Corazón En Guerra

*Veintiseis*

¿Derecho o Izquierdo?

—¿Harper?

—Cami —susurro y esta me observa conteniendo su ira.

—Por Dios, que suerte tengo se que eres de las mejores —suspira aliviada y toma mi mano.

—¿Se conocen? —cuestiona una de las chicas mientras que la novia me lleva con ella.

—Sí, su hermano me fue infiel y fue mi primer amor —dice como si nada y me enseña el espacio que tienen alistado para el maquillaje.

—Ah —musitan todas a la vez.

—¿Estás muy nerviosa? —pregunto acomodando todas las cosas.

—Sí, algo —admite despeinando su cabello—. Aunque creo que es emoción más que cualquier otra cosa.

—Me dijeron que tengo que maquillar primero a las damas —señalo y ella asiente mientras que yo ordeno las cosas según las anotaciones de Dana—. Debe haberte tenido nerviosa esto de que tu maquilladora enfermó.

—La verdad es que sí, casi ni me divertí en mi despedida por la ansiedad —señalo a la chica rubia para que sea la primera.

Me quito el sueter y me pongo el delantal que usamos para no ensuciar nuestra ropa, comienzo a preparar la piel de la chica mientras que Camille me charla acerca de su novio y la reacción de su familia con que es muy joven para casarse.

—¿Tu tienes novio?

—No —digo tajante y porque es cierto, mi nombre técnico es Amante o el cuerno como se conoce coloquialmente.

—¿Qué tal todo con Usher? ¿Si te confesaste?

—Sí —asiento y la rubia frunce el ceño, dónde tengo que acariciar para que relaje.

—¿Y qué es de la vida de él y de los otros chicos?

—Pues, los chicos están de influencers y Usher se casó hace muy poco, casi el tiempo que Alex lleva hospitalizado.

—¿Se casó? ¿Y cómo es que Alex está hospitalizado? —la voz de Camille sube unas cuantas octavas.

—Pues sí, se casó con la hija del senador Turner.

—¿Alex está bien? —me hace sonreír su genuina preocupación.

—Ahora sí, está todo en su instagram.

La chica corre a tomar su celular y comienza a leer en voz alta todos los mensajes que yo colgaba en su perfil. La observo y me mira confundida, asustada.

—Debió ser difícil para ti.

—Sí, no te imaginas cuánto lloré, fueron días terribles —admito y la rubia hace un puchero.

—No llores —susurra y sonrío con melancolía llevando una mano a secar mi mejilla.

—Perdón, es que es duro.

—¿Ahora está mejor?

—Sí, ahora tengo que reñirle cada cinco minutos para que no le coquetee incesantemente a las enfermeras.

—Es que ese le coquetea a lo que se mueve —dice Camille blanqueando los ojos, y tiene razón por lo que río y ella me sigue.

Así y poniéndonos al tanto de todo lo que ha pasado en nuestras vidas hasta ahora, maquillo a las tres damas y sólo me falta ella. Cuando toma asiento su sonrisa ilumina sus facciones, comienzo a preparar su piel cuando suena mi celular y contesto poniendo altavoz para seguir trabajando, insisto en que voy a contrareloj.

—Dime, Soldado —Cami frunce el ceño mientras se ata el cabello.

Princesa ¿Brownies o Tiramisú?

—¿Por qué? —suspira pesadamente, de seguro se ha lanzado a una cama.

Porque trajeron a la habitación y a mi me gustan ambos ¿Cuál te dejo?

—Deja Brownie para mí, Soldado —Cami alza una ceja con curiosidad mientras que le pido que se relaje haciendo una seña.

Bien —se escucha movimiento de mi lado y yo necesito algo.

—Oye, Soldado no cortes —casi grito y espero que siga en linea.

Dime —suspiro aliviada.

—En mi mochila, hay un estuche azul cielo en el que tengo mi maquillaje —lo escucho bufar y sonrío involuntariamente.

¿La tengo que buscar?

—Sí.

Espera, voy —sigo con mi trabajo, no sé por qué tarda tanto—. Ya la tengo ¿Qué hago?

—Busca un tubito y un lápiz que digan tattoo liner.

Hay cuatro que dicen eso.

—Trae los cuatro —digo no recordando cuales son los que llevo en el estuche.

¿Por qué?

—¿Por qué te lo estoy pidiendo? —esto de pregunta y pregunta traen buenos recuerdos.

¿Cómo me pagarás, Princesa?

—¿Cómo quieres que te pague?

No lo digas así, Harper London —masculla casi de mal humor, luego suspira—. Dime el número de habitación y voy.

Corta la llamada luego de darle lo que pidió y yo busco la base que Dana indicó, además de buscar las brochas limpias porque no las encuentro, sólo hay esponjas y no me gusta trabajar mucho con ellas. Al fin encuentro las brochas y voy de regreso con Camille.

—¿Segura que no es tu novio? —cuestiona la pelinegra y concuerdan con ella.

—No es mi novio.

—Es muy guapo —Camlle entrecierra los ojos y sonríe de medio lado.

—¿No necesitas un ramo?

—Camille —advierto mientras aplico la base—. Ya tengo uno en casa, fue de la boda de Usher.

Llaman a la puerta y las chicas se miran, suspiro y dejo todo para ir a la puerta, soy consciente de que todas se han movido estratégicamente para ver sin que Scott las vea. Abro la puerta y este trae las cosas que he pedido en su mano derecha, me ve con los ojos entrecerrados y se inclina rápidamente para hablar directamente en mi oído, todo su aroma crea un aura a mi alrededor que me hace contener el aliento.

—No me vengas con jueguitos así, Princesa. Recuerda que no soy el Príncipe azul —se aleja y me tiende los delineadores.

—Gracias, Soldado.

Me doy media vuelta y cierro la puerta un tanto molesta sin saber la razón. Las chicas tienen la boca abierta y me ven sorprendidas.

—¿Desde hace cuanto lo conoces?

—Es el hermano de la esposa de Usher —a Camille parece que le ha caído un balde de agua fría.

—Tu no dejas problemas para nadie ¿Cómo es que hasta en los problemas más estúpidos estás involucrada? —cuestiona mientras se sienta y deja su rostro en mis manos nuevamente.




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