Corazón En Guerra

*Diecinueve*

Confundida

¿Me vas a besar? —pregunto con nerviosismo y él sube su mirada desde mis labios a mis ojos.

—¿Eso quieres, Princesa?

—Puede —susurro y cuando creo que me va a besar, contengo el aire, pero este solo presiona su frente contra la mía.

—No quiero que te confundas, Princesa, sé que amas a alguien más.

—No es justo, Soldado.

—Sé que no es justo, Princesa, por eso solo te hago las cosas más simples.

—Llévame a casa ¿Quieres?

—A sus ordenes —maldito idiota al cual ni siquiera se puede odiar.

Avanzo delante de él con los brazos cruzados porque me ha dado frío, de seguro debe ir riendo porque estoy un poco fastidiada. Llego a la moto y tomo el casco que siempre me pasa, cuando ya estoy lista noto que no ha llegado, miro hacia todos lados y de pronto lo veo al lado de un árbol hablando con alguien por teléfono.

Espero y mientras tanto lo miro, desearía saber con quién habla tanto que su humor cambia tan rápido y de un momento a otro. Cuando viene me dedico a ver hacia cualquier lado menos a donde él viene. 

—Nos vamos, Princesa.

—¿Te sientes bien? —cuestiono con verdadera preocupación.

—Sí.

—Miente todo lo que quieras, Soldado —murmuro y él frunce el ceño—. ¿Podrías calmarte antes de conducir? Por favor.

—Harper…

—Corrección —interrumpo y le quito el casco con brusquedad—. Princesa para ti, Soldado.

—Bien, Princesa, la cosa es que también tengo problemas y trato de evitarlos pero siempre golpean —suelta de golpe, al parecer gritar tampoco le funcionó mucho que digamos.

—Bien, entonces yo conduzco —abre los ojos con sorpresa y yo me acomodo en su lugar.

—No sabes conducir, Princesa.

—Pues me enseñas y aquí puedo aprender muy bien —niega con la cabeza sonriendo.

—Estás loca —señala y yo me doy la oportunidad de reír y aceptarlo.

—Pero mucho más cuerda que tú, así que vamos.

—No sabes conducir.

—Me da igual, subes o me voy sola.

—No tienes la llave —me la enseña entre sus manos y sonrío divertida antes de “darme por vencida”, cuando cree que le cederé su lugar soy más rápida y tomo las llaves antes de volver a donde estaba.

—Ahora sí.

—Harper, no.

—Scott, sí —enciendo la moto y me entran nervios, pero ya tomé una decisión y no voy a dar marcha atrás.

—Por lo menos espera que te explique cómo va todo ¿Sí? 

—Bien, sube.

—Es mi moto ¿Sabes? —asiento desinteresada.

—Cómo sea.

—Bien, Princesa. Entonces quitaré el pie de apoyo, mientras mantienes presionadas aquí —se inclina sobre mí pasando sus manos por sobre las mías que sostienen eso por donde él siempre conduce.

—Bien.

—Ahora, los cambios van aquí y este es embrague, aquí freno. Vas a soltar el freno de a poco y verás cómo comenzamos a avanzar, recuerda que tu guías.

—Pero, primero me ayudas —digo casi con la voz entrecortada.

—Bien, Princesa.

—Ya te lo confieso, estoy un poco nerviosa.

—Si quieres dejarlo no importa, mira que el clima no es de lo mejor.

—No, quiero hacerlo —aseguro y lo escucho bufar, mientras que se inclina para ver por sobre mi hombro—. No hagas eso, Scott Turner.

—¿Qué pasó con Soldado? —le doy un codazo aprovechando que él mantiene sus manos firmes en lo que me dijo es embrague—. Así pasa cambio, presiona tu pie sobre la palanca. Atenta porque aumentaremos velocidad, girando aquí aumentas así que cuidado.

—Ya entendí, quita tus manos —pido luego de haber frenado con un poco de brusquedad, quiero hacerlo sola.

—Princesa —ruega y yo niego obligando que quite sus manos—. Bien.

Lleva sus manos hacia mi cintura y de ahí me toma mientras que con toda la concentración del mundo hago andar el vehículo con bastante facilidad, creí que me hubiese sido mucho más difícil, pero fue sencillo. Me tomo mi tiempo dando vueltas suficientes hasta sentirme en confianza y poder salir al tráfico. 

—No aceleres tanto, Princesa —grita Scott y hasta entonces me doy cuenta que si iba más rápido que hace unos momentos, pero es que no lo había notado.

—Lo siento.

Rio extasiada y reduzco un poco la velocidad, me mantengo a una distancia prudente de los demás vehículos y en algún punto Scott se inclina para ayudarme con la dirección de la moto aunque me sigue dejando control a mi. No sé cuanto pasa, pero para cuando detengo la moto frente al pórtico de mi casa estoy demasiado orgullosa de mi y demasiado agradecida con quien sea que me llevó a conocer a Scott.

—Llegamos —grito apagando la moto y Scott pone el pedal de apoyo.

—Felicidades, Princesa, lo has hecho muy bien —dice tras de mí aún.

—Tuve un buen maestro.

Me quito el casco sin bajar de la moto, pero es Scott quien lo hace y tiende su mano para ayudarme. Cuando piso suelo me lanzo a abrazarlo y cuando este me rodea se oye el rugido de un trueno, se viene tormenta eléctrica.

—Ven conmigo —pido tomando su mano y lo llevo hasta bajo el techo del pórtico.

—¿Me vas a raptar, Princesa?

—Tal vez —digo tratando de sonar seria, pero no puedo porque me siento demasiado feliz—. No es cierto ¿Lo hice bien?

—Pues, nunca antes había dejado que alguien me llevara y aunque al principio temí por mi vida, luego me di cuenta de que debía confiar y dejarme llevar, hasta que aceleraste como si la vida se te fuera en ello, ahí tuve que medir tu control porque ya te estabas chivando por culpa de lo delicioso que se siente. Nunca pensé que te gustaría, Princesa.

—Fue mejor de lo que pensaba —susurro perdida en sus labios, fue demasiado texto.

—Princesa —murmura pasando sus manos por mi cintura.

—Soldado —gimo antes de besarlo con brusquedad sin dejarle opción cómo antes.

Sus labios se mueven sobre los míos así como las mariposas revuelan en mi estómago, acaricio su nuca y este se inclina sobre mí porque yo estaba de puntitas y ya no podía soportar más mi peso aunque este me abraza por la cintura y con otr mantiene mi cabeza en su lugar para no apartarnos.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.