¿Adiós?
Leo y releo sus mensajes mientras que Trevor canta al son de Taylor Swift, no soy suficientemente valiente. Mi amigo vuelve a tumbarse a mi lado y toma mi celular, hemos estado leyendo sus mensajes sólo por las notificaciones, por suerte es de quienes envían todo en pequeñas oraciones y no en sermones.
—Tiene razón, tan solo un Adiós baste.
—Tal vez para ella sí, pero no para mi. Además debe estar con Usher.
—¿Crees que si estuviera con él te estaría escribiendo a ti? —no sé si con eso me quiere hacer sentir mejor o peor, pero es Trevor—. Ve a despedirte, Soldado.
—No me digas así, ya no lo soy y lo sabes.
—Ella te lo dice y no te molestas.
—Porque ella es mi Taylor Swift.
—Uff, eso es demasiado —dice entrecerrando los ojos y me lanza un cojín mientras que me calzo los zapatos.
Le devuelvo el cojín atinando a su rostro y se ríe a carcajadas, tomo mi chamarra y el casco antes de salir de su habitación donde hemos estado todo el día desde que llegué por la mañana a desayunar. Literalmente paso más tiempo aquí que en casa donde mi papá, pero es que con su esposa no nos llevamos mucho que digamos, es que hay un tanto de incomodidad y tensión por parte de ambos, aunque tampoco pongo mucho de mi parte cómo para remediar esa situación.
—¿Te vas, cariño?
—Tengo un asunto que resolver —Camille me sonríe y entrega unas galletas de las que le lleva a su hijo.
—¿Se trata de esa chica que tanto hablan?
—Algo así.
—Si borra tu sonrisa, entonces no vale la pena, Cariño —besa mi mejilla con cariño—. Tú mereces toda la felicidad del mundo. Conduce con cuidado.
—Gracias, Camille —abro la puerta y de sorpresa me encuentro con la hermana menor de Trevor discutiendo con su novio.
Los ignoro, más bien trato y pronto escucho la carcajada de la chica, claramente les he arruinado todo el momento y les sonrío subiendo a la moto, el chico la mantiene abrazada y se ríe con ella, parece que mi interrupción salvó la ocasión. Me pongo el casco y enciendo la moto recordando el día en el que por primera vez dejé que alguien más me llevara y fue Harper London.
Conduzco con cuidado y prudentemente, cosa que no había hecho hasta que comencé a llevarla a ella. Es que ahora que lo pienso, ha abordado mis recuerdos más recientes de manera monumental, es cómo que de cada momento lo hace memorable y por ello hasta el más mínimo diálogo lo recuerdo a la perfección.
Llego a la clínica y todavía no decido que es lo que voy a hacer, es que no la quiero dejar aunque sé que el camino que llevó lo único que hará es dejarme destrozado a mi, ella ya la tiene muy clara y soy yo el confundido queriendo creer que puede haber algo mucho mayor que la amistad. Estoy seguro que si le digo “Adiós”, algo dirá o hará que me voy a arrepentir de mi decisión, así es la Princesa, me tiene como quiere y no se da cuenta.
Voy donde se supone debe de estar, la habitación de Alex a quien le cumplí la promesa de no dejar sola a su hermana. Creo que a todos les prometí no dejarla sola porque era mi excusa perfecta para hacerme creer que no era porque la quería ver, si no que lo hacía por otros, soy malo incluso para mentirme a mi.
Levanto la vista del suelo y lo que veo no me gusta para nada, en medio del pasillo y frente a la habitación del chico, hay una pareja y los conozco muy bien. Usher sostiene el rostro de quien no es su esposa, pero le acaricia el rostro limpiando sus mejillas tal y como yo hacía cada que lloraba, y posteriormente como igual hice yo, la besa y lo peor es verla corresponder.
—Ahora sí me quedó claro —musito a mi subconsciente que se encuentra entre cabizbajo y desilusionado.
Doy media vuelta y camino hacia la salida, la chica de recepción e incluso la enfermera me saludan con una sonrisa, creo que ellas creen que tengo algo con Harper, por desgracia nunca fuimos nada. Ya en la moto decido escribir el que creo y espero, será el último mensaje.
“Fue muy lindo todo lo que fuimos e hicimos, gracias por eso. Adiós, Harper. Espero que todo salga bien en la recuperación de tu hermano”.
Rápidamente conduzco hasta la que es mi casa, inclusive para en un punto para quitarme el casco, ojalá toda la adrenalina baje la impotencia que siento sin razón aparente. Cuando llego me encuentro con papá bajando de su auto, me espera hasta que aparco la moto.
—Sé que te gusta todo eso del peligro, pero no quiero perder a mi hijo por su irresponsabilidad —sonrío porque nunca puede saludar con un simple hola—. ¿Qué tal tu día?
—Mejor que el tuyo, creo —acepto su abrazo sonriente, de alguna manera hemos logrado acercarnos y ha aceptado que no lo necesito de casamentero. Aunque no deja de insistir con que ya quiere ser abuelo.
—¿Por qué lo dices? —se mira y eso me causa mucha más gracia.
—¿Desde cuándo llegas a casa sin corbata y con la camisa fuera del pantalón?
—Tienes razón, mi día fue un asco. Por cierto, no pasé por alto que evitaste responder —dice antes de separarnos antes de ir cada uno por su lado.
Miro a mi padre entrar a la oficina, de casualidad noto que ahí se encuentra Meredith y sonrío, he aprendido a aceptar que su relación es algo del destino. Feliz por mi padre voy hacia la cocina, necesito algo de beber y al ser saludable lo mejor es el agua. Tomo una botella de la nevera y la sirvo en un vaso, reviso mi celular y tengo mensajes del mismo chat y dos llamadas perdidas.
*
Princesa
No es Harper, es Princesa y te consta
Creí que serias más valiente
Prometiste que vendrías
¿Para qué?
Ya tienes compañía, Harper
Dijiste que con el Adiós te conformabas y ya está
*
—¿Problemas con alguna chica? —veo a Collin que me dedica una sonrisa, se ve algo cansada, me da pena ella.