Corazón de matón

13

—Sí, bueno. Fue antes de que comenzaras a molestarme. Cuando te vi y me dijeron que eras el repetidor me sorprendió tu edad de todas formas, pero me… gustaste tanto. Después fue cuando tú te fijaste en mí de aquella… manera tan desagradable y, bueno… No tenía amigos, mamá bebía mucho por aquel entonces, papá se había ido con una chica de parís y su hijo, algo más pequeño que yo y… tu comenzaste a molestarme en el colegio, el único sitio donde me sentía en paz. Una cosa llevó a la otra y lo hice… diría que lo hice sin pensar, pero no es cierto. Pensé mucho en ello, de hecho, dejé una nota que ya tenía preparada. En el hospital dijeron que era un corte muy certero y que si estaba vivo era de milagro.

 

 Le abracé sin pensármelo dos veces y susurré muchas disculpas, aunque hacía ya unas horas que lo único que hacía era pedir perdón, aunque Lui me dijera que no era necesario.

Él estaba sosegado ahora y yo me hallaba llorando como un jodido bebé debilucho, pero realmente me sentía tan condenadamente mal que deseé no haber nacido.

—Soy un hijo de puta… —me lamenté mientras lo arrullaba entre mis brazos y él solo suspiraba hastiado.

Parecía no sentir ya dolor por su historia mil veces vivida, pero en verdad yo sabía que debía dolerle incluso más que a mí. Quizás no le quedaban ya lágrimas.

—No te diré que no. —dijo risueño y aunque yo reí por ello no logré cesar la caída de mis lágrimas.

Ese día no estudiamos, tampoco hablábamos. Dolía demasiado. Solo me pasé todo el rato en la cama, abrazándolo cuando él se pasaba por la habitación una vez volvía de hacer la compra u otras cosas.

—Hagamos como que no hemos tenido esta conversación ¿Sí? Me duele recordarlo y con que lo sepas y guardes el secreto me basta. No quiero hablar más de ello, nunca.

Accedí sin titubear, parecía cansado, aunque el ritmo del día había sido lento y tortuoso. Ojeras grandes, piel grisácea y ojos inyectados en sangre.

Lucía tan enfermo.

Por suerte al siguiente amanecer despertó radiante y preparó huevos con salchichas para desayunar. Quise ayudarle, pero mis intentos por preparar algo decente acabaron con un chisporroteo de aceite caliente sobre mi piel y yo gritando como un marica, como él cuando le golpeé en el pasado.

—Ven. —dijo él rodando los ojos y sacando el pequeño botiquín de la mesa para acercarse a mí.

Me había quemado un poco y no era nada grave, solo pequeñas gotitas enrojecidas en mi piel, pero sí que había una marca levemente preocupante de cuando ladeé la sartén y un chorro de aceite se vertió en mi antebrazo.

Lui me curó con mucho cuidado. Podía haberlo hecho de forma dolorosa y eficiente, por pura venganza quizás, pero sin embargo pude ver como se esmeraba en que no me doliera. Apenas sentí nada antes de que pegara una gasa con esparadrapo en mi quemadura.

—Mucho boxeo, pero pocos huevos, por lo que veo. —bromeó tomando la sartén por el mango y rescatando el huevo frito que yo había desatendido.

Reí por el doble sentido de esa frase, no me resultó hiriente para nada porque era Lui quien bromeaba, pero de ser, por ejemplo, Jer, le había dado una buena torta y ni decir que hubiese hecho si fuera alguien con quien no tenía confianza.

Mi teléfono sonó, pero tardé en coger, impresionado porque Lui comenzó a cantar en voz baja la letra de mi melodía.

—I can feel the animal inside… — su voz de ángel sonaba tan cómica en contraste con los tonos raspados del verdadero vocalista que me quedé ojiplático unos segundos — ¿No lo coges?

—¡Ah, si! —dije saliendo de mi estupor para contestar por fin sin siquiera reparar en quién me llamaba.

—¡Cabronazo! ¡Fiesta, tías y alcohol gratis, esta noche! ¿Te apuntas?

—¿Jer? ¡Pues claro, joder! ¡Hace tanto que no salgo de fiesta! Bueno, espera. Estoy con un amigo, le diré que venga.

—¿Un amigo? Pero si estoy con toda la pandilla ¿Quién es? —mi sangre se congeló en ese preciso instante, una vez les dijera que era Lui quien estaba conmigo no se me ocurría ninguna situación en que todo pudiera acabar bien, pero supongo que años sin tocar un libro me jodieron el cerebro, así que fui tan idiota de responder.

—Louise. —dije con simpleza, quedándome tan ancho como si acabara de nombrar a cualquiera de mis colegas.



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En el texto hay: bullying, gay, gay homosexuales lgbt

Editado: 29.08.2018

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