EPÍLOGO – Donde la esperanza nace de las ruinas

Thalassa – Tiempo después

El sol no siempre brillaba.
Pero hoy, en la cima del acantilado, Thalassa miraba el horizonte con una calma que no había conocido en años.

El refugio seguía de pie.
Había sobrevivido.
Y aunque los recuerdos de la guerra, del sacrificio, seguían vivos en cada rincón, ya no dolían tanto.

Ella había aprendido a respirar.
A vivir con lo que había perdido.
Y, sobre todo…
a abrazar lo que había ganado.

Lyrian estaba a su lado.
El sol brillaba sobre su rostro, pero él no lo sentía.
O al menos, no como ella.

Las cicatrices de la batalla aún marcaban su piel.
Pero la oscuridad ya no lo dominaba.
El amor que compartían no era perfecto.
Pero era real.
Y después de todo lo que pasó, eso era suficiente.

—¿Piensas en lo que dejamos atrás? —le preguntó él, observando el mar.

—Sí.
—Pero no quiero quedarme en lo que perdimos.
—Quiero quedarme en lo que podemos crear.

Él la miró, sin palabras.
Solo asintió.
Y, por primera vez, el vacío que había quedado entre ellos se llenó con algo nuevo.

No era un futuro prometido ni perfecto.
Era simplemente… suyo.
Y eso era más que suficiente.

Juntos.

El viento sopló con fuerza, acariciando sus cuerpos, como si el mar finalmente los hubiera aceptado de nuevo.
La guerra había terminado, pero la vida seguía.

Y esa era la única verdad que necesitaban.

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Fin