Corazón En Guerra

*Dos*

Vestido

—No entiendo cómo es que no fuiste capaz de decirle —murmura mi jefa.

—No fui lo suficientemente valiente cada que fue a mi casa, además siempre iba con su novia y no quería arruinar sus pocos momentos.

—Que tú permitiste que pasaran bajo tu techo —acusa nuevamente.

—Ya lo sé —termino de lavar las brochas.

—¿Cómo vas?

—Espero no me de un ataque en el auto camino a la boda —dejo todo ordenado.

—Bueno, ya vete. Te tienes que duchar, hidratar tu cuerpo y el cabello. Yo llego en unos treinta minutos.

—A la orden, jefa —digo divertida haciendo una pose militar.

—Ya vete —dice entre risas.

Salgo y me voy corriendo, por suerte hoy no ha llovido, pero si hay un poco de humedad en el ambiente, lo que hace que el día no esté muy helado y lo agradezco. Los malditos semáforos hoy conspiran en mi contra, para cuando llego a mi casa, sólo paso a darme una increíble ducha porque la necesitaba.

Salgo y comienzo cualquier proceso de hidratación posible, me muevo por mi casa solamente en bata. Llaman al timbre y cómo ya lo esperaba, mi mejor amiga acaba de llegar trayendo infinidad de zapatos, por lo general no soy de utilizar tacones, aunque me gustan.

—¿Viene la mami?

—Sí.

Subimos hasta mi habitación y mi amiga se queja durante todo el trayecto, hay que subir a la tercera planta, todo eso es mi cuarto. Se lanza al sofá y deja la bolsa de zapatos sobre mi cama.

Llaman al timbre y bajo corriendo, esta vez es mi jefa o mami, cómo le hemos estado llamando en este último mes, desde ese día en el restaurante, se ha vuelto mi confidente, casi que una madre. La llevo conmigo hacia mi habitación, ahora mi mejor amiga ha encontrado mi escondite de los chocolates.

—Esto es el cielo —dice comiendo una trufa.

—Cuidado, te puede hacer mal tanto chocolate —murmura nuestra mami—. Sólo es que me preocupo por ustedes.

—Cómo tu digas —mi amiga deja mis dulces de cacao y se sienta en el sofá—. ¿Qué tienes para ir?

—Tengo dos opciones, que ustedes señalaron cómo lo mejor de lo mejor. Creo que ustedes querían que yo fuera desnuda.

—Es que si le llegas a confesar ahora, entonces él podrá ver lo que se perdió, así de simple —musita mi jefa mientras se recuesta en mi sofá.

—Oye, tu cama es impermeable —dice Tanya sorpredida.

—¿Lo comprobaste?

—Sí —sonríe fingiendo inocencia, pero la chica es todo menos eso.

—¿Cual es el problema de ustedes con tinturarse el cabello de colores? —pregunta Mami viendo el cambio de look de mi amiga.

—No lo sé —admito y le muestro los vestidos.

—Ese se ve muy ajustado —señala mi amiga indicando el vestido negro.

—Me encanta el cuello asimétrico y la abertura de la manga —me señala el baño, lo cual significa que quiere que me lo pruebe.

Me miro al espejo y de inmediato se que es demasiado, esto no me serviría si estornudo, pues se me vería hasta el alma. Es muy corto o a mi me queda así, antes no se me veía tan así, me llegaba hasta la mitad del muslo.

—Wow, te creció el trasero —Tanya puede haberle atinado—, antes no se te veía tan corto.

—Cierto, si llegas a estornudar se te verá el trasero y algo más.

Les enseño el otro vestido, es un vestido cruzado, de hombros caídos y un nudo lateral. En lo personal, a mi me encanta, sobre todo por el color gris oscuro que hace un contraste suave con mi cabello.

—Ve a probarlo —dice mi jefa no muy convencida.

Me lo pruebo y me encanta, definitivamente me creció más el trasero, pues este, ahora me llega a medio muslo y mucho más ceñido que antes. Salgo y ambas están bebiendo vino, no sé cuál de las dos es más atrevida que la otra.

—Me gusta el cuello —dice Tanya, cómo que es cerrado pero no.

—Descubre un hombro —ordena la platinada, hago lo que dice—. Me gusta.

—Se te ve muy bien —chilla mi mejor amiga—. Además la teoría ha sido confirmada te creció el trasero.

Voy a mi tocador y busco mi collar, es de tres cadenitas y cada una tiene un dije distinto la más larga tiene una luna, la del medio tiene muchos corazones, la de arriba es casi una trenza y luego viene la cinta dorada que rodea mi cuello. 

—¿Qué tal?

—Se ve muy bien y es muy tu —dice Mami.

—¿No vas a llevar pendientes? —niego con la cabeza, pues con mi cabello ya es suficiente.

—¿Bolso? —les enseño mi bolso de mano negro, que tiene la tirita de cadena dorada, hace juego con mi outfit.

—¿Zapatos? —esta es la parte que más le emociona a mi mejor amiga.

Abre la bolsa y saca infinidad de cajas de tacones, mi jefa me mira sin creer todo lo que ve, pero es que mi amiga es fan de ellos y no le importa endeudarse a costa de tener otro par.

—Podrían ser unos botines —digo mientras arreglo mis ondas naturales.

—Aquí tengo unos —busca tres cajas y me las enseña.

—¿Muy altos o sólo altos?

—Altos —digo convencida, pues ni idea si la boda será en interior o exterior.

—Aquí, los únicos —mi amiga me pasa una caja.

La abro y saco unos botines negros que parecieran de cuero, aunque no lo son, el borde es de terciopelo y se ve muy bien, llegan un poco arriba del tobillo. Son de acabado en punta, aunque no mucha y el tacón es aguja. 

—Genial —musitan, al verlos puestos.

—Te ves muy bien.

—¿Cómo será tu maquillaje?

—No lo sé, quiero resaltar mis ojos pero no demasiado y tampoco sé cómo llevar mis labios.

—Labios mate en tono 250 seeker . Algo sencillo en los ojos, tal vez un delineado foxy te iría bien —propone mi jefa y le doy la razón.

Me maquillo mientras que ellas sólo hacen preguntas respecto a mi cama y mis sofás impermeables que son de tela suave, pero que aún así ni siquiera se manchan. Termino mi maquillaje a tiempo, lo sello porque si llego a llorar no quiero que acabe todo corrido.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.