Corazón En Guerra

*Diecisiete*

Familia

Llegamos a la calle aledaña al lugar y al bajar lo espero para entrar a su lado, acomoda su chamarra de eco cuero y chiporro en color verde militar, creo que quedó con un trauma con ese color, checa la hora en su reloj y coge bastante aire cómo si esperara algo a cierta hora. Me tiende su mano y niego sonriendo, eso es demasiado para lo poco que nos llevamos, deja salir una risita al ver cómo niego entrecerrando los ojos. 

—Vamos, Soldado.

—Te sigo, Princesa —con su mano señala la puerta de entrada y cojo aire.

Avanzo con calma hasta lo que es el cruce y veo la fachada de The Capital Burger frente a mi, giro mi cabeza y la inclino para ver a mi acompañante, quien mira el lugar con el ceño fruncido. Me recuesto en el costado de su cuerpo y este rodea mis hombros con su brazo, es cómo si supiera que necesito un empujoncito motivacional.

Da el paso conmigo y quita el brazo cuando se acerca a abrir la puerta por mí, sonrío el sólo estar en aquel lugar me hace sentir calor, ese calor que quieres sentir siempre, siento el cuerpo de Scott tras de mí y tiro de su mano hasta el bar donde está trabajando la persona que presentó a mis padres.

—Harper —llama mi nombre cuando me ve y de inmediato rodea la barra para venir a abrazarme—. Pensé que no te volvería a ver.

—Siento no haber venido antes, Adele —susurro en su oído y luego me alejo para verla, sigue igual que siempre.

—Descuida cariño, entiendo todo lo que significa este lugar para ustedes —dice tomando mis manos entre las suyas, mira tras de mí y frunce el ceño—. Veo que traes a alguien y sé que no es mi Alexito.

—Te presento a Scott Turner, un amigo —lo último lo digo casi en duda, no sé si ya me sacó de ser una desconocida, ella sonríe de medio lado viendo algo que yo no—. Alex está internado en una Clínica.

—¿Como? ¿Le pasó algo?

—Sí, es una larga historia —asiente entiendo y me silencia.

—Adele.

—Lo siento, ya vuelvo —dice al chico que la llamó, como siempre el lugar está lleno—. ¿Entonces mesa para dos?

Asiento y ella rápidamente llama a una chica que nos viene a atender, nos lleva a una mesa para dos cercana a la ventana y tiene vistas desde el bar, seguramente Adele nos quiere vigilar. Me siento luego de quitarme la chaqueta que dejo colgada en el respaldo de la silla, Scott por su parte sólo se abre la chamarra y eso.

La chica nos toma nuestra orden y se marcha a buscar nuestros aperitivos antes de traer la hamburguesa.

—¿La conoces desde hace mucho? —pregunta mientras mira a Adele preparar las limonadas.

—Ella me conoce desde antes que naciera, ella fue quien escogió mi nombre.

—¿De verdad? —abre los ojos sorprendidos y sonrío recordando cómo siempre me lo contaba para que yo le convidara galletas.

—Mamá trabajaba aquí con ella y mi papá era el mejor amigo del hermano de Adele, la cosa es que a ella se le ocurrió presentarlos y pues, papá luego siempre venía con la excusa de ver a Adele para hablar con mamá. Su historia es muy romántica, es una de las mejores historias de amor. 

—Fue Cupido.

—Dice reconocer el amor de dos personas con solo verlas, pero ella jamás ha tenido relaciones largas y estables que yo recuerde, aunque siempre ha dicho que al ser tóxica prefiere no contaminar a nadie más —Scott deja salir una risita y asiente al parecer dándole la razón.

—Disfruten de mis dotes —dice entregando las limonadas ella misma, luego corre cuando la llaman.

—Me agrada.

—Es la mejor —añado probando lo que ha traído. 

Miro el lugar y luego me centro en sus ojos, hace lo mismo y luego cede sonriendo para ver hacia otro lado. 

—No creí que me invitarías a algo que tenga tanto valor para ti, Princesa.

—Pues, no se que has hecho Soldado, pero realmente me agrada que seas tu quien haya venido conmigo.

—¿Me coqueteas, Princesa? —río negando con la cabeza y él hace lo mismo.

—¿Así lo considera, Soldado? —trato de mantenerme seria para cuestionar pero no puedo cuando arruga su naríz y niega.

—Otra vez con eso —bufa y vuelvo a reír divertida.

—Tú también lo haces —señalo recordando las veces en que me ha imitado.

—Por tu culpa, tu me lo has contagiado —acusa y yo abro la boca fingiendo que me ha dolido su acusación.

—Que sepas que eso me ha dolido, fue un golpe bajo, Soldado.

—Pues ¿Aceptarías una rosa de disculpas? —me guiña un ojo y sonrío antes de inclinarme sobre la mesa.

—Lo llegaría a pensar si es que viniera con algo más —le guiño un ojo y me recuesto en la silla dejándole con la boca abierta, hoy he estado más atrevida que de costumbre y culpo a Tanya.

—¿Me sigues coqueteando, Princesa? Que sepas que me estas poniendo nervioso y puedo jurar que me estoy sonrojando.

No alcanzo a responder cuando ya nos traen lo que he pedido y sonrío nuevamente cuando le entregan el plato a Scott, es lo mismo que pedía papá. Me concentro en mi hamburguesa y juro que se me hace agua la boca, es que pensé que no volvería a comer esto, de inmediato y sin perder tiempo pruebo el primer bocado dejando salir un gemido de satisfacción.

—Esto es lo mejor que he comido —dice Scott con los ojos cerrados para disfrutarla mucho más.

—Lo sé —digo con una sonrisa pero un deje de melancolía por todos los recuerdos, lo que obviamente llama su atención y frunce el ceño—. Solíamos venir con mamá y papá, la familia completa, cada que papá no trabajaba.

—¿Hace cuanto no venías? —pregunta antes de volver a comer.

—Desde el día del funeral, Alex quiso una hamburguesa de despedida y vinimos a por ella —asiente y dejamos el tema para seguir comiendo, recorro el lugar con la mirada hasta que veo la mesa en la que siempre nos sentábamos.

—¿Vienes porque tienes miedo? —su pregunta me hace coger aire por ¿miedo?

—De cierto modo, sí, vengo a pedirles que lo dejen conmigo —admito viendo a sus ojos.




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