Corazón En Guerra

*Quince*

Recuerdo v/s pesadilla

Miro a mi hermano ahí todo conectado, ahora sí puedo estar en la misma habitación y ya he hecho la publicación. Acá el sofá es mucho más cómodo y tenemos baño privado, todo en la habitación destinada a mi hermano que se encuentra sedado. 

—Deberías cambiarte a algo más cómodo —musita Scott acomodándose en el sofá y se cubre con mi manta.

—¿Planeas quedarte?

—¿Quieres que me vaya?

—Ey, que sólo yo puedo hacer eso —deja salir una risita y se vuelve a acomodar, dejando así muy clara su decisión.

Sonrío negando con la cabeza y me voy al baño, busco en la mochila y me encuentro con un chandal de algodon negro y una sudadera blanca con el logo de Los Angeles, me visto y quito el maquillaje. Salgo y lo encuentro con su celular, miro a mi hermano y lo único que me mantiene con esperanzas son las máquinas que señalan sus constantes vitales y que su pecho se mueve.

—¿Te vas a sentar o seguirás de pie?

—Olvidé que estabas aquí —murmuro divertida y lleva una mano al pecho fingiendo dolor.

—¿Soy tan insignificante que ya no me ves?

—No seas víctima, Soldado —se muestra entre asombrado y ofendido.

—Has roto mi corazón, Princesa —dejo salir una risita y me dejo caer a su lado en el sofá—. ¿Quieres comer algo?

—Ya es tarde.

Me tiende una mitad de la manta y me cubro con ella, mientras que miro a mi hermano, Scott juega a algún videojuego en su celular, yo contesto los mensajes de los amigos de mi hermano. Apoyo la cabeza en su hombro mientras leo comentarios de distintas personas que han escrito en el perfil de instagram de mi hermano, es increible la cantidad de seguidores que realmente están preocupados por él y sobrepasan a aquellos que hacen mal uso de la red y sus opiniones nefastas, y ahora entiendo a quienes dicen que un solo mal comentario puede destruir a miles “buenos”.

—¿Te puedo hacer una pregunta?

—Yep —suspiro y me acomodo de mejor manera bloqueando la pantalla del celular para ver cómo él sigue jugando a disparar como francotirador a x.

—¿Por qué te pintaste el pelo rosita?

—No lo sé —susurro sonriendo y él pausa el juego cuando nota que no me explayo y al final continúo—. Creo que en este momento va conmigo, me gusta cortarme el pelo cada que cierro capitulos en mi vida y para comenzar otro me lo tinto. Creo que el rosa iba con lo que busco.

—¿Qué buscas? —pregunta con calma, retomando su juego.

—No lo sé ¿Que crees que tu?

—Pues no lo sé. ¿Amor, tal vez? —dejo salir una risita, ni siquiera yo había llegado a pensar que tal vez si era eso, sólo sentí la necesidad del rosa—. ¿Te quedas callada porque  le atiné?

—No te creas, Soldado.

Deja salir una risita y no dice nada más, más tarde va al chat que comparte con Trevor por miles de mensajes que este enviaba, por lo que me giro un poco a escribirle a Tanya que mañana venga en cualquier minuto porque todavía no le he comentado nada de lo que realmente ha pasado y necesito hacerlo porque me voy a volver loca, sobretodo si ahora Scott está aquí conmigo y yo creo que mejor acompañada no podría estar, eso no e propio de mi.

Nuevamente veo a mi hermano y por la mente me pasan las imágenes de mis padres en la misma situación aunque esa vez las máquinas resonaban de maneras que hacían doler mi cabeza porque inconscientemente sabía que no estaban bien, con Alex, simplemente me aferro al sonido constante que me recuerda que es normal, que no me dejará, que me asegura que todo estará bien.

—¿Por qué estás llorando? 

—No tenía idea que lloraba —digo llevando mi mano a mi mejilla—. Estoy en automático.

—Tal vez debes descargar.

—¿Un software?

—Ay no, que divertida, juro que me muero de la risa —dice sarcástico que realmente me hace reír, es muy extraño escucharlo de ese modo.

—Debería ser humorista ¿No crees?

—Princesa, tu vocación y profesión es hacer justo lo que haces ahora para vivir.

—Linda manera de arruinar mis sueños, Soldado —no sé cómo pero me abraza de manera que mi espalda queda reposada en su pecho.

Nos quedamos así por un momento viendo hacia el exterior de la clínica a través de la ventana, ver tanta luz me recuerda a la escena de Doctor Strange donde está con el alma de quien cuidaba la gema del tiempo, no recuerdo su nombre, sólo falta que llueva y la tormenta eléctrica, porque nuestros corazones van tan fuerte y lento a la vez que es cómo si estuvieran detenidos.

—Gracias —murmuro sintiendo mis mejillas calientes.

—¿Por?

—Por ir, por llegar a mi casa, por investigar mi número de teléfono —deja salir una risita ronca en mi oído que me hace cosquillas y desde luego sonreír.

—Sinceramente fue emocionante, estar retirado es una mierda.

—¿Por qué te retiraste? Eres joven.

—¿Así? ¿Qué edad crees que tengo? —desde luego noto cómo cambia el tema de conversación pero no digo nada, lo noto porque a veces yo requiero la misma arma cuando no quiero hablar de algo en especifico.

—No lo sé ¿28 o 30?

—Los años en la marina me han pegado fuerte, debe ser eso por lo que me aumentas tantos años de vida, seguro es por eso —frunzo el ceño ¿Estoy equivoca? ¿Es menor? ¿Pero qué tengo yo con los chicos menores?

—¿Qué edad tienes?

—Tengo 26 años, Princesa, un cuarto de vida si es que me proyecto a los 100 —bueno, somos de la misma edad, eso es agradable.

—Soldado no se le ocurra preguntarme mi edad porque eso de seguro se lo informó aquel que le dió mi número telefónico.

—Bueno, Tanya le dijo a Trevor que yo también debía hacer mi trabajillo.

—¿Cómo? —creo que nunca había hablado tan agudo que me sorprende tanto cómo lo que me acaba de decir—. ¿Insinuas que fue mi mejor amiga quien le dio mi número de contacto a tu mejor amigo? ¿Ella es tu contacto?




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