Celos
—Vine en moto —le digo sonriente y ella me abraza.
—Te felicito, cariño.
—Gracias, aunque creo que todo es mérito de Scott —sonríe de medio lado.
—¿Scott? —pregunta obviamente insinuando algo.
—Es una larga historia, pero está todo bien.
Sonríe y se va a su oficina. Comienzo a maquillarme mientras que las chicas charlan esperando la llegada de sus clientes, mi cliente no debería llegar hasta treinta minutos o algo así. Me quedo tranquila intentando trabajar hasta que llega mi mejor amiga.
Cuando se hace un espacio libre de trabajo es que las preguntas llegan a mi cabeza porque siento que he estado soñando, me he sentido en una nube durante todo el día, una nube de algodón perfumada con el mejor de los perfumes masculinos. Siento que he sonreído y suspirado más que nunca en mi vida y eso me hace dudar, darle vueltas a lo mismo una y mil veces. Sinceramente, a veces me odio ¿No puedo simplemente vivir?
—Harper, te buscan.
De un salto voy a recepción porque me encontraba en el área de tinturación, no corro pero si camino más rápido y ni siquiera pienso en quién puede ser, nada más pienso en quién quiero que sea, es por eso que verlo a él sí me pega duro en el pecho dejándome sin aire.
—¿Qué haces aquí? —cuestiono casi en blanco y muy, muy, muy confundida.
—Hola Harper.
—Insisto ¿Qué haces aquí? Y no voy a volver a preguntar.
—Pues, no respondiste y pensé que era mejor recordarte mi presencia —dice cómo si nada, como si su presencia no me afectara en nada.
—¿No que estabas fuera del país?
—En realidad, hoy es nuestro vuelo y quería verte, Harper —es ahora recién cuando se decide a acercarse y toma mi mano, lo que me confirma que esto sí está pasando—. Lo pensé mucho, necesito que me confirmes que me vas a esperar, necesito que vas a estar aquí a lo que vuelva. Por favor, Harper, necesito que me digas que me amas tanto cómo yo lo hago.
—¡Ay por Dios! Usher —digo casi llorando, porque esto es lo que quería, esto era lo que soñé tantas veces y ahora que está pasando siento que el corazón se me saldrá del pecho—. Te lo puedo repetir cuantas veces quieras, pero te aseguro que nadie más que tu es dueño de mi corazón.
Se acerca y acaricia mi mejilla suavemente, ve a mis ojos y el verlos brillar cual estrella en la noche más oscura, me hace sonreír incluso llorando. Mira mis labios y yo hago lo mismo antes de poder tomar el aire justo para no morir en ese beso tan ansiado, creo que por parte de ambos. No hay nada alrededor nuestro, no existe nada más que nuestro calor, nuestra aura del color más bonito y vibrante, rodeo su cuello y me dejo llevar por él, por sus labios, por nuestros latidos, nuestros corazones sincronizados. Por nuestro amor.
—Te amo, Harper —susurra cuando nos separamos.
—Sólo te quiero pedir una cosa, Usher —besa desde la punta de mi nariz hasta el centro de mi frente—. Por favor, no tardes demasiado, ya hemos perdido demasiado tiempo.
—Estaré aquí cuando menos lo esperes —vuelve a besar mis labios y sin más palabras sabemos que se debe ir.
Un último abrazo, un último beso y lo veo alejarse, no me da la espalda si no hasta que cierra la puerta de salida tras de sí. Cuando vuelvo tengo a varias de las chicas pendientes de mí, todas chillan conmigo de pura emoción y corren a abrazarme. Sin haber superado el momento, tengo que volver a trabajar porque creo que el tiempo de tintado ha pasado.
Me acomodo mi cabello que se ha despeinado ligeramente, luego rápidamente le escribo a Tanya lo que ha pasado, aunque debe de estar trabajando y puede que no lo vea hasta la tarde.
—Señorita ¿Si me va a atender?
—¿Con quien agendó?
—Sandra Rise.
—Ella no está, pero dígame que necesita.
—Era un maquillaje para una celebración de divorcio.
—Enhorabuena —digo un tanto divertida por su entusiasmo con la celebración—. ¿Me dice cúal es el maquillaje que tenía en mente?
—Claro.
—¿Me espera? Debo lavar el cabello de ella y luego peinarlo —asiente y yo voy con mi clienta.
Rápidamente hago todo el proceso como corresponde y cuando mi clienta se marcha, dice que volverá dentro de unos días por algunos otros servicios. Vuelvo a donde tengo esperando a la otra señora y pregunto a las demás chicas por Sandra, pero ninguna sabe de ella. Ya que mi compañera realmente no está, entonces debo comenzar con el maquillaje, obviamente preparando muy bien la piel.
Pasado el tiempo y con la mitad del maquillaje hecho, llega Sandra y mi clienta que tenía programada, debido a que yo ya estaba atendiendo a una, Sandra se ocupa de mi chica pidiendo mis consejos de vez en cuando.
Terminada la jornada y observando hacia el exterior, noto que ya está anocheciendo debido a que hoy he extendido mi horario de trabajo. Me da pavor tener que salir así, sobre todo luego de lo de ayer, por lo que mejor me siento agachando la cabeza y comienzo a contar desde mil hasta el que sea necesario.
—Y si en lugar de cerrar los ojos pidiendo un mundo mejor ¿Te llevo a tu casa y me das a Sauvage? —dejo salir una risita y niego mientras la sonrisa que crece me hace achinar los ojos.
—¿Tiene otro casco, soldado?
—Especial para ti —dice mientras me tiende uno cómo los de él.
—Entonces, vamos. Pero ni sueñes con que te daré a Sauvage, es mío.
Pasa un brazo por mis hombros dirigiéndome a la salida, deja un beso fugaz en mi cabello antes de alejarse para subir a la moto, lo que me hace sonreír pero me deja algo en el aire que no sé cómo interpretar, porque me gusta. Suspiro y me acerco mientras me pongo el casco.
—Te vas atrás.
—No lo creo.
—Bien, sube —se corre hacia atrás y se inclina para dejarme espacio.
Cuando ya estoy acomodada, esta se inclina y vuelvo a sentirme segura, cómoda en donde estoy pero nerviosa por lo que su perfume en este momento significa. Muerdo mi labio tranquila hasta que siento cómo la motocicleta cobra vida, si bien respiro más fuerte, no me siento tan mal cómo antes, cómo si de alguna manera saber que Scott va conmigo me asegura que nada va a pasar, lo cual suena extraño porque no lo conozco, al menos no lo suficiente.