Corazón En Guerra

*Veintitres*

Te necesito

Miro por la ventana esperando a quien se ofreció a llevarme se digne a llegar, nunca había ido tan tarde a ver a mi hermano y ahora que él se ofrece a llevarme y yo acepto gustosa aun sabiendo el terror que tengo de tomar un auto con cualquiera, se da todo el tiempo del mundo.

Cansada voy a la cocina y acaricio a Sauvage mientras que come, sin dejar de comer comienza a ronronear y es lo más lindo del mundo. Abro la chamarra porque aquí mi casa tiene calefacción y me está dando calor de lo abrigada que estoy. Me hago unas trenzas en mi cabello y aun nada, no viene y no pienso llamarle porque no lo quiero aburrir exigiendo algo.

Por eso, cuando llaman al timbre tengo que rebuscar en mi cabeza la expresión más linda y tierna que encuentre para controlar mi humor y no gritarle. Tomo mi mochila y beso a Sauvage para ir corriendo a la puerta.

—Hola —saluda Usher con una sonrisa, pero yo solo puedo ver más allá de él, esa camioneta se me hace conocida—. No tenía mi auto en casa de la familia de Collin así que aprovechamos de venir con Scott, no es muy agradable.

Me dan ganas de decirle que se equivoca, que mi soldado es muy buena persona y ha sido el mejor amigo que se ha podido pedir en tiempos como estos. Besa mi mejilla y sonrío viendo, luego cierro la puerta y guardo las llaves en mis bolsillos. Pasa su brazo por mis hombros y vamos a la camioneta, Collin me sonríe desde el asiento del copiloto y Scott mantiene la vista pegada en su celular.

—Hola Collin, buen día soldado —digo sonriente, de verdad me alegra ver al segundo.

—¿Soldado? ¿No que te molestaba que te dijeran así, hermanito?

—Collin, prácticamente me obligaste a estar con la chica, era obvio que nacerían motes luego de casi una semana o más —dice este blanqueando los ojos—. Hola, Harper.

Su respuesta fue tan seca que dolió, inevitablemente toda la felicidad me abandona. Miro por la ventanilla con melancolía mientras que reconozco cada calle por la que vamos hacia la clínica.

—Lamento la tardanza, Scott no encontraba las llaves de la camioneta —se excusa Usher tomando mi mano—. No sabía que se veían.

—Pues sí, yo le pedí a Scott que acompañara a Harper, la cuide y que además me dijera cómo estaba Alex, lo hice para que no estuvieras preocupado durante nuestra luna de miel —dice la chica sonriente como siempre.

No me doy cuenta de que Collin había comenzado a hablarme hasta que Scott frena de golpe y por el espejo retrovisor veo cómo el miedo y preocupación me buscan junto con una disculpa, además del sonido de las bocinas de los otros autos. 

—¿Estás bien, Harper? —cuestiona mientras que Usher se apresura a ver a Collin, aun tomando mi mano.

—Sí, sólo por favor conduce con cuidado —cierro los ojos y cuando volvemos a hacer contacto visual sus ojos sonríen con melancolía.

—Maldición Scott, te dije que Harper odia los autos y les tiene un trauma horrible.

—Creeme que lo sé Usher, por eso me siento culpable y ya le pedí disculpas —dice un tanto fastidiado y vuelve a avanzar.

El camino restante conduce un poco más lento que de costumbre y yo permanezco con los ojos cerrados, que no ayuda en nada a mi imaginación pero sí evita las lágrimas, hoy no me aplique el waterproof. Llegamos a la clínica y Scott se baja aún dejando la camioneta encendida, abre la puerta por mi y cuando bajo me abraza rodeando mi cintura mientras que apoya su frente en mi hombro, con suerte puedo tocar el suelo con la punta de mis pies.

—Lo siento, Princesa —susurra y yo rodeo su espalda con mis brazos—. Iba desconcentrado y no noté el cambio de luz. Perdón, princesa, dime que no te pasó nada, por favor.

Sin querer suelto algunas lágrimas pero no es por el auto o lo que pasó hace unos minutos en la ruta, sino que es por su abrazo, por su calor, por su preocupación, por el cariño, es por él. Me aferro a su cuerpo y él hace lo mismo, necesitaba esto y no lo sabía.

—¿Si me perdonas? 

—¿Acaso sabes de eso? —cuestiona Usher y aunque lo escucho no me quiero separar de Scott.

—Algo le dije —admito y Scott me deja de apretar—. Me quitó el miedo al trafico vehicular.

—¿De verdad?

—Sí, fue mi mayor compañía aunque fue un poco difícil de llevar —Scott deja salir una risita.

—Iremos con Alex, los dejaremos hablar —dice Collin sonriendo, creo que ella sabe algo, sino no estaría viéndonos con ilusión.

—Admite que soy genial, Princesa.

—No te creas, Soldado ¿Vas a pasar a ver a Alex?

—No lo sé, Harper —blanqueo los ojos porque me llama por mi nombre—. Además no le agrado mucho a tu Príncipe azul.

—Pues eres mi amigo, además estuviste conmigo en lo más difícil con mi hermano y tienes que afirmar que cumpliste su promesa.

—Tienes razón, espera que apago la camioneta.

Cruzo los brazos y lo espero, se tarda bastante pero luego viene con esa sonrisa que me contagia, caminamos a la par y se siente cómodo, se siente familiar, se siente como si fuese correcto, como si de esa manera lo hubieran escrito. Saludamos a las enfermeras que ya nos conocen por todo el tiempo que pasabamos aquí viendo a mi hermano, a veces, eran horas hasta que se nos ocurria algún plan que hacer y salimos corriendo como dos adolescentes a punto de cometer alguna locura.

Llegamos al segundo piso y en el pasillo nos encontramos con Collin y Usher, este frunce el ceño y aunque pensé no lo llegaría a sentir, no disimula lo que creo son celos, de alguna manera me emociona que los llegue a sentir y sobretodo de su cuñado. Pero lo que más me asombra es que no estén en la habitación y además discutiendo.

—¿Van a pasar? —pregunto con curiosidad.

—Luego —masculla molesto y Scott presiona su mano en mi espalda baja instandome a entrar con mi hermano.

—Cuidado ¿Eh? Dime si necesitas que le parta su madre —Collin niega sonriendo y Usher lo señala casi ofendido, pero su esposa le resta importancia.




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