Alis ya no podía echarse atrás. Carolina la había descubierto, y ahora no había otra salida más que enfrentarse.
—Carolina, debes devolverme eso. —Su voz resonó con firmeza—. No es tuyo, me pertenece. ¡Mi Reino entero está en peligro por tu ambición!
Carolina arqueó una ceja y sonrió con desprecio.
—¿Tu Reino? —repitió con veneno en la voz—. No me importa lo que pase contigo ni con tu Reino.
Las dos se miraron fijamente, como depredadoras midiendo fuerzas. Bastó un instante para que se lanzaran una contra otra. Alis intentó arrancar el collar por la fuerza, y comenzaron a forcejear, jaloneándose entre gritos.
—¡Suéltalo! —exclamó Alis.
—¡Jamás! —rugió Carolina, con los ojos encendidos.
Dan trató de interponerse, extendiendo las manos.
—¡Basta! ¡Van a hacerse daño!
Pero Carolina, con el diamante brillando en su pecho, pronunció un deseo oscuro:
—¡Fuerza!
Un destello recorrió su cuerpo y, de un empujón brutal, arrojó a Alis contra la ventana cerrada. El vidrio se rompió en mil pedazos, y Dan gritó desesperado asustado.
—¡Estás loca!
Corrió hacia la abertura, temiendo ver el cuerpo de Alis destrozado en el suelo. Pero al asomarse, su corazón dio un vuelco. No había sangre ni cuerpo herido.
Alis se había teletransportado en el último instante, apareciendo ilesa unos metros más abajo, su aura mágica rodeándola como un halo.
El estruendo del vidrio había alertado a todo el instituto. Estudiantes salieron de sus aulas, con curiosidad . El caos apenas comenzaba.
Dan bajó las escaleras de dos en dos, buscando asegurarse de que Alis estaba bien.
— ¿Estás bien?
—Si lo estoy.. será mejor que te alejes de nosotras Dan..
— No, yo quiero estar contigo para protegerte
No comprendía porque hablaba así si ya le había dado la nitrita, entonces el también la quería lo miró dijo por unos momentos pero debía enfrentar esto sola no quería que se hiciera daño, así que le tomó de los hombros
— Entiendo.. pero será mejor que estés alejado.
Dan comprendió que Alis ya no lo despreciaba al ver que lo estaba tocando pero de un segundo a otro Alis uso una nueva magia teletransportación en una esfera y lo mando afuera del instituto, ahora encerrado en una esfera invisible y fuera del alcance de la pelea intentó salir pero no pudo era como tropesarse con una pared invisible.
— ¡Alis..!
Gritó a la distancia
Ella lo miró un segundo, respirando agitada. Ya no tenía sentido ocultarse más.
Por primera vez, Alis dejó que su magia fluyera por completo. Su cuerpo brilló con destellos dorado, sus alas se desplegaron, y el aire se impregnó de energía.
Carolina, en respuesta
— oh, por fin decidirás mostrarte, pues yo también..
Su ropa se transformó en un vestuario etéreo, cargado de poder oscuro, y sus pies se separaron del suelo: levitaba, rodeada de un aura rojiza.
—¡Si vas a seguir persiguiéndome, entonces te destruiré! —gritó, con los ojos encendidos de furia.
Le lanzó un rayo de poder que Alis esquivó, y ahí es donde las demás personas se asustaron.
— ¡Salgan Carolina está demente!
Alis intentó razonar, retrocediendo vió que no le importaba a quien dañar.
—¡Carolina, no podemos luchar aquí! Hay demasiada gente.
Pero la respuesta fue una mesa volando directo hacia ella.
—¡Claro que sí! Aquí nadie me importa. —La voz de Carolina temblaba con poder y odio—. ¡Ahora mi único objetivo es destruirte!.— luego se acercó a Alis
Alis desapareció antes de que se acercara más luego estuvo detrás de una pared, Carolina la buscó con la mirada y rápidamente la encontró y con un golpe atravesó la pared, destruyendo un aula y los que estaban ahí se asustaron.
— Creo que será mejor que se vayan. — Alis dijo con una sonrisa nerviosa
Los estudiantes lo miraron de forma estática y luego vieron que eso lo que había hecho era Carolina ahora emanando un aura siniestra, salieron despavoridos.
Después Alis voló a otro lado para que no dañaran a los indefenso pero un escombro fue dirigido hacia ella. Alis alzó sus brazos y proyectó un escudo. El impacto fue brutal, pero para su sorpresa, la barrera resistió. Una chispa de esperanza brilló en sus ojos.
Entonces… el corazón de diamante está debilitándose.
Su magia volvía a fluir.
La persecución comenzó. Carolina lanzaba ataques brutales, atravesando paredes, destrozando aulas y llenando de polvo y escombros los pasillos. Un golpe atravesó una pared entera, arrancando gritos de los jóvenes que allí se refugiaban.
Alis esquivaba teletransportándose entre los muros, intentando mantenerla lejos de los inocentes. Pero en cada destello de luz, en cada movimiento, comprendía algo aterrador:
El poder del diamante estaba corrompiendo a Carolina.
Y si no hacía algo pronto, no solo ella estaría en peligro.
Las paredes vibraban con el eco de los golpes y gritos. Polvo y fragmentos de vidrio cubrían el suelo. Fue entonces que tres figuras irrumpieron por el pasillo, desafiando el caos: Jamet, Leo y Hadda.
—¡Alis! —exclamó Jamet, viendo la destrucción.
Ella los miró con un nudo en la garganta, nerviosa.
—Hola, chicos…
Jamet alzó una ceja, incrédulo.
—¿El plan falló, verdad?
Antes de que ella respondiera, Carolina giró hacia ellos con una sonrisa torcida, los ojos encendidos por el poder del diamante.
—¿Ellos también son hadas? —su voz resonó con malicia—. Entonces los destruiré junto contigo.
Alzó la mano y lanzó una bola de fuego ardiendo contra los cuatro.
Leo reaccionó al instante. Extendió la palma y, con un destello, el proyectil se encogió hasta volverse una chispa insignificante que se apagó en el aire.
—Sí… el plan fracasó —dijo con seriedad.
Los tres intercambiaron miradas preocupadas. El peligro era real.
Alis dio un paso al frente, firme a pesar de la tensión.
—Chicos, ayuden a evacuar a los demás. No quiero heridos. Yo me encargaré de ella. El corazón está debilitado… puedo lograrlo.