Corazón Abismal: Susurros del mar oscuro

CAPÍTULO 12 – Donde se rompe el silencio del mar

Neriah – Presente

El mar estaba quieto.

Demasiado.

Daryan lo sintió primero.
Thalassa lo intuyó segundos después.

Pero fue Neriah quien escuchó el susurro.

Una canción rota.
Un eco… que no era suyo.

“Nos encontraste.
Ahora, te reclamamos.”

El ataque fue rápido.
Furtivo.
Pero no invisible.

Figuras emergieron del bosque.
Ojos rojos.
Piel pálida.
Tatuajes con símbolos que parecían arder en la niebla.

Eran vampiros.
Pero no del clan de Daryan.

Eran renegados.
Y venían por ella.

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Daryan – Presente

—¡Neriah, corre!

Pero ella no lo hizo.

El fuego del día anterior aún ardía en su vientre.
Su piel aún recordaba las manos de él.
Su alma… recordaba lo que era morir sin pelear.

No iba a huir.

Cuando uno de los atacantes saltó hacia ella, Neriah extendió la mano.
Y el mar… respondió.

Una ola enorme se levantó desde detrás del risco.
Cayó con fuerza brutal, arrastrando a dos de los enemigos hacia las rocas.
El aire se llenó de sal, de espuma, de poder.

Sus ojos brillaban.
Su piel temblaba.

Cantó.

No con dulzura.
Sino con furia.

El canto atravesó el aire como un filo.
Y uno de los vampiros cayó al suelo, gritando de dolor.
Sus tímpanos sangraban.

Neriah era mar.
Y el mar… ya no tenía miedo.

---

Lyrian y Thalassa – Entre combate

Lucharon espalda con espalda.
No por confianza.
Por necesidad.

Pero entre cada golpe, cada aliento… algo cambió.

Lyrian sangraba.
Y Thalassa lo vio tambalear.

—¡Lyrian!

—No te preocupes por mí —escupió, clavando su daga en el pecho de un enemigo.

Ella lo atrapó del brazo cuando cayó de rodillas.
La sangre le manchó el costado.

—Idiota orgulloso —murmuró—. ¿No sabes cuándo pedir ayuda?

—¿Tú ayudarías a un vampiro?

—A uno como tú… tal vez.

Lo sostuvo con fuerza.
Y por un segundo… no hubo guerra.

Solo dos cuerpos agotados.
Dos corazones latiendo fuerte.
Y una mirada que decía: te veo.

---

Después del ataque

Daryan tomó a Neriah entre sus brazos.

Ella temblaba.

—Usé mi voz —susurró—. Pero no sé si fui yo… o algo más.

—Fuiste tú —respondió él—. Siempre fuiste tú. Solo necesitabas verte.

Ella se aferró a su cuello.

—Tengo miedo, Daryan.

—Yo también.
—Pero eso no nos detiene.

---

Thalassa – Más tarde

Lyrian dormía malherido.
Ella se quedó cerca.
Sentada.
En silencio.

Y cuando creyó que nadie la veía… le rozó la mano.

Su contacto fue suave.
Casi imperceptible.
Pero real.



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En el texto hay: sirenas, lobos y vampiros

Editado: 26.03.2025

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