Corazón

Corazón

Desde muy pequeños se conocían, jugaban y eran compañeros; crecieron juntos. Ciro y Félix se adoraban, se contaban todo, reían a carcajadas o lloraban cuando les pasaba algo triste; eran unidos, hasta sus familias se conocían.

Entraron en la adolescencia; Ciro empezó a tener novias; Félix, por otro lado, se concentró en los estudios, claro que sí salía y tenía otros amigos. En aquel momento se distanciaron, cada uno por su lado.

Félix solo lo veía pasar y lo saludaba como siempre; a veces Ciro lo saludaba y otras lo ignoraba totalmente. Félix pensaba: "¿Qué sucede? ¡Éramos los mejores amigos! ¡Se cree importante!". Se enfurecía.

Lo que no se imaginaba es que Ciro lo hacía a propósito; él tenía un secreto que no quería que él lo supiera. Ciro pensaba: "No puedo verlo, me gusta demasiado, pero es mi amigo". Pasaba por su lado como si nada, mordiendo sus labios y aguantando sus ganas de confesarse. Esto pasó una y otra vez hasta que Félix se puso furioso y no aguantó. Lo cruzó y, al ver que lo ignoró, se dio la vuelta, lo agarró del brazo y le dijo: —¡Ven aquí, necesito hablar contigo! —Sorprendido, le dijo: —Está bien—.

—¿Qué es lo que sucede? ¡Me estuviste ignorando a propósito! ¿Qué te hice? ¡Éramos tan cercanos! —quedó helado, no sabía qué decirle, le dijo lo primero que se le ocurrió: —¡Sabes que ya no quiero que seamos amigos! ¡No te soporto, no te puedo ver! Eso pasa, no te lo quería decir, pero ya te lo dije, nuestra amistad termina aquí! —le gritó todo nervioso.

Félix, con los ojos llorosos, quedó sorprendido y le dijo: —Está bien, aquí se termina todo—. Se dio la vuelta y se fue. Llegó a casa y se largó a llorar; estaba destrozado. Pensaba: "Yo lo amaba y no se lo pude decir, creía que tenía más tiempo, no me podía decidir, tenía miedo de perder su amistad; eras una persona muy especial para mí".

Ciro llegó a su casa y recién en ese momento se dio cuenta de lo que pasó. Pensó: "¿Qué es lo que hice? ¿Por qué pasó esto? ¡Soy un idiota!". Se agarraba la cabeza y estaba muy arrepentido.

Ambos estaban arrepentidos de lo que pasó perder una amistad de años por algo tan estúpido, no lo podían creer.

Pasaron algunos meses y ni se miraban, se ignoraban completamente pensando que se odiaban el uno al otro. Un día Félix se enteró de que Ciro se puso de novio con una compañera. Se le rompió el corazón; estaba muy triste pensando "yo siento cosas por ti, tú te alejaste, no me hablas ni me miras". No quería ir a la escuela para no verlo.

Por otro lado, Ciro aceptó a su compañera para olvidarlo. Era su última salida; ya no sabía qué hacer; pensó: "Está bien, voy a salir con ella, yo lo voy a olvidar y todo estará bien"...

Ese mismo día se cruzaron; fue una casualidad que no lo podían creer. Justo en los pasillos, Ciro iba caminando con su novia y otros amigos; Félix iba con un compañero. Se miraron; fue una mirada tan profunda y estremecedora. Félix pensó: "¿Cómo pudiste? Estás como si nada, no te importo dejarme de lado". Ciro pensó: "Te extraño demasiado, quiero salir corriendo y atraparte".

Después de eso, Félix estaba ansioso; no podía creer que lo miró. Decidió confrontarlo, esperó hasta el horario de salida y lo llamó cuando lo vio. Ciro solo lo siguió hasta un lugar donde estaban los dos solos. Le dijo: —No me mires, nosotros ya no somos nada, lo dejaste muy claro. —Lo miraba furioso. Le contestó: —Yo te voy a mirar todo lo que quiera. Quiero pedirte disculpas por lo que pasó; yo no quise decirte eso, no quise romper nuestra amistad. —Solo esperaba que Félix lo perdonara. Él le dijo: —¿Qué? ¿Estás bromeando? ¿Recién me vienes a pedir perdón? —Estaba confundido.

—Sí, yo sé que paso tiempo, pero perdóname si nos conocemos hace tiempo. —Solo lo miraba. —No sé qué pensar, la verdad, esto no es un juego para mí. Muchas felicidades por tu noviazgo. —Aguantando las lágrimas.

—¡No me digas nada! ¿Sabes por qué estoy de novio? ¡Para olvidarte porque me gustas tú! —gritaba como un loco. Cuando se dio cuenta de lo que dijo, solo miró a Félix. Él estaba todo sonrojado, tapándose la boca, súper sorprendido. Se dio la vuelta y se fue corriendo. Félix se quedó helado, pensó: "¡No, no, no! ¡Somos amigos! ¡Yo también siento lo mismo! ¡Eres un idiota!". Tomó coraje y salió corriendo detrás de Ciro. Hasta que lo alcanzó, lo tomó del brazo y le dijo:

—¡Espera! ¡Quiero hablar contigo! —Él se detuvo.

—No, no quiero hablar contigo. —Estaba nervioso, no sabía cómo escapar; Félix no lo soltó, le insistía:

—¿Por qué dijiste eso? Es verdad, dime, ¿qué pasa? — Solo quería que se lo confirmara, Ciro, como se dio cuenta de que Félix no lo iba a dejar ir.

—¡Está bien, te lo diré! ¡Me gustas mucho, eres la persona que yo quiero! —Su voz temblaba. Félix lo miró y le empezaron a caer las lágrimas.

- Yo ... Yo ... También, también gusto de ti; no sabía cómo decírtelo, cómo explicarte—. Con su voz entrecortada se lo dijo. Ciro lo miraba, se acercó y limpió sus lágrimas.

—No lo puedo creer, sentimos lo mismo, ¡Estoy muy feliz! —Lo abrazo con fuerza, todo eufórico; Félix estaba todo sorprendido y sonrojado y también lo abrazó muy fuerte. Después de unos minutos se dejaron de abrazar, se miraron y Ciro no perdió el tiempo: lo tomó y lo besó; Félix también lo besó.

Ciro, como un loco, lo tomó del brazo.

—Vamos a mi casa; allí hablaremos más—.

—Está bien, vamos —ya que los dos estaban hechos un desastre. Llegaron a su casa y Félix comenzó a hablar desde cuando le gustaba y cuando se dio cuenta de que tenía esos sentimientos. Ciro lo miraba y escuchaba atento; se abalanzó sobre él y lo abrazó, comenzó a tocarlo y a besarlo intensamente. —¡Espera, espera! ¡No estoy listo! Esto es demasiado —estaba muy nervioso, era algo que nunca pensó que pasaría. Lo miró y le dijo:

—No sabes cuánto tiempo esperé esto. —Siguió besándolo y tocando todo su cuerpo, escuchando los gemidos que empezaron a salir de su boca; eso lo volvió loco. Empezó a sacar su ropa y a sacarle la ropa a Félix. Lo miró atentamente; él estaba todo sonrojado, jadeando. —No te asustes, si no quieres, no lo haremos —tocaba su cabello y sonreía. Félix agarró su mano y la besó.




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