Corazón En Guerra

*Treinta y Ocho*

No Te Va a Gustar

Despierto y sin abrir recuerdo las conversaciones de medianoche, creo que he dormido mucho más de lo que siempre duermo, me acomodo entre sus brazos nuevamente, este podría ser mi lugar en el mundo sin duda alguna. Cuando comienza a repartir masajes en mi espalda es que descubro que ya está despierto.

—¿Cuánto llevas viéndome dormir? —cuestiono en un susurro, no sé qué hora es. 

—Realmente engañas a cualquