Víctor
Cansado de estar escondido en mi habitación salgo de esta, sí, escondido, cenar con la familia significa tener que ver a Aylin y eso es algo que no quiero hacer, no solo por las palabras hirientes que dije, también por lo que verla hace conmigo, odio que sea así. Camino por el pasillo de la casa hasta que la veo a ella y maldigo en voz baja, no entiendo por qué la encuentro tan perfecta.
—¡Mamá, mamá! —escucho la voz y luego la veo, una pequeña con el cabello rubio ha salido a su encuentro y me quedo completamente paralizado, ¿ha dicho mamá?
—¿Qué pasa mi amor? —veo como Aylin se agacha frente a ella.
—Quiero que juguemos fuera de la casa —pide la niña con una voz encantadora que me saca una sonrisa.
—Está bien, ahora te alcanzo —la pequeña sonríe —pero Elizabeth, no corras por la casa —Elizabeth, ese es su nombre y este queda dando vueltas en mi cabeza mientras observo la escalera por la que la niña ha salido corriendo, siento como el aire me falta, es rubia, es preciosa aunque no se parece mucho a su madre y una sola pregunta da vueltas en mi cabeza.
—¿Es tu hija? —cuestiono aunque eso ya ha quedado claro, Aylin voltea sorprendida hacia mí —La niña —me acerco a ella —¿la niña es tu hija? —cuestiono confundido, nadie me dijo que ella tenía una hija y aún hay una pregunta que ronda mi cabeza.
—Sí, es mi hija —Aylin se cruza de brazos.
—¿Qué edad tiene? —suelto mirando sus ojos y entonces noto el nerviosismo en ella, cosa que hace que mi corazón lata desesperado, no puede ser, no ahora, ¿por qué? Mi mente intenta ir al pasado, a esa noche, ¿nos cuidamos? Sencillamente, ahora mismo no lo recuerdo, pero es que tampoco he visto al padre de la niña, hay muchas preguntas en mi cabeza y Aylin parece haberse quedado muda, su reacción solo indica una cosa y rápidamente me acerco a ella.
—Responde Aylin —hablo ya enojado —¿qué edad tiene?
—Por favor —ella mira mis ojos —no hagamos drama, no tiene importancia, es más, olvida que la has conocido —intenta irse, pero sujeto su brazo.
—No, no —bufo —háblame
—Pasamos una noche agradable, pero fue hace mil años, así se siente —ella se aleja de mi agarre y sé que solo se desquita lo que le dije en la mañana —ya que no tuvo ninguna importancia y ahora el que sepas de mi hija tampoco la tiene
—El problema es que tu hija parece tener unos seis años y
—Y es mi hija, solo mi hija —masculla mirándome y entonces todo queda claro —no te preocupes, olvídate de ella, tienes un matrimonio que llevar a cabo con mi hermana, no arruines eso, no hagas dramas —pide y entonces va hacia su habitación, he quedado paralizado, ni siquiera la sigo y ella ya se ha alejado, paso consternado las manos por mi rostro, no, no puede ser, tiene que ser una broma, un sueño o bueno, una pesadilla, ¡maldición!
Doy dos toques en la puerta y espero, cuando escucho su voz entonces empujo esta, detrás de un escritorio encuentro al padre de Aby con unos documentos en sus manos y unas gafas para leer, el despacho huele a madera y a tabaco y en silencio tomo asiento frente a él, debo decir que el hombre tiene buen gusto y cuando mira mis ojos le sonrío a pesar de lo mal que me he sentido, no he podido dormir en toda la noche pensando en esa niña y en su madre.
—Pareces cansado Víctor —respiro hondo.
—Aby me dijo que quería hablar conmigo y aquí estoy antes del desayuno como ha pedido —él asiente —señor Walter, ¿ha pensado en mi oferta de invertir en su empresa?
—Antes de hablar de eso quiero que sepa que la empresa no va bien, hace unos años tuve que retirarme, dejé esta en manos de Aby, también en manos de mi hermano y de un buen amigo mío, la cuestión es que ahora afrontamos problemas Víctor.
—Eso ya lo sé y tengo dinero para invertir, solo que —suspiro —me gustaría estar dentro, no solo prestar mi dinero, quiero tener acciones —el hombre asiente.
—Te casarás con mi hija y quizás deba confiar en ti
—Puede confiar en mí —él baja la mirada
—La confianza es algo difícil de ganar Víctor, ya la di a las personas que dirigen mi empresa y no lo han hecho nada bien —mis ojos se entrecierran
—¿De qué está hablando?
—Sospecho que alguien me está robando —suelta sin rodeos —todo fue bien hasta que tuve que salir de ahí, diseñamos autos Víctor, los mejores, pero nuestros diseños últimamente se han filtrado antes de sacarlos a la luz o simplemente hemos sufrido algunos sabotajes en los lanzamientos, la cuestión es que la empresa está prácticamente en la quiebra —él toma un papel en su mano —conozco a tu familia, sé que tu apellido es uno de los más importantes y quiero que dentro de la empresa seas mis ojos —él extiende el documento —no solo me comprarás acciones, ¿entiendes? —observo el papel frente a mí.
—¿Pretende que vigile a mi futura esposa, a su hermano y a su mejor amigo? —miro sus ojos
—Entre otros, quizás no sean ellos, eso es algo que no sé, pero me gustaría salir de dudas —sigo mirando sus ojos, al fin tendré acciones en una empresa, ¿el problema? Está en ruinas, pero si logro que salga adelante entonces mi padre estaría orgulloso.
—Acepto —digo sin dudas y él sonríe.
—Bien, por ahora no digas nada a nadie, luego todos sabrán —asiento y entonces pongo mi firma en el papel.
Me preparo para bajar al desayuno y luego de mirarme en el espejo suspiro, entonces la veo, su pequeña cabecita rubia asomándose y sonrío mirándola a través del espejo, ni siquiera he tenido que ir hacia ella.
—¿Te has perdido? —mi pregunta la asusta y entonces me mira, yo me doy la vuelta y sus ojos azules se topan con los míos del mismo color, es preciosa, una muñeca.
—Eres el novio de mi tía ¿verdad? —rompe el silencio la pequeña mirando mis ojos y mi sonrisa se amplía.
—Y tú eres Elizabeth, ¿cierto? —cuestiono luego de asentir y ella sonríe, es preciosa, hipnotizado me acerco a ella que ha entrado ya por completo a la habitación, hice bien en dejar la puerta abierta. —¿Qué edad tienes Elizabeth?