No soy yo, eres tu.
*
Scott
¿Entonces eres sargento en realidad?
Si
¿Pero sigues siendo un soldado?
Sí, solo que con rango mayor
Me puedes seguir diciendo Soldado, no te preocupes por eso
¿Por qué tanta pregunta?
¿No puedo preguntar?
No lo decía por eso
No lo tomes a mal, Princesa.
De verdad que eres un poquito dramas ¿No?
Viene el Doctor, Te hablo después
Estoy seguro de que no hay nadie contigo, Princesa
Pero sí, te espero en tu casa en 4 horas
*
Le dejo en visto los mensajes y vuelvo a mi estado de aburrimiento máximo en el que estaba justo antes de que este chico me hablara para acordar la hora a la que iríamos al obelisco. Miro a mi hermano aún conectado a esa maldita máquina por la cual no lo pueden despertar aún, todo porque su pulmón derecho hace tres días volvió a presentar líquido que tuvieron que volver a drenar, es una mierda que mi hermano siga aquí.
—Enano, te prometo que cuando salgas de aquí, dejaré que vayas donde tu quieras, a cualquier parte del mundo. Por qué no lo sabes, pero he evolucionado tanto en mi, he dado pasos de gigante, mucho más que cuando estaba con esa psicóloga. ¿Sabes? Quiero que te sientas tan orgulloso de mí, como yo hago.
Le miro por no sé cuánto tiempo, su carita denota cansancio y me parte el alma verlo así, cómo desearía ser yo la que esté en su lugar, de verdad, daría cualquier cosa e incluso mi alma por verlo bien, feliz y sonriente porque es la mejor persona del mundo, y puede que sea muy repetitiva, pero de verdad que amo e incluso admiro a mi hermanito.
Reviso la hora en mi reloj, se supone que el doctor vendría antes del almuerzo para decirme cuando lo podrían desconectar del ventilador artificial, una vez que eso pase bajarían la dosis de lo que le mantiene sedado y con ello, despertar. Y al parecer lo invoco porque abren la puerta, viene con una de las enfermeras que está al pendiente de mi hermano.
—Hola Harper.
—Buenas, Doctor ¿Qué tal su mañana?
—Bien, o al menos, mientras más trabajo es mejor aunque no digo lo mismo del estado de mis pacientes ¿Me explico? —me causa gracia cómo el mismo tiene problemas con las palabras que utiliza y las largas que dio, pero es entendible.
—Sí —asiento con una sonrisa.
—Llevo muchas horas de corrido. Perdón. Bien, con la ayuda de otros doctores hemos decidido que tu hermano físicamente ya está listo para volver a respirar por sí solo, aunque tendría que seguir por mínimo una semana más hospitalizado. Entonces, tengo dos opciones para ti ¿Lo desconectamos mañana o el lunes?
—Es que quiero estar segura de que no le pasará nada malo, mejor el lunes así le doy dos días más a que realmente sus pulmones tomen fuerzas —digo luego de procesar todo mientras ellos revisan las sondas de mi hermano y su estado en general.
—Entonces será el lunes a primera hora ¿Te parece bien?
—Pues sí —suspiro un tanto nerviosa.
—Igual no sabemos si esto irá bien de buenas a primeras ¿Lo sabes?
—Sí, ya sé que hay riesgos, como en todo —digo con dificultad.
El Doctor y la enfermeras se marchan luego de chequear que todo estuviera en orden. Vuelvo a sentarme en el sofá y me llevo otra galleta a la boca, necesito aclararme con urgencia, he pasado otra semana más con Scott y creo que en realidad no estaba confundida ni nada por el estilo, pues lo considero un muy buen amigo y aunque Tanya no está de acuerdo, una de las chicas del trabajo me dijo que besos entre amigos refuerzan la amistad y sinceramente espero que sea eso.
“Aunque si sientes mariposas al besarlo y sientes la sangre hervir o incluso que tu corazón late más rápido, pues reconsidera la amistad” complementó, pero por mi parte decidí omitir esa información aunque se acerca un poco a lo que siento, pero nada más un poco asique mejor dejarlo así.
Doy vueltas en la habitación ya cansada de dar vueltas al tema de Scott, pero es que vive cuestionando incluso cuando no hablo con él o de él, literalmente se pasea por mi cabeza a cada segundo y me hace replantearme todo lo que en una noche de limpieza e insomnio logro acomodar. A veces considero odiarlo, pero me es imposible, es de esas personas inodiables y ni siquiera sé si esa palabra existe.
Llaman a la puerta y veo mi reflejo en el celular para checar que estoy bien antes de ir a abrir. Cuando veo a Lily y Lety tengo que forzarme a mantener mi mejor cara, no puedo demostrar que me decepciona que no sea alguien más.
—No pensé que fueran a venir.
—Queríamos venir a verte y a pedirte perdón, fue mi culpa lo que le pasó a tu hermano y me siento mal por eso —me dice con calma la menor.
—Descuida, no pasa nada, yo me ofrecí a ayudarte conociendo los riesgos —susurro y ella sonríe con melancolía mientras que mi jefa le grita a alguien en la línea—. ¿Cómo has estado tú? ¿Qué tal Victor?
—Bien, se quedó con mi papá, nosotras vinimos porque me tenía que hacer una ecografía y aprovechamos de pasar —dice mientras se sienta en el sofá—. Ha jugado demasiado con Sauvage.
—Mi bebé —recuerdo con melancolía y ella sonríe—. Creo que hoy debería ir a buscarlo.
—De hecho, mamá dijo que Tanya le había obligado a asistir a una junta de emergencia en tu casa.
—Es que ella cree que vive conmigo —Lily ríe y creo que hasta se compadece de mí.
—Gracias.
—¿Por qué?
—No conozco a tu novio, pero lo que hizo él y tu hermano requirió de demasiada valentía —asiento y de pronto el grito de Lety nos sobresalta.
—Lo siento, es que me había olvidado de donde estaba —dejo salir una risita y Lety viene a abrazarme.
Se quedan conmigo casi por treinta minutos y luego se van, la mayor prometiendo que nos veremos por la noche y que me regresara a mi mascota. Reviso la hora y entiendo la razón por la que ya me dolía el estómago, por eso salgo de la habitación y con calma voy hacia la cafetería donde pediré algo para poder almorzar.