Corazón En Guerra

*Trece*

Princesa

—Estoy bastante segura de que lo que has hecho es ilegal, ilegalísimo —la jefa llega y me mira con curiosidad, niego con la cabeza. 

Descuida, no lo hice yo —dejo salir una risita de satisfacción aunque diga lo contrario.

Eso implica que tienes cómplices, mucho peor, involucraste a más personas en un delito.

¿Es un delito querer tu número de contacto?

O tal vez, es un delito que no me lo pidieras directamente.

No te mientas, Harper —alzo una ceja esperando a que argumente—. Sabes que no me lo ibas a dar solamente para ponerme a prueba.

—¿A sí? ¿De dónde me conoces tanto?

—¿Lo admites?

—Puede —escuchar su risita me hace sentir mucho mejor, esto es muy extraño—. Tengo que trabajar, pero un gusto tener tu numero.

El gusto es mío, Harper, sobre todo por poder escuchar tu voz a primera hora.

—Para escucharme a primera hora deberías amanecer en mi cama —dicho esto, cuelgo la llamada y al verme al espejo no puedo estar más roja de lo que ya me encuentro.

Esto de ser atrevida no va conmigo, lo acabo de comprobar. Me siento donde generalmente trabajo y espero, veo a las chicas mientras que se maquillan y charlan acerca del nuevo escándalo de los famosos, yo no entiendo cual es el sentido de chismosear o cómo sea que le digan a lo que involucra charlar de la vida de otros. 

—¿Que te tiene tan sonriente, Harper?

—Pues —todas se ven sorprendidas, cómo si fuese increíble el cómo me ven ahora.

—¿Quién es el afortunado?

—¿Por qué asumes que hay un afortunado? —musito un tanto nerviosa y evitando la mirada de todas fingiendo que retocaré mi maquillaje.

—Porque ayer dijiste que llegaste en moto con un tal Scott ¿Será el mismo? Yo podría asumir que es así. 

—Sin mencionar que luego vino y con ese beso.

—Espera —creo que alguien sí se percató—. No son el mismo, Harper ¿Son dos?

Cómo dicen por ahí, el silencio apremia y pronto las escucho chillar emocionadas. Por favor que algo o alguien me venga a sacar de esto, es lo único que pido.

—Harper —suspira Sandra y se sienta a mi lado—. Dios mio.

—No es cómo lo imaginan o lo que imaginan, es extraño y ni siquiera yo sé lo que está pasando —digo confundida aunque demasiado sonriente por lo que recuerdo dije e hice hace unos momentos.

—Entonces, explicanos.

—Es que es complicado, todavía ni siquiera lo he hablado con mi mejor amiga que es mi cable a tierra —digo con pesar, ninguna está pendiente a si entran clientes o no, si mami nos viera hacer esto nos tendría a todas con la resta del sueldo de un día.

—¿Qué tan complicado?

—Es que conociéndome —suspiro sonriendo para no llorar—. Lo único que tengo claro es que en este momento mi corazón se encuentra en guerra.

Una exclamación de ternura y tristeza resuena mientras que algunas vienen a abrazarme, cosa que agradezco. Debería de haberme dado más tiempo para conocer a las chicas desde antes, igual son buenas y yo no lo sé.

—¿Qué mierda se supone que hacen ahí todas abrazadas? ¿Acaso no saben lo que significa trabajar? ¿Les pago por nada?

—Lo sentimos —decimos todas al mismo tiempo y nos levantamos, al parecer Lety está de mal humor y vamos a saber la razón cuando alguna meta la pata y vaya a ser despedida.

Al parecer algo ha perturbado a La Jefa y ahora ya no está ni sonriente ni comprensiva, todas esperamos en nuestros espacios sin dirigirnos la palabra y tampoco se puede revisar nuestros celulares. Nos miramos y esperamos a que Lety nos diga algo, pero no pasa nada, solo entra y sale de su oficina; pronto llega la idea de que haya pasado algo con su hija, pero de ser así ya me hubiese dicho porque la chica se encuentra en mi casa.

—London, a mi oficina —su grito me hace sobresaltar sobre todo porque sale del salón y por suerte la puerta tiene eso de que cierra lento por protección del vidrio.

—Si llega mi cliente le dicen que probablemente me van a asesinar —las chicas asienten y prácticamente sienten lastima por mi.

Voy a la oficina y directamente me siento en la silla más incómoda que tiene en este lugar, es el único sitio que podemos tocar nosotros, pues su sofá y la silla acolchada más cercana al escritorio es suya. Rápidamente y aprovechando, busco mi celular y reviso si tengo mensajes o llamadas.

*

S de sauvage

¿Tienes planes para la tarde?

¿Sigue tu hermano en casa?

Aló

Soy Scott Turner

¿Harper?

Lo siento, mi jefa no está del mejor ánimo y no nos deja tocar el teléfono.

Te escribo o llamo cuando sea mi receso del almuerzo.

X.

*

El próximo es el chat de mi mejor amiga, pero no puedo revisarlo porque Lety entra nuevamente y esta vez sí azota la puerta haciendo que me sobresalte.

—¿Tienes a alguien que pueda ir a tu casa?

—¿Por qué?

—El ex de mi hija ha ido a mi casa, lo vi por la alarma. Dejó una amenaza justo frente a las cámaras y Lily no responde las llamadas, a mi auto le han rajado los neumáticos y ella no responde ni llamadas ni mensajes.

—Mierda, mi hermano está en casa —saco mi celular del bolsillo trasero de mi jeans más nerviosa que de costumbre.

*

Alex

Dile a Leticita que no le será fácil quitarme a su hija y mucho menos a mis hijos.

Por cierto, tu hermanito necesitará ayuda médica.

*

—Mierda —gimo nerviosa al grado que me tiemblan las manos, y tal vez sea el instinto o quizás qué, pero me veo marcandole a alguien más.

¿Te han despedido? —simplemente escuchar me hace suspirar aliviada, pero no me baja los niveles de cortisol y adrenalina.

—Necesito ayuda —gimo con falta de aire, lo único que sé es que Lety está llamando al 911.




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