Corazón de Hielo - Dominick

Capítulo 1 - Parte 3

Me pase el resto del día evitando a toda costa a Erick y las dos veces que me lo encontré lo evite con malos pretextos y a pesar de que él se dio cuenta no me presiono ni nada de eso, tal y como lo había prometido.

Esa tarde decidí ir de nuevo a la cafetería, afortunadamente al día siguiente solo tenía dos exámenes que tenía más que listos, el primero era literatura y el segundo era lenguas, ambas mis materias favoritas, así que en realidad no me preocupaban mucho; estire los pies debajo de la mesa y me dispuse a observar el movimiento de la tarde, el ir y venir de los carros, de la gente, sin ánimos de nada tome una hoja vacía de mi cuaderno y comencé a hacer garabatos en ella, hasta que alguien se detuvo frente a mi mesa.

  • Nos encontramos de nuevo – los garabatos en mi cuaderno se detuvieron y levante la vista, ahí estaba el de nuevo, vistiendo jeans y un sweater negro con cuello “V” y sonriendo con más diversión de la que yo podía sentir - ¿Puedo? – y señalo con una mano la silla que estaba frente a mí, yo me limite a asentir con la cabeza. Me removí en mi asiento hasta que estuve bien sentada de nuevo, ahora mis piernas en lugar de estar estiradas estaban pegadas a las patas de mi silla
  • Que coincidencia, dos veces en el mismo día
  • Lo mismo pienso – por un instante me quede viéndolo mientras en mi mente formulaba una pregunta que esperaba no sonara tan descabellada –
  • ¿Por qué tengo la sensación de que me estas siguiendo? – el me observo un momento antes de responder
  • Puede que tal vez lo esté haciendo – su respuesta me tomo por completa sorpresa, esperaba cualquier otra cosa en vez de eso
  • ¿Por qué harías algo así? – casi de inmediato me arrepentí de haber dicho eso, seguramente su respuesta seria aun peor
  • Porque quiero conocerte – otra respuesta inesperada
  • ¿A mí? ¿Por qué?
  • Pareces agradable y me recuerdas a alguien que conocí hace mucho tiempo, alguien que fue muy importante para mi
  • ¿Fue? Ósea que…
  • Que posiblemente ella este en algún lugar teniendo una buena vida… lejos de mí.
  • Debió haber sido muy malo lo que hiciste
  • Lo fue…

De pronto el silencio se anclo en la mesa, hasta que el mesero trajo una pequeña taza de café negro junto con un par te terrones de azúcar a la mesa y la puso frente a él, con un simple gesto agradeció y el joven se fue, entonces me pregunte en que momento él había ordenado, seguro había sido antes de llegar a mi mesa. Que engreído, se había atrevido a ordenar aun antes de haberse sentado conmigo. De cualquier manera la molestia que había sentido pronto se transformó en una duda, ahora que sabía que me seguía ¿Qué se suponía que tenía que hacer? ¿Salir corriendo? ¿Internarme en una caverna y esperar que nunca buscara ahí? ¿Qué le había hecho a aquella chica que había causado que se alejara? A pesar de eso algo en sus ojos me hacía sentir tranquila, aunque una parte de mi quería salir corriendo lo más aprisa que fuera, otra parte me decía que me quedara y que el peligro no estaba frente a mí.

  • Y, volviendo a mí ¿Qué se supone que tengo que hacer ahora? ¿Salir corriendo y pedir ayuda a los cuatro vientos porque un completo desconocido me ha estado siguiendo?
  • Podrías simplemente quedarte aquí, sentada, conmigo y darme una oportunidad para conocerme – parecía una buena oferta y a pesar de lo tentadora que era no podía evitar tener un mal presentimiento con ese aspecto de “chico guapo y malo” que tenía –, no creo que tengas mucho que perder
  • A lo mejor eres un secuestrador y quieres hacerme daño, pero de una vez que aviso que mi familia no tiene mucho dinero así que no podrán pagar un rescate, sería un esfuerzo completamente inútil.
  • No crees que si quisiera secuestrarte ya lo habría hecho
  • Buen punto. Entonces, dime ¿realmente que quieres de mí?
  • Solo a ti
  • Estoy segura de que hay muchas otras chicas interesantes por ahí
  • Y yo puedo asegurarte que no me interesa ninguna otra más que tú

