Corazón Abismal: Fuego bajo el agua

CAPÍTULO 13 – Donde las sombras se enfrentan a la luz

Thalassa – Presente

El refugio no era seguro.
Lo sabía.
Pero la sensación de peligro que recorría su piel…
Eso no era algo nuevo.

El verdadero peligro…
estaba entre sus manos.

Lyrian.

Lo miró en silencio mientras caminaba por el pasillo.
Él también la observaba, pero sin decir nada.

La batalla que había comenzado hacía semanas entre ambos estaba a punto de llegar a su punto máximo.
Y no podían escapar.

No podían huir.

—¿A dónde vamos, Lyrian? —preguntó ella con la voz rota por el cansancio.

Él no respondió de inmediato.
Solo la observó, la mirada fija en los ojos de ella, como si intentara descifrar la respuesta que ambos sabían que estaba a punto de llegar.

—Ya no hay vuelta atrás —dijo él al fin.

La puerta se cerró detrás de ella, y el mundo dejó de girar.
Era solo él.
Y ella.

Él se acercó.
Las manos temblorosas, pero decididas.

El deseo seguía ahí.
Era tan feroz como la tormenta que los había golpeado desde el principio.
Y cuando sus labios se encontraron, fue como si todo lo que habían intentado controlar estallara.

El roce de la piel.
El calor del cuerpo.
El sabor de la necesidad.

Pero no era suficiente.
Nunca lo sería.

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Lyrian – Presente

Cada vez que pensaba que la había perdido, la encontraba de nuevo.
Con una mirada, con un roce, con una palabra.

Y él… se perdía más.

Thalassa estaba agotada.
Lo veía en sus ojos.
Lo sentía en su cuerpo.

Pero aún así, se mantenía firme.
El refugio estaba a punto de ser destruido.
La criatura del abismo estaba cerca.

—No podemos seguir así —dijo Lyrian, acercándose a ella, tomando su rostro entre sus manos.

—¿Y cómo quieres que lo haga?
—¿Cómo quieres que me quede aquí, esperándote?

Él la miró, los ojos llenos de dolor.
La necesidad era palpable entre ellos.

—No soy lo que crees —susurró él.
—Y tú tampoco.
—No tienes que cargar con todo esto sola.
—No tienes que seguir huyendo de lo que nos pasa.

Pero Thalassa no estaba lista para escuchar eso.
El miedo la dominaba.
El dolor de todo lo que había perdido, de todo lo que aún podría perder…

Se apartó de él.

—Si me quedo… te perderé de la misma manera.
—Y yo no quiero perderme en esta guerra.
—No ahora.

La rabia, la frustración, el deseo…
Todo explotó.

Se abrazaron.
Y de nuevo, el fuego de la pasión se apoderó de ellos.

Pero al separarse, ambos sabían que la sombra seguía acercándose.

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Desde el abismo

La criatura ya estaba dentro del refugio.
Y solo quedaba una cosa por hacer.

“Están listos.
La mentira y el deseo los consumirán.
Ahora… ya no hay escapatoria.”




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