Hoy le hable de nuevo,
y el mundo cambio de color.
Las palabras llenaron mis labios,
pero ninguna se materializó.
Quise decirle que la extraño.
Quise decirle que no la olvide.
Quise decirle que la amaba.
Pero no tuve la valentía de confesar.
Cual cobarde ladrón que desea una joya.
Camuflé mis palabras para que no me deje otra vez.
Me alegra que estés bien, confesé.
Me alegra que estés bien, respondió.
Y en aquella frase, se refugió mi corazón.