 

Me recargue sobre el respaldo de mi silla y me limite a observarlo, tenía que aceptar que tenía algo que me atraía, todo él me atraía y al recordar mi sueño medieval podía imaginármelo con esas ropas, en ese lugar y dándome la pequeña flor azul, ¡la flor! no había reparado en el hecho de que el fuese quien la había puesto en mi habitación ¿Pero cómo? ¿Cómo había logrado entrar en mi casa? Algo dentro de mí se había activado y sabía que él había puesto la flor  en mi habitación, tenía miedo, si este tipo estaba loco y ya había llegado al grado de entrar en mi casa no era más que un acosador. Sin decir nada tome mis cosas y las metí en mi bolso, saque unos billetes que mi cartera y los deje en la mesa, sin decirle nada me levante y empecé a caminar hacia la salida. Rogaba con todas mis fuerzas que él no me siguiera, estaba presa del pánico ¿Con que clase de tipo me había topado? Detrás de mí podía escuchar sus pasos, trate e ignorarlos y seguir caminando.

  • Carolina, por favor, espera ¿Qué te ocurre?
  • Tú me ocurres ¡Déjame en paz! O iré a la policía – me gire y lo confronte – sé que eres tu quien entro a mi casa así que de una vez por todas aléjate de mí – me vio fijamente sin decir una sola palabra; estaba tan cerca de él que podía sentir como su aliento tocaba mi rostro
  • Ahora no lo entiendes, pero tal vez algún día lo puedas entender
  • Solo aléjate de mí – mi voz empezaba a temblar y no sabía si era por miedo o por tenerlo tan cerca pero antes de tener clara la razón me gire y di un par de pasos; todo paso muy rápido: de la nada sentí que me jalaban y me daban media vuelta y antes de que pudiera hacer algo él ya estaba besándome. Mis labios al principio estaban quietos a causa de la sorpresa pero de alguna manera su calidez y suavidad los fueron acoplando hasta que por fin le devolví el beso, un beso que empezó lento pero que rápidamente subió de tono hasta volverse uno tan apasionado que hizo que mi cuerpo se estremeciera. Cuando nos separamos nos faltaba aliento a ambos - ¿Por qué hiciste eso? – le dije una vez que había recuperado el aire de mis pulmones
  • Perdóname, me he sobrepasado. Lo único que quiero es una sola oportunidad – mi vista se pasaba de sus ojos a sus labios y de regreso, quería volver a besarlo, lo deseaba muchísimo, pero sabía que no estaba bien. Muy a mi pesar lo empuje un poco y di un paso hacia atrás para poner distancia entre nosotros.
  • No sé si realmente puedo confiar en ti
  • Déjame ganarme tu confianza entonces, ¿puedo invitarte a salir? Conozco un buen restaurante, estoy seguro que te encantará, la comida ahí es muy buena y…
  • Aún no he aceptado
  • Acepta entonces. Mañana por la tarde podría ser un buen día
  • Está bien, mañana será la única oportunidad que tendrás para demostrarme que estoy equivocada y que no eres un acosador psicópata o algo así
  • Solo eso necesito
  • Bien – me volví a dar la vuelta y di unos pasos pero me detuve en seco cuando el volvió a hablar
  • ¿Podría acompañarte a tu casa? Algunas calles no son muy seguras y no sería bueno que estuvieras sola cuando entre la noche – recordé entonces el sueño donde me asaltaban, sentí un escalofrió en mi espalda. Cuando hable puse todo de mi para que mi voz sonara lo más indiferente posible.
  • Está bien, al final ya conoces mi casa




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