Thalassa – Presente
El refugio estaba en silencio.
El tipo de silencio que se queda en la piel.
Un vacío que no se puede llenar con palabras, ni con gestos.
Solo con la aceptación de que todo había cambiado.
Y la decisión que había tomado…
ya no podía deshacerse.
Lyrian estaba sentado junto a ella.
No dijo nada.
No lo necesitaban.
—¿Lo conseguimos? —preguntó ella, mirando al frente, hacia las aguas oscuras que se agitaban suavemente.
Él asintió.
—Lo hicimos.
—Pero el precio…
—Ha sido demasiado alto.
Thalassa no respondió.
El precio… ya lo conocían.
El sacrificio había sido necesario para detener la criatura del abismo.
Pero lo que no sabían, ni querían saber, era que lo que dejaron atrás…
los marcaría para siempre.
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Lyrian – Después
Él no podía mirarla.
No por vergüenza.
Sino por miedo.
El miedo de que ella lo viera tan roto como se sentía por dentro.
Y el miedo a que, después de todo, ella lo dejara atrás como lo había prometido.
El sacrificio de su alma no fue solo físico.
El dolor de no haberse atrevido a amarla completamente…
lo quebraba.
Pero lo había hecho por ella.
Lo había hecho por todos.
La criatura ya no existía.
Pero lo que había hecho con su vida…
no podía borrarse.
—¿Vas a seguir adelante? —preguntó Thalassa, sin mirarlo.
—No lo sé.
—Pero no voy a huir más.
—No de ti.
—Ni de mí.
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Desde el abismo
El mar ya no rugía.
La criatura había desaparecido.
Pero las olas todavía susurraban secretos de tiempos antiguos.
“El sacrificio de los débiles crea ruinas.
Pero el sacrificio de los fuertes…
crea nuevos destinos.”
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El final – A lo lejos
El sol se levantaba lentamente, bañando el refugio en tonos dorados.
Neriah, Daryan, y los demás miembros del refugio se acercaban, observando a Lyrian y Thalassa.
Sabían que la guerra había terminado.
Pero también sabían que todo lo que vivieron… ya no volvería a ser igual.
Y, por primera vez… ambos miraron hacia el futuro, no con miedo, sino con una esperanza rota, pero viva.