Corazón En Guerra

*Veintiocho*

Mi Felicidad

Entro a la habitación de mi hermano y está hablando con Savannah mientras esta revisa no sé qué cosa. Sonrío cuando noto su concentración en lo que ella hace, se ve cómo un niño pequeño y puede que lo sea.

—Hola —susurro cantadito y voy a sentarme en el sofá.

—Llegaste —asiento y miro a Savannah que me sonríe antes de seguir trabajando—. ¿Qué tal te fue?

—Muy bien —en todos los sentidos posibles, fue un buen viaje—. No me vas a creer cuando te digo que la novia era muy cercana a ti.

—¿Quién era?

—Le pusiste los cuernos —Savannah deja salir una risita y mi hermano se ve que pareciera recorrer todo su pasado.

—No sé, eso reduce pero no mucho —¿A cuantas engañó cómo para no tenerlo claro?

—Una de las primeras.

—¿Camille? —asiento y abre la boca sorprendido—. ¿Se casó?

—Sí. ¿Cómo es que has tenido tantas ex si sólo tienes 23 años?

—Ni idea —admite—. Pero Savi, tu tranquila que a ti jamás te engañaría.

—Deja de insinuarte a tu enfermera —mi hermano deja salir una carcajada y la chica niega con un suspiro cansado.

—Ya me quiero ir de aquí, haré una denuncia en mi instagram para que mis fans hagan algo al respecto y que la Clínica me suelte.

—Adelante, hazlo. En cualquier caso yo soy quien tiene la última palabra.

—Está todo bien, por favor no te olvides de ejercitar y utilizar el oxígeno si sientes que no respiras bien —pide Savannah y mi hermano asiente.

La chica se retira de la habitación y mi hermano comienza a grabar una historia para su instagram explicando todo mientras yo lo miro con atención cómo se desenvuelve ante la cámara para prestar su vida a demasiadas personas, yo no podría hacerlo, suficiente tuve ya con manejar su cuenta y prácticamente no hacia nada mas que colgar una imagen y escribir lo que sabía.

—¿Sabes que eres la cuñada de muchas y tengo más de veinte mil cuñados en Instagram?

—¿Cómo? ¿Por qué?

—Cuando estuvieron los idiotas compartieron algunas imágenes e historias donde tú apareces y te mencionaban cómo mi hermana. Enamoraste a muchos, Harper London —realmente deseo asesinar a quien sea que haya compartido algo en donde yo aparezca, aunque, si fue en la alegría de ver a Alex despertar, se lo perdono—. Podrías comenzar con las redes sociales.

—No gracias —digo lo suficientemente rápido como para que frunza el ceño—. Es que no es para mi, es demasiado, o sea, al final todos tus seguidores terminan planteando que vives por y para ellos cuando no debería ser así, sin contar que están los mal hablados que lo único que hacen es generar inseguridades. Para enfrentarse a las redes sociales debes tener una muy buena salud mental, estabilidad e inteligencia emocional, porque si no prácticamente te pueden destruir con 200 letras. Yo no sirvo para ello.

—¿Qué?

—Creeme no es para mi, ya tuve suficiente con controlar tu cuenta de instagram —asiente sin haber entendido todo lo que dije, pero es él asique no me es problema, conozco a mi hermano.

—¿De verdad se casó Camille? —asiento y frunzo el ceño ante su desconcierto—. Es que ella juraba que por más que estuviera enamorada o que amara a alguien, nunca se iba a casar; imaginate todo lo que me dijo y sufrió cuando le fui infiel. ¿Cómo puede casarse o amar luego de eso?

—Pues creció y aprendió. Es un proceso que no vas a entender, Alex, no te moleste en pensarlo.

Deja salir una risa relajada mientras camina por la habitación, se nota que ya está cansado en este lugar. Busco uno de los tantos juegos que tengo instalados en mi celular, continuo con la ruta de mi camión, creo que voy a Vancouver. Conduzco con calma y levanto la vista cuando Alex me arrebata el celular provocando que mi camión se volque, eso me costará mis ganancias.

—¿Qué te pasa?

—Te estoy hablando.

—Perdón, estaba jugando —le quito mi celular y llamo por ayuda antes de verlo nuevamente—. Ahora sí, dime.

—Creo que Usher está viendo a alguien a escondidas —frunzo el ceño fingiendo no entender—. Un infiel reconoce a otro.

—¿Eso a mí me interesa —comienzo tratando de sonar desinteresada, pero pues no trato muy bien porque su rostro cambia de afligido a confundido.

—Eres tú, su amante eres tú —dice de pronto incluso sorprendido y va por oxígeno, se sienta en la cama aun viéndome, creo que hasta se siente decepcionado.

—Alex —me acerco a él pero me aleja y duele, porque yo jamás lo he dejado.

—Vete de acá, Harper y por favor, dile que no necesito de sus visitas —dice casi con la voz quebrada, pero también es como si me odiara de un momento a otro.

—Alex, escúchame —pido pero niega con la cabeza y me señala la puerta aún utilizando el oxígeno.

—Vete, ahora —dice firme y gira el rostro para no verme.

Suspiro dándome por vencida porque lo conozco y sé que no me va a escuchar, menos ahora que le he confirmado que sí es cierto. Tomo mis mochilas y salgo sin decir nada, me encuentro con Savannah y la detengo.

—Está usando el oxígeno, tuvimos una discusión ¿Puedes asegurarte de que esté bien?

—Claro.

—Este es mi numero de contacto, me escribes si le pasa algo —pido anotando mi numero en un papel y se lo entrego—. Cuida de él, por favor.

—Descuida, si quieres puedo ir en treinta minutos y te digo, porque ahora tengo pacientes.

Asiento y me despido de la chica antes de continuar mi camino a la salida. Camino a mi casa y de verdad que me siento cansada, así cómo cuando me daban ataques de ansiedad, por mí dormiría a penas llegue a casa, pero tengo la cita con Usher y también tengo que decirle que Alex ya sabe de nosotros. Quiero descansar, necesito descansar.

Llego a casa y me encuentro con todo desordenado, había olvidado que ese día con Usher no ordené nada y luego anoche Tanya durmió acá y ella tiene un concepto de orden muy diferente al mío. Sauvage llega maullando y se pasea por sobre mis pies, sonrío y dejo mis mochilas para poder levantarlo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.