En este punto ya habían pasado 4 años de unión, mi amigo tenía 26 y Cristal 25, él había pensado en formalizar, quizá casándose, pero no estaba seguro.
Quizá estaban demasiado jóvenes y debía esperar un poco más, pero también es cierto que para el amor no hay edad, además nunca se había sentido tan seguro de lo que deseaba hacer, debía conversarlo con ella, toda esa semana hizo comentarios sutiles al respecto, ella jamás se mostró con actitudes negativas, pero desde días antes estaba muy extraña, pensativa y encerrada dentro de sí, caída la tarde la vio sola en la habitación. Él asumió que ella pensaba como ya era su costumbre.
-Debes decirme algo, y no hallas cómo, yo también debo conversar contigo- comenzó diciendo.
Ella aceptó y él le cedió la palabra.
-Sé que has querido casarte, pero...-dijo haciendo una pequeña pausa para que la voz no se le quebrara, mientras él intentaba descifrar lo que ella, quería decir
- Me hicieron una propuesta, debo ir a Francia, allí puedo abrir una galería, pero quieren que vaya sola... no quieren ” distracciones, es una condición innegociable, no quiero tener una relación a distancia, no sería justo contigo obligarte a ello, pero no quiero, de verdad, no quiero dejarte- Dijo y un llanto leve se apropió de ella.
Él intentaba procesar todo en silencio. - ¿Cuánto tiempo tomaría?- preguntó sin saber que más decir.
-Aproximadamente más de tres años- contestó entre llanto Al oír esto, él guardo silencio, sintió como un escalofrío lo recorría y todo lo construido se venía abajo; al cabo de unos minutos dijo:
-Esa es una oportunidad enorme, si renunciaras a esto... ¿seguro no te arrepentirás luego?, no sería justo renunciar a tu sueño, a la gran oportunidad no repetida, por mí. No valgo tanto- Dijo abrazándola como si estuviese dispuesto a aceptar ese amargo destino.
-No temas por mí, no temas alejarte. Si quieres ir, ve – finalizó...
Al día siguiente, el viaje ya tenía fecha. Quedaba aproximadamente una semana para que tuviese que irse, la verdad todo pasó tan rápido que dudo que lograran procesarlo y entender lo que venía, sin embargo trataron de pasarlo lo más normal posible: Cenas y juegos divertidos; Antes del vuelo ella fue a ver a Victoria y habló con Margaret, Justin los llevó al aeropuerto y al final llegó la despedida. Él sorprendentemente no se negaba a dejarla ir, era una resignación bastante grande y extraña que se notaba en su actitud, la besó y le despidió.
Al estar de camino a casa de Javier, había un ambiente bastante melancólico -Si le hubiese pedido quedarse, ella lo hubiese hecho, pero no, le impulsaste a irse- dijo Justin bastante molesto.
Javier, quien iba mirando por la ventana, volteó su mirada a Justin. -La estaría forzando u obligando a quedarse, eso no sería sano-le dijo mientras lo veía.
-Pero la tendrías contigo, convenciéndola de que fue buena decisión quedarse, renunciaste sin oponerte- replicó .
Lo que para Javier era un acto de amor para Justin era un acto de desamor (porque para el amor existen diferentes versiones).
Él guardó silencio -Cristal, es alguien a quien le obligaron por mucho tiempo a no ser ella, a ser o hacer lo que alguien más quería, ya era tiempo de que eso terminara, aunque eso signifique renunciar a su compañía, aunque me sea difícil aceptarlo- explicó finalmente.
Al llegar a Casa, estaba completamente solo, y se sentía como de regreso a un punto cero, su hermana estaba en el colegio. Se sentó en su cama y de inmediato sus pensamientos lo llevaron a estar de nuevo en frente de los ojos brillantes y verdes que acababa de dejar ir; y sus lágrimas comenzaron a caer. Lloraba de miedo, tenía miedo de que ella conociera a alguien mejor, (¡que difícil es enfrentar sus inseguridades sin una armadura!), lloraba porque no sabía lo que iba a hacer sin ella, lloraba porque por primera vez en su vida no quería aceptar lo que la vida le ponía en frente, no quería hacerle frente a esto, pero sabía que aceptarlo era lo correcto. Lloraba porque no quería volver a tener un corazón de hierro, que no sentía más que miedo, inconformidad por sí mismo y frío. Y, si aunque suene dramático y loco, también lloraba por amor, porque amaba todo de ella, lo artística, divertida, lo calmada que era. Y amaba lo que ella causaba en él, un valor, un amor tan grande que le hacía olvidar todo lo malo, amaba todo lo que ahora tenía. Y de repente, sólo ya no lo tenía, ya se había ido, pero seguía sintiendo ese amor inmenso.
En este punto, comprendió una cosa:
Duele más cuando el amor no muere, ni hay nada que lo mate y sigue ahí como una eterna tortura al alma, que cuando el amor es asesinado por decepciones o engaños. Porque uno son golpes constantes al alma, y el otro es un golpe seco hacia el ego. Muchas veces puedes mantener tu ego intacto ante esos golpes, dependiendo de qué tan grande sea éste, pero el alma, en el alma es distinto porque, de las cicatrices no te salva nada, no puedes evitar que te duela el amor que mantienes vivo y esto aplica para varias situaciones en la vida, pero en el que más se ve, es cuando pierdes un amor de cualquier tipo, y por cualquier motivo.