Neriah – Presente
El suelo bajo sus rodillas estaba frío.
El aire apestaba a humo, traición y magia podrida.
Pero su sangre… estaba despierta.
Latía con una fuerza que no era solo suya.
Era antigua.
Era coral, sal y canto.
Y estaba lista.
Lyric la observaba con esa sonrisa torcida que tanto se parecía a Daryan… y a la vez no tenía nada de él.
—¿Por qué no cantas, sirena? —murmuró mientras rodeaba el círculo—. ¿No es eso lo que hacen las tuyas antes de morir?
—No tengo intención de morir hoy —respondió Neriah, con los ojos clavados en los suyos—. Pero tú podrías ser la excepción.
Un murmullo cruzó entre los presentes.
Vampiros renegados.
Bestias sin honor.
Y frente a ellos… ella.
Amarrada.
Pero no vencida.
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Lyrian – En la periferia
Sabía que era el momento.
La tensión en el aire era demasiado espesa.
Y si Neriah no lo hacía ahora… todos estarían perdidos.
—Ahora —susurró entre dientes.
Y entonces, ella lo hizo.
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El canto
No fue dulce.
No fue triste.
Fue guerra.
Neriah abrió la boca y dejó que su alma hablara en notas.
El hechizo se rompió.
Las ataduras se deshicieron en polvo.
Y el aire… tembló.
Una onda invisible atravesó el círculo.
Los enemigos cayeron de rodillas.
Algunos sangraron.
Otros… gritaron.
Lyric intentó moverse.
Pero el canto lo sostuvo.
—¡Cállala! —gritó—. ¡Maten a esa bruja!
Pero era tarde.
Daryan apareció entre las sombras.
Con los ojos encendidos de furia.
—Nadie la toca.
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Thalassa – Desde el mar
Cuando el canto cruzó las olas, ella respondió.
Un rugido de agua emergió detrás del risco.
Una marea que se alzó como un monstruo.
Y cayó sobre los renegados.
Lyrian apareció a su lado.
—Siempre llegas cuando el drama ya comenzó.
—Y tú siempre pareces más sexy cuando estás bañado en sangre —respondió ella.
Se miraron.
Y por primera vez… sonrieron juntos.
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La confrontación
Daryan y Lyric se enfrentaron en el centro del caos.
Espadas. Garras. Sangre.
No había vuelta atrás.
—¿Por qué? —gritó Daryan mientras lo contenía—. ¡Éramos hermanos!
—¡Y yo fui tu sombra! ¡Ella te robó!
—Ella me salvó.
Lyric cayó.
No muerto.
Pero vencido.
Neriah se acercó.
Su voz temblaba.
—Esto ya no es por mí.
—Es por todos los que callaron.
—Por los que huyeron.
—Por las sirenas que el mundo olvidó.
—
Después
El campo quedó en silencio.
Agua. Sangre. Vapor.
Daryan cayó de rodillas.
Y ella lo abrazó.
—Esto no ha terminado —susurró.
—Pero lo comenzamos juntos.