Neriah – Presente
El mar estaba en calma.
Demasiado calma.
Sus pies descalzos pisaban la arena húmeda, y el viento acariciaba su piel como si la reconociera. Las voces internas se habían suavizado… como si esperaran algo.
O a alguien.
Y entonces él apareció.
No con pasos torpes.
No con intenciones ocultas.
Solo con ojos que la buscaban… como si no entendieran por qué la necesitaban.
—¿Eres real? —preguntó ella, con voz temblorosa.
—No lo sé —respondió él—. Desde que te vi, todo lo que creía real se está desmoronando.
Estaban a pocos metros de distancia.
Ni el mar se atrevía a interponerse.
—¿Quién eres?
—Me llamo Daryan.
—¿Y qué eres?
Silencio.
Viento.
—Algo que no deberías conocer —dijo él.
Ella no se apartó.
—Entonces dime por qué cuando estoy cerca de ti… mi sangre arde.
Sus ojos brillaron.
—Porque la mía también lo hace.
Daryan dio un paso.
Luego otro.
Y cuando la tuvo cerca, extendió la mano, pero no la tocó.
—Si te toco… no voy a poder soltar.
—Entonces toca.
Sus dedos rozaron su mejilla.
Y fue como si el mundo entero contuviera la respiración.
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Daryan – Presente
No había planeado tocarla.
No había planeado… sentir.
Pero su piel estaba tibia. Su olor era sal y luna.
Y su mirada…
era como un espejo que lo desarmaba.
Cuando su mano llegó a su cintura, el aire entre ellos se volvió más denso.
Cargado.
Eléctrico.
No fue un beso.
No aún.
Pero sus frentes se rozaron.
Sus respiraciones se mezclaron.
Y en ese instante, todo se sintió eterno.
Hasta que algo… los interrumpió.
Un crujido.
No humano.
Un chillido entre las piedras.
Una sombra que se arrastraba en la distancia.
Él la empujó detrás de su cuerpo.
—No estamos solos.
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Neriah – Presente
La sombra se deslizó por la arena como un recuerdo antiguo. No tenía forma clara, pero su presencia era… hambre.
Ella sintió un escalofrío en la columna.
El mismo que sintió el día en que tocó el mar por primera vez.
Daryan gruñó.
Sus colmillos —porque ahora podía verlos— brillaron bajo la luna.
—¿Qué es eso?
—Una advertencia.
La sombra retrocedió.
Y se desvaneció como niebla rota.
Pero el mensaje fue claro:
"Ella no te pertenece."