Corazón Delirante

22 de febrero, 2018

Al despertar, instintivamente busqué mi teléfono bajo la almohada. Sentía el estómago compacto, como si los nervios lo apretaran cada vez más. Y lo hacen. Me refregué ambos ojos con el dorso de la mano antes de desbloquear la pantalla:

Sin notificaciones previas.

Suspiré. Me lo esperaba.

Alex rara vez se enoja por mucho tiempo, hasta podría decir que esta es la primera vez que peleábamos en serio. Sé de personas con las que él ha discutido sin arreglarse al rato pero tengo fe en que esta vez no será así. Somos más que eso. Sigo sin comprender que fue lo que pasó, fue tan repentino, que no me di el tiempo de ponerle atención a los detalles.

"Ya no doy más."

¿De qué, qué hice? Siempre me he preocupado de que mi amistad con Alex y May esté sobre todo y todos. Con ella jamás he tenido ningún tipo de problema o inconveniente, espero que eso no cambie, pues en diez años no lo ha hecho. Alex y yo llevamos ya unos años hablando, pero llevamos poco siendo mejores amigos y siento que eso puede perjudicarnos. Conoce mis puntos débiles mejor que yo misma, aunque no sé si mejor que May. sabe como manejarlos cuando comienzo a perder el control. Es por esto que los últimos días han sido tan difíciles para mi.

No quería levantarme de la cama. Si lo hacía, sería un día como cualquier otro, y no tenía ganas de pasar por eso una vez más. Comenzaba a aburrirme de mi forma de vivir. Los días se me hacen largos, las noches se me hacen cortas, mi rutina es exactamente igual todos los días, mi piel arde constantemente por el exceso de calor y no hay día de la semana en el que mi cabeza no esté llena de arena. Además, presiento que el paso del tiempo no mejorará las cosas, incluso quizás las empeoren. Espero equivocarme.

Sabía que si bajaba, mis papás comenzarían a preguntarme cuales son mis planes para hoy. Si les decía que no tenía ganas de salir, pensarían que me pasa algo o que estoy enferma. Una de ellas no es del todo mentira. Odio no poder pasar un día completo en mi cama durmiendo. A veces es lo único que tengo ganas de hacer.

Me puse un par de calcetines de lana, amarré mi cabello en una coleta baja y encendí mi computador. Sentí algo vibrar bajo mi mano, pero no tenía ánimo suficiente para contestarle a nadie. No le puse atención, continué haciendo mis cosas. Cuando la pantalla termino de cargar, puse música casi de inmediato. El sonido de la guitarra de Kurt Cobain retumbó en mis oídos, reconociendo en de inmediato la letra de una de las mejores canciones jamás escritas. Las letras de sus canciones son profundas en general, pero esta canción es capaz de llegar a los rincones más escondidos de mi ser.

Abrí una página en blanco sin saber muy bien que quería escribir, pero ya se me ocurriría algo. Tomé un lápiz de mi velador y comencé a dibujar un corazón en el dorso de mi mano. Recordé entonces una noche en la que toda mi familia estaba sentada en la terraza mientras Daniel y yo jugábamos cartas y hablábamos en mi habitación. Las cosas habían cambiado, ya no éramos niños. Ya no había esa confianza entre nosotros que nos hacía más amigos que hermanos, pero aunque lo veía difícil , trataba de recuperar el vínculo que solíamos tener.

Recuerdo que fue ahí cuando me dijo que no sabía que sería de él en un par de años. Igual que a mí, aún nos quedan tres años antes de salir del colegio, a pesar de que él sea un año mayor que todos nosotros. Gia también lo es, ambos repitieron un año. Estaba por cumplir diecisiete y lo único que le gustaba era jugar al rugby.

—No quiero estudiar, Lis —me dijo aquella vez —. Será lo mismo que la secundaria, pero mil veces peor. No estoy preparado, no soy lo suficientemente maduro como para abarcar algo así.

Después de eso estuvimos horas hablando, pero decidimos nunca volver a tocar el tema. Daniel no es una persona convencional. Dudo que su futuro lo sea. No tenía nada claro en ese entonces, y dudo que ahora lo tenga. Tenía miedo a la reacción de nuestros papás, a que es lo que harían con él, pero este año sería distinto, el verano se acaba, y con él, el tiempo para tomar decisiones. Me he fijado en lo que ha estado haciendo las últimas semanas y me alegra darme cuenta de que esté naciendo una enorme pasión dentro de él.

Fui a dejarle unas toallas limpias a su habitación, pero no se encontraba en ella. Probablemente había salido a trotar. Sobre su escritorio había un enorme lío de papeles y libros. Me extrañó mucho. Daniel no lee mucho, sino nada, y como casi todos, olvida lo que estudiar significa una vez que salimos de vacaciones. Tomé una carpeta roja forrada en plástico y la abrí, cuidando que nada se saliera de su lugar. Dentro de ella había un enorme texto con el título: "La historia de Amadeus Mozart, Daniel Fargo". Me impactó ver como los papeles que habían sobre la mesa eran partituras y letras de canciones, originales, modernas, clásicas... y una carta de inscripción para la Academia X de Arte y Música en la capital.



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En el texto hay: mentiras, amor, amistad

Editado: 31.12.2019

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