Thalassa – Presente
Esa mañana, el mar se sintió… diferente.
No violento.
No calmo.
Sino expectante.
Como si supiera que alguien lo observaba desde adentro.
Y lo hacía.
Thalassa se sumergió más profundo que nunca, buscando respuestas entre las grietas del lecho marino.
Las algas parecían susurrar cosas que no entendía.
Y el agua, antes su aliada, ahora le temblaba entre los dedos.
—¿Qué ocultas? —murmuró al océano.
Pero el mar no respondió.
Solo liberó un destello.
Una imagen fugaz.
Un rostro que no reconocía.
Ojos dorados.
Y una voz grave:
“La sangre canta. La sangre llama.”
Thalassa emergió con un jadeo, el pecho agitado.
No sabía si era una advertencia…
o una promesa.
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Lyrian – Mientras tanto
El entrenamiento fue inútil.
Su cuerpo estaba allí, corrigiendo posturas, dando órdenes, conteniendo energía.
Pero su mente… no.
Su mente estaba con ella.
En cómo había respirado la noche anterior.
En cómo casi lo besó.
En cómo temblaba su voz cuando no sabía qué decir.
Ella lo estaba carcomiendo.
Poco a poco.
Y lo peor… es que no quería detenerlo.
—¿Estás bien? —preguntó uno de los híbridos, al verlo fallar un movimiento simple.
Lyrian no respondió.
Solo cerró los ojos y pensó:
“No. No estoy bien.
Estoy al borde.
Y ella…
es el maldito precipicio.”
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Thalassa – Más tarde
Cuando regresó del mar, Lyrian la esperaba en el acantilado.
No dijo nada.
Solo la miró.
Empapada.
Desnuda de hombros hacia arriba, con el cabello pegado a la piel y los ojos encendidos.
Ella pasó junto a él.
Rozó su brazo.
Y lo hizo a propósito.
—¿Soñaste con algo? —preguntó él sin mirarla.
—Sí.
—Con un mundo donde no me sentía sucia por desearte.
La respuesta lo dejó en silencio.
Y a ella… temblando por dentro.
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La grieta – Profundidad
Esa noche, el agua habló.
Una vibración recorrió el refugio.
Nadie la escuchó.
Excepto ellos dos.
Como si una fuerza los empujara al mismo punto, terminaron caminando por los mismos pasillos… hasta encontrarse.
—¿Tú también lo sentiste?
—Sí —respondieron a la vez.
Sus miradas se cruzaron.
Y esta vez, no se dijeron más.
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Mientras tanto – En el abismo
La criatura se acercaba.
Y entre sus dedos…
una hebra de coral sangrante.
“Ella ya está sintiendo.
Él ya está dudando.
Y cuando el deseo los devore…
yo cruzaré la grieta.”