Matteo.
Unos le temen a la noche por qué según ellos se comenten los crímenes más atroces, y, están en lo cierto, pero jamás se llegarán a imaginar todo lo que sucede bajo el manto nocturno.
Yo soy uno de los que dan orden para terminar con vidas que en su momento nos sirvieron, pero decidieron traicionar a la Familia y eso solo tiene una consecuencia, la muerte.
Lo que hacemos no está bien visto por la sociedad, sin embargo no cuestionan a las religiones manipuladoras y la basura política que los gobiernan, qué solo les dicen lo que quieren oír y así tenerlos como buenos borregos y vendiendo una falsa esperanza que no existe.
En mi mundo retorcido tú eres el Dios de cada vida que se involucra en la mafia. Decides quién muere o vive.
Mis manos están manchadas de sangre. He acabado con la existencia de quienes lo merecían porque así lo dicta nuestro juramento. Es mi vida o la de ellos.
El hombre que estaba sentado en la única silla que había en la habitación miraba a todos lados buscando una manera de escapar.
Sonreí, esto iba a ser fácil.
Troné mis dedos y me dirigí hacia él.
— ¿Para quién trabajas? — pregunté fríamente.
Quería acabar cuanto antes esto.
En la habitación se encontraban varios de mis hombres esperando una indicación para poder darse un festín con este idiota. Se movían inquietos por participar.
— ¡Yo no trabajo para nadie, soy un hombre de familia!.— gritó nervioso. Eso me dio la respuesta que necesitaba.
Negué con la cabeza y dirigí una mirada rápida a uno de mis hombres de confianza. Malegno. Él hizo un leve movimiento con su cabeza y sonrió siniestramente.
—Primer error
—¡Es la verdad!
—Podemos hacer esto fácil, me dices para quién trabajas y será una muerte rápida—dije—. O, podemos hacerlo lentamente hasta qué termines recitando toda la biblia de lo mal que la vas a pasar.
Me acerqué a la mesa donde estaban todas las armas que íbamos a usar, cuchillos, pistolas, cuerdas y muchos artilugios que haría salir corriendo a más de una persona.
Pero hoy no tenía paciencia para estos juegos, era hora de empezar.
Tomé un cuchillo y lo clavé en la pierna del tipo y esté gritó retorciéndose del dolor.
—Desnúdenlo. — Ordené.
Mis hombres procedieron a hacer lo que les mandé, cortaron su ropa hasta que solo quedaron trozos de tela en el suelo.
El tipo miraba a todos lados, no entendía por qué pedí eso. Nuestras miradas conectaron y sonreí disfrutando en el pánico en su rostro.
Empecé cortando trozos de carne de su pierna y clavando sin tocar partes importantes para qué durará lo que tenía que durar.
En mi mente solo estábamos los dos en esta lúgubre habitación. Dejé de escuchar sus alaridos y ataqué si piedad.
Golpe, cuchillo, golpe.
Su cuerpo y rostro ya eran irreconocibles para mí. Lo golpeé hasta que me cansé, y mis nudillos sangraban.
Un grito agudo resonó y me sacó de mi mente .
Me alejé para ver lo que había causado.
—Es...tá bien —tartamudeo—. Nadie conoce s...u ca...ra —titubeó—.El jefe sólo envía las órd...enes por me...dio de cartas.
Era difícil entenderle debido al dolor.
Lo último me sorprendió, ¿Quién enviaba una jodida carta para dar órdenes?
—¡¿Qué tipo de cartas?!– grité.
—No… lo… sé, solo… hay una persona que lo conoce y, es quién da la or…den para que hagamos lo que quiere. — su voz era cada vez más débil.
Estaba como al principio, en la nada no sabíamos quiénes eran lo que trataban de adueñarse de nuestro territorio.
Se darían cuenta de que uno de sus hombres había sido secuestrad, y sabrían que la famiglia de Leone estaba detrás de todo y ellos tendrían más precaución en hacer sus trabajos.
¡Mierda! Di un golpe en la pared, estaba enojado, nada últimamente salía bien.
Habíamos perdido un cargamento de droga que venía de Sudamérica porque un traidor vendió esa información a esta nueva mafia.
—Malegno, acaba con este bastardo— sus ojos brillaron porque tendría su ración de sangre.
Era un tipo duro, sin remordimiento que disfrutaba infligir dolor tanto como comer.
Su altura se posó frente al hombre moribundo y gruñó. Si yo había sido sádico no sabía lo que le esperaba con él.
Me dirigí a los otros que 2 hombres que solo eran meros espectadores
—Cuando termine ya saben que hacer – no se necesitaban explicaciones.
—Si, jefe. —Respondieron.
Unos ojos grises vinieron a mi mente, ella era en parte culpable mi estado de ánimo, necesitaba salir de aquí. Y olvidarme por un momento del desastre que se estaba convirtiendo todo esto.
No necesitaba distracciones cuando tenía que resolver este problema e informar a los otros capos.
Serían unos días ocupados.
*****
Mya.
El sol estaba en su mayor esplendor en Sicilia. Era verano y tendría que aprovechar para coger un buen bronceado.
Había llegado hace unos días a la casa de mamá, estaba sola y me suplicó que la visitará, ya que la tenía abandonada desde que tengo mi propia casa.
Sin embargo alguien tenía otros planes por qué se colocó enfrente tapando el sol de mi cuerpo.
Abrí un ojo para ver quién se atrevió a interrumpir mi maravillosa mañana y la persona era una hermosa rubia.
De un salto me levanté, grité y la abracé con toda mis fuerzas. Ella también empezó a gritar por qué teníamos meses sin vernos
—Te extrañé.— murmuré en su hombro y saltando como niñas.
Nos separamos y la quede viendo de pies a cabeza, estaba hermosa con su vestido rojo ceñido al cuerpo. Rodé los ojos al notar como giraba modelando.
—¡Estás espectacular!
—Eso ya lo sé boba —dijo con gesto fingido de superioridad — ¡pero tú no te quedas atrás!
Imité su gesto anterior y modelé el traje de baño que traía y empezamos a reírnos como dos locas, después de todo eramos mejores amigas.
Volví a abrazarla, la había extrañado tanto.
Alessandra era la hija menor de Alessia y Biagio de Leone. Se había ido a América por qué ella no podía soportar el gélido invierno de Europa. Amaba la vida caribeña, era una alma libre y eso le molestaba a su familia por qué no podían controlarla. Pero a donde quiera que fuera su familia y en Especial Matteo controlaba su estadía porque su seguridad no era discutible.
Eso al principio le enojó muchísimo, pero tuvo que aceptarlo porque era eso o se quedaba en su jaula de oro como ella lo llama.