Corazón de León [serie Gold Pride 1]

Capítulo 46

 

El campus interno de la universidad era una diversidad de olores, colores y personas. Un sitio donde la expresividad era moneda corriente y el matiz de los cambiantes era aún más impresionante.

Había de todo ahí, el sitio estaba en sincronía con las necesidades de los estudiantes, Tanya fue un faro luminoso mientras pasaban por el camino central del campus, acompañando a Delilah a los laboratorios ubicados en el edificio E. La cantidad de jóvenes pudo saber perfectamente que ella era humana, por eso Patrick estuvo muy cerca en todo momento.

Porque ella lo había reclamado en el nivel más primario, sin siquiera darse cuenta de eso, ella lo amaba. La declaración pasional le dio una extraña sensación de confianza, Tanya no lo dejaría solo, ni siquiera en su peor momento. Ellos dos parecían estar destinados a encontrarse, a ser uno con el otro, por eso necesitaba esta oportunidad desesperadamente.

—Whoa, este lugar es increíble.

Tanya había vuelto a tener esa fascinación en la mirada, que hablaba del amor hacia una raza que no era propia. Esta mujer era increíble hasta el núcleo. 

Tanto como la vibrante oleada de energía contenida en el cuerpo pequeño de Delilah. 

—Sí, el equipo de desarrollo atiende las necesidades naturales de todos los tipos de cambiantes.

Él lo podía ver en la armoniosa planificación del espacio, amplias partes de césped en donde algunos grupos de leonas y leones tomaban los últimos rayos de sol de la tarde, en otro sector había árboles de ramas gruesas para que los leopardos y panteras pudieran trepar, un estanque para los tigres y un tramo de rocas altas para los lobos.

Y tanto espacio era bien utilizado, aquí la segregación se terminaba. Los estudiantes no permanecían con los de su mismo tipo, se integraban como lo harían dentro de cualquier clan.

Eso lo reflejaba el enorme oso pardo que jugaba a equilibrar un balón de fútbol en su nariz, rodeado por otros cinco jóvenes. O el puma que dormitaba junto a un lobo negro. El par de jaguares que escuchaban atentos la música ejecutada por una chica rubia con una guitarra.

Si Patrick hubiera tenido los medios, le habría encantado estudiar aquí.

—Es fascinante.

—De aquí salen filósofos, historiadores, biólogos, químicos, físicos, matemáticos y médicos. —Delilah se adelantó para caminar en reversa, a cada paso saludaba a un grupo de estudiantes diferente—. Tratamos de derribar todos los límites posibles para que puedan llevar la bandera de la raza a los lugares más altos del poder y el conocimiento.

—Ese es un ideal bastante utópico —comentó Tanya. 

—Creo en las cosas imposibles —respondió Delilah, sus ojos se dispararon a sus manos unidas—. ¿Ustedes dos están vinculados? 

—No. 

Un ceño fruncido le tuvo pensando hasta que dijo:

—Se siente como si lo estuviera..., ¡igual forman una linda pareja! 

Dándose vuelta otra vez, continuaron por el campus hasta la zona de los edificios, había tres en el frente, cada uno de seis pisos de altura y separados por parcelas llenas de verde, plantas decorativas, fuentes de agua y bancos. Delilah continuó por el camino en medio de los edificios hasta la parte trasera, la decoración cambiaba a los rosales, bancos y farolas, todo muy natural, muy vivo. 

—Este lugar es especifico para los biólogos, químicos y médicos —dijo plantándose al gran edificio de cinco pisos—. Ustedes se quedarán en uno de los consultorios. 

El sitio en cuestión era más grande de lo que había esperado, Delilah los dejó para buscar unos archivos que necesitaba. Solos, en una habitación blanca con máquinas médicas, ellos se quedaron de pie, observándolo todo. 

—Supongo que con estas cosas —Patrick habló, luego de diez minutos—. Has de estar familiarizada. 

—Escáner de rayos x, tomógrafo, cámara de resonancia, escáner de ultrasonido y medidor de signos vitales, pulso, frecuencia y respiración. 

Palabras planas, Tanya apuntó a cada uno de los extraños aparatos. 

—¿Estás bien? 

Ella se apoyó contra su cuerpo, un suspiro largo cortó el silencio. 

—Yo debería hacerte esa pregunta. 

Patrick deslizó los dedos contra la línea suave de su mandíbula. 

—¿Crees que exageré demasiado? —Preguntó, su mirada verde era cristalina—. Con Janice. 

Patrick besó su frente, respiró su olor, una mezcla profunda. 

—Tienes tanto miedo de perderme como yo de irme —respondió, las palabras salieron demasiado tranquilas para la tormenta de emociones que anudaba su pecho—. Es algo normal perder los estribos cuando sientes eso, y agradezco que lo des todo por mí. 

Ella era su ancla para permanecer cuerdo, su anestesia, su leona en piel humana, y jamás terminaría de entender por qué no le había encontrado antes. 

Habría tenido más tiempo. 

—Disculpen por tenerlos esperando —dijo Delilah al entrar, se había cambiado con un uniforme medico de dos piezas color azul oscuro—. Aparecieron un par de consultas que no podía evadir. 

Un poco de la energía radiante se había ido del rostro de la mujer, o tal vez lo estaba conteniendo para poder trabajar. 

—Por aquí —indicó, acercándose al extremo del lugar—. Vamos a hablar. 

Los tres se sentaron, Patrick y Tanya en un sillón grande color negro, Delilah movió una silla para colocarse frente a ellos, su anotador digital en sus manos. 

—Primero, debo saber a que nivel ha llegado el daño por rompimiento. Dímelo todo, síntomas, dolores, todo. 

La petición iba para ambos. 

—Presión cerebral —Patrick respondió—. Siento el vínculo astillado, pero mi cerebro duele constantemente. 

De reojo vio a Tanya, su enojo le causó ternura y unas ganas incontrolables de calmar la emoción con un beso. 

—Le hicimos exámenes antes de venir —ella continuó, en ese tono profesional—. Tiene una inflamación severa del tejido cerebral, la capa meníngea esta comprometida con una reducción importante. 




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