*Treinta y Dos*

Prioridades

Me termino de vestir, ya me encuentro maquillada y tengo que salir lo más rápido posible, hoy no alcanzaré a desayunar porque me prometí que estaría en la clínica antes de que mi hermano despierte. Le dejo comida y agua a Sauvage además de cambiarle la arena y luego salgo de la casa, por suerte hoy el clima está a mi favor y no lloverá, tampoco está muy nublado.

Camino a la Clínica pensando en qué le diré o cómo va a reaccionar cuando me vea, es que mi hermano es demasiado dramático cuando quiere. Tardo más de lo esperado porque pareciera que los semáforos me odian, aunque no sé si eso es posible. Al entrar al lugar en el cual permanece internado, busco a Savannah porque ella me ayudará a ingresar antes de la hora de visitar.

—Hola Harper —saluda la chica sonriente.

—Hola ¿Aún no despierta? —niega y me guía hasta su habitación.

—No, ya pasé a verlo y sigue dormido, hoy el Doctor lo verá más a medio día —asiento a todo lo que me dice aunque no esté escuchando por completo—. No le digas que yo te ayudé porque sino se va a enojar conmigo.

—Bueno —susurro y entrecierro los ojos, algo se traen.

Entro a la habitación y lo veo dormido, ojalá estuviera así de tranquilo y pacífico todo el tiempo. Dejo mi mochila en el sofá y voy hacia la ventana como siempre, no me acerco para no perturbar su sueño, quiero que despierte como siempre y me vea, así de simple, un espejismo.

Miro por la ventana lo hermoso que estará el día, incluso creo que se podrán ver algunos rayitos de sol. Veo a mi hermano por sobre mi hombro pero aún no da señas de despertarse, ojalá lo haga antes de que tenga que irme al trabajo.

—¿Qué haces aquí? —su voz suena rasposa, cómo cuando le daba amigdalitis.

—Hola Hermanito, vine a verte ¿No es obvio?

—Sí, pero ¿cuál es la razón de tu visita?

—Obviar nuestra discusión porque no eres quien para juzgar mi actuar cuando tu has hecho lo mismo y yo no te he dicho nada, incluso he cubierto tu espalda —blanquea los ojos pero no dice nada—. Vengo porque tengo que comentarte algo importante.

—¿De qué se trata?

—De Scott y yo.

—¿Scott Turner? —se sienta en la cama con evidente curiosidad—. Adele me dijo algo.

—Adele formó una historia de amor, no le creas —digo obviando y me siento a su lado apoyando mi cabeza en su hombro—. Scott no sabía del accidente que me traumó, pero me ayudó a superar algunos miedos. Ahora puedo conducir una moto y resisto viajes largos en auto, aunque sólo con él a mi lado. 

—¿Me estás jodiendo? —niego y pronto noto que está llorando.

—Alex —me giro y lo abrazo.

—¿Por qué no nos dijiste? —su voz delata el nudo en su garganta.

—No lo sé, creo que quería lo que tenía con Scott sólo para mí, porque sabía que era algo que tenía fin y así fue, ya no lo veo ni nada por el estilo. Además me daba miedo ilusionarme con algo que tal vez no iba a funcionar.

—Lo lograste, al menos sólo con él —asiento con un nudo en la garganta, ahora me siento culpable porque tal vez fui yo la que se negó a intentar con alguien más.

—Sí.

—¿No has probado con nadie más? 

—Me da miedo, pero si lo intento contigo tal vez sea distinto —digo sonriendo, porque de verdad quiero intentar subir a un auto con Alex.

—Juro que cobraré tu palabra —susurra apretándome contra él—. Por cierto, el miércoles ya me dan el alta ¿Me aceptas en tu casa? Prometo portarme bien.

—Te estaré esperando en casa. Me tengo que ir a trabajar, quise venir a verte y decirte antes que a nadie —me alejo un poco y seco sus lágrimas—. Te amo mucho, bebé.

—Yo también te amo.

Me levanto de la cama y tomo mis cosas para poder irme, beso su frente y cuando estoy en la puerta recuerdo.

—Oye, me tendrás que explicar que pasa con Savannah

—Si vienes a la tarde te diré —me guiña un ojo y abro la boca sorprendida.

—Hecho, si no cumples me tendrás que regalar una caja de esos bombones belgas que me gustan.

Escuchar su risa me hace feliz, cierro la puerta tras de mí y voy hacia la salida, por el camino me encuentro con Savannah y le agradezco que me haya dado la oportunidad de venir a esta hora, además de que me estuvo escribiendo para avisarme cada cosa de mi hermano, es una chica muy linda.

Camino a mi trabajo y realmente estoy disfrutando la mañana de este día, espero que todo continúe igual de bien. Llego al salón y Lety está regañando a todas, me acerco a Sasha y con discreción le pregunto que pasó.

—Es que las chicas que ayer fueron a cubrir el maquillaje para un evento llevaron una base que le daba alergia a una de las bailarinas y esta nos denunció —susurra y me compadezco de las chicas que fueron—. Tienen suerte que Lety no las haya despedido.

—Mierda, si es grave.

—Sip. Por cierto, está molesta contigo, así que te bendigo ahora para que Dios te cuide y te tenga en su santa Gloria.

—¿Qué? ¿Por qué? —¿Ahora que hice?

—Sasha, Harper. Estoy hablando yo, los chismes quedan para después y ojalá en su tiempo libre —ambas nos sobresaltamos y asentimos, luego sigue con su discurso.

Luego de casi veinte minutos todas podemos ir a nuestro lugar de trabajo, yo organizo todo como siempre y lavo mis implementos. Voy a recepción y pido mi lista junto con el horario de clientes. No tengo uno hasta dentro de veinte minutos y aprovecho para ir a ver a mi Mami platinada. Llamo a la puerta y cuando autoriza entro un poco temerosa.

—Buenos días.

—De buenos, nada —dice con evidente mal humor.

—¿Todo bien?

—Lily quiere dejar sus estudios —suspira y se quita los lentes, va a llorar.

—Mami —me acerco y apenas estoy frente a ella sus brazos me rodean y esconde su rostro en mi abdomen.

Escucharla sollozar me hace querer llorar también, por pura empatía ¿Por qué todo el mundo llora hoy? Sólo falta que Tanya me llame llorando. Volviendo, peino y acaricio el cabello de mi jefa que sólo llora desconsoladamente. No soy madre, pero debe ser muy difícil no poder intervenir las decisiones de un hijo que ya es mayor de edad, es que como ellos ya aprendieron quieren evitar que los hijos cometan el mismo error, pero si ellos no quieren escuchar entonces hay que dejarlos caer.