Corazón desesperado

Capítulo: 9

Aylin

Me acerco a mi pequeña que está acostada sobre la cama, se ha mantenido en toda la cena callada y apenas hemos hablado, quizás aún sigue enfadada conmigo y eso me mata por dentro por lo que tomo asiento a su lado y acaricio su cabello con cuidado, no debí hablarle mal, quizás deba entenderla mejor, ahora he cambiado toda su vida al traerla hasta aquí y aunque está feliz eso puede ser estresante, además, ella sueña con su padre y yo me niego a darle un simple nombre, es normal que se moleste y debo tener paciencia con ella.

—Eli —susurro sin dejar de mirarla —te amo mucho mi amor —añado y entonces la pequeña se mueve y me mira quedando boca arriba en la cama.

—También te amo mami —sonrío

—¿Sigues enfadada conmigo? —suspira

—Perdóname —baja la mirada —no debí gritarte —murmura y mi sonrisa aumenta.

—Yo también lo siento —toco su mejilla —siento mucho que hallas crecido sin un padre Elizabeth, siento mucho que tus deseos en cada cumpleaños no se cumplan porque siempre pides lo mismo y es algo que no puedo darte, mi vida

—¿Por qué no me dices su nombre? —ella mira mis ojos —¿le conozco mamá? —me pierdo en su mirada —¿es por eso? —se sienta en la cama —¿le conozco y no me quieres decir porque él no quiere ser mi papá? —sigo en silencio pensando bien mis palabras, no puedo decirle que su padre no la quiere, le rompería su corazón y aunque Víctor es un canalla y mi hija no le merece, hablar mal sobre él, no es una opción.

—Todo es muy complicado mi amor —hablo sin saber que más decir y siento que ella me estudia con su mirada.

—Hice algo mamá —la miro confundida —tengo un secreto —sonrío.

—¿Y no me lo vas a contar? —ella niega con su cabeza —Eli

—Sé que no puedo mentirte ni esconderte nada, pero es algo bueno —ella sonríe —lo prometo mami —Elizabeth me abraza y solo la envuelvo en mis brazos pensando en eso, ¿qué secreto puede tener? Quizás son solo cosas de niños, quizás solo rompió algo y no quiere decirlo, por lo que no pregunto más y me quedo abrazada a ella un rato más.

Camino por la gran empresa con una sonrisa en mi rostro, todos me saludan al verme y debo decir que me hace feliz caminar por aquí, la empresa donde crecí, estudié toda mi vida para trabajar aquí y suspiro sintiéndome en casa. Al llegar a la oficina a la que iba toco la puerta con cuidado.

—Adelante —escucho la voz ronca y sonrío, luego empujo la puerta y entro, él ni siquiera levanta la mirada —estoy ocupado así que

—Te hace falta una secretaria —mi voz le hace mirarme y su boca se abre en una O, luego quita rápido sus gafas.

—Ay —se calla —¿Aylin? —sonrío y se pone de pie —por Dios eres tú —agrega y rápido viene hacia mí.

—Hola tío —el único hermano de mi padre me abraza fuerte.

—Jolín no engordas nada —río cuando me da vueltas en círculos.

—Ya basta Albert, no soy una niña —refunfuño riendo y él me deja en el suelo, siempre le vi como un gigante de lo alto que es, incluso mucho más que mi padre.

—Hablando de niña —sus ojos se entrecierran —¿dónde está la rubia de la familia? —sonrío

—Está en casa —él bufa y señala una silla, voy hacia esta y tomo asiento, luego Albert se sienta frente a mí.

—Debiste traerla, solo la he visto par de veces, ¿ya esa enana creció algo? —sonrío

—Ella odia que le digas enana —sonríe ampliamente y toma mis manos.

—Hugo ya me dijo —dice mirando mis ojos —vivirás acá y vas a trabajar aquí —asiento con lentitud y su sonrisa se hace mucho más grande —te necesitamos Aylin, esta empresa está mal, en crisis y los empleados son unos aburridos porque hacen todo lo que tu hermana pide —sonrío.

—Hablando de mi hermana —suspiro —¿dónde queda su nueva oficina?

—Es la que era de tu padre —bufa soltando mis manos y se pone de pie

—Bien, debo verla, saber dónde voy a trabajar y con quien —él me mira

—¿Acaso no lo sabes? —niego con lentitud —por Dios —susurra y me asusta

—Sé que hay nuevos socios en la empresa

—Y llegará otro —él mira su reloj y frunzo el ceño, eso no lo sabía —pero al área de contabilidad.

—Papá no me habló de eso.

—Pues tendremos nuevo accionista, ponte al día —me guiña un ojo y voy hacia la puerta —Aylin —le miro antes de salir —el almuerzo de hoy es conmigo —sonrío

—Por algo eres mi tío favorito —él solo se echa a reír y salgo de su oficina, respiro hondo antes de ir hacia donde está mi hermana y odio ver que todo está pintado de blanco, además, hay un gran silencio en todo el lugar como si no hubiese nadie, no sabía que mi hermana era tan recta trabajando y cuando veo la oficina de esta voy hacia ella.

—Aquí estoy jefa —digo cuando me hace entrar y ella sonríe —quiero saber dónde voy a trabajar.

—Eso será algo molesto, hermanita —dice mirando mis ojos —porque no había lugar para ti, tu antigua oficina está ocupada —bufo

—Sabes que solo necesito una mesa —ella asiente

—Aylin —se pone de pie —quiero pedirte perdón —se acerca a mí —la última vez que hablamos yo

—No pasa nada —toma mis manos

—Debo admitirlo, siento celos —mira mis ojos —tú haces todo bien y papá

—Papá te ama mucho Aby —sonrío —no seas boba y no tienes que pedirme perdón, son cosas de hermanas —ella sonríe.

—Bien, te amo hermana —ella me abraza rápido —mi secretaria te va a mostrar donde vas a trabajar y no te asustes.

—Descuida, he trabajado estoy segura en lugares peores —Aby ríe y solo voy hacia la puerta.

Dije que había trabajado en lugares peores y quizás no era mentira, pero tampoco esperaba algo como esto, respiro hondo mirando el sitio en donde me dejó la secretaria de mi hermana, es prácticamente un almacén, sin ventanas, con una sola puerta y una suciedad enorme, bufo, al menos pudieron limpiarla un poco aunque supongo que eso va a tocarme a mí, hay además, papeles y libros por todos lados, una mesa rota y una tenue luz en el techo.

—Mierda —susurro sabiendo que tengo mucho trabajo.




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