eso?

Ella se detuvo.
Se giró.
Y lo miró directo.

—Tocarte.

Y luego desapareció entre los árboles.

---

Mientras tanto – Bajo el mar

En una grieta olvidada por la historia, una corriente se desvió.
El agua vibró.
Y una figura abrió los ojos.

Negros.
Antiguos.

La sangre de ambos fluye en la superficie…
Y el equilibrio debe morir para que el abismo respire otra vez.

La criatura sonrió.
Y comenzó a ascender.




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