Corazón de diamante

Confesiones de amor

El pasillo estaba vacío, pero para Dan y Alis era como si el mundo entero se hubiese detenido. Apenas la reconoció, la estrechó en sus brazos. Su primera emoción no fue sorpresa ni incredulidad… fue calor. El calor de su piel, la certeza de que no era humo, no era un recuerdo, sino ella.

—Alis… —susurró con la voz quebrada—. Perdóname. No quería que todo terminara así. Juro que lo último que deseaba era hacerte daño.

Alis permaneció callada unos segundos, sintiendo su desesperación, su abrazo tembloroso. Pero de pronto, puso los pies en la tierra. Lo empujó con firmeza y lo miró directo a los ojos, seria, molesta.

—Eres un imbécil.

Dan no discutió. Bajó la cabeza y asintió, como aceptando cada palabra.
—Lo sé… lo soy. Tienes todo el derecho a odiarme. Pero dime, ¿cómo es que estás aquí? ¿O acaso… eres otra ilusión más? —su voz se quebró, casi suplicante le tomó la mano derecha y las colocó sobre su mejilla. — Aunque lo seas, acepto esta tortura con tal de tocarte y sentirte otra vez.

Alis se estremeció y se apartó, sabiendo que algo no estaba bien. Ese brillo febril en sus ojos, el sudor en su frente… era el efecto del beso, pero aún así su corazón correspondía

—No soy una ilusión, Dan. Pero… —sus labios temblaron, dudando sin embargo. Él no la dejó terminar.
—Aunque fueras un espejismo, déjame decirlo de una vez. —Su mirada ardía con intensidad—. Alis, te amo. Te amo con todo lo que soy. Siento que no podría vivir sin ti.

Alis abrió los ojos de par en par, sin saber cómo reaccionar. Su corazón palpitaba fuerte, y sus mejillas se tiñeron de rojo, como aquella primera vez que se habían rozado. Dan, con voz más suave, añadió:

—Lo sé. Lo siento en tu expresión… tú también me amas.

Le acarició la mejilla, deslizando sus dedos hasta su mentón, elevándolo suavemente. Se inclinó, acercando sus labios a los suyos, a un suspiro de distancia…

Pero Alis reaccionó a tiempo.
—¡No! —murmuró, veloz. Sacó de su bolsillo la cápsula azulada y se la puso de golpe en la boca.

Dan la miró confundido por lo que le dió, pero ella fue firme.
—Trágalo. No es veneno, es cura. Todo lo que dijiste… es a causa de algo. —Su voz se quebró, dolida—. Era mi culpa. El beso te afectó y por eso estabas así… No me amas, Dan. Nunca lo hiciste, mi veneno en ti te afectó.

Dan quedó confundido de que era lo que hablaba no entendía, pero sin tiempo para procesar.

En ese instante, Jamet apareció. Había esperado demasiado y fue a buscarla. Al verla con otro joven, algo oscuro le recorrió el pecho. Sin pensarlo, tomó a Alis de la muñeca con fuerza, alejándolo de Dan.

—¡Estabas tardando! —dijo con frialdad, arrastrándola sin darle tiempo a explicar nada—. El tiempo se acaba y lo necesito.

Dan observó como fue apartada de él por alguien no era ninguno que conoció en ese reyno ¿Acaso era otra hada? Luego observo que Alis tenía algo en la mano, no le dió tanta importancia.

Alis intentó hablar, pero Jamet no la dejó. Se la llevó casi a rastras, como si no soportara verla con Dan ni un segundo más.

Dan, mientras tanto, se quedó solo en el pasillo. La cápsula se disolvió en su boca, y tragó. Un calor extraño recorrió su cuerpo, pero en segundos sintió alivio: el cansancio, la fiebre, la obsesión desenfrenada… todo se esfumó.

Respiró hondo por primera vez en días. Su mente estaba clara. Ya no era un zombi, ni un esclavo del hechizo.
Pero entonces llevó una mano a su pecho. El sentimiento seguía allí, firme, ardiendo en su interior.

—La amo… —susurró, casi con miedo de admitirlo—. Incluso sin ese efecto… la amo.

Alis y Jamet que estaban ya a una distancia de Dan fuera de su alcance de la vista, Jamet la soltó en su interior apareció un enojo al ver a ella hablando con él no lo comprendía acaso eso eran los celos del que muchos se quejaban

— Dame la poción

Dijo con un tono seco y cortante Alis se lo entregó

— Sabes que este momento es crucial y te estuviste a conversar todavía.

— Yo no me detuve.. hemos chocado justo en el camino.

— ¿Es él verdad?

— Si, pero descuida no se dió cuenta. —mintio Alis mirando a un lado se sentía un poco triste

— Bueno sigamos con lo que se ha dicho.

Jamet oprimió su sentimiento para no perjudicar el plan que se estaba dando luego volvió y Alis lo siguió por detrás luego se unieron a la multitud mientras que Jamet debía hacer lo suyo




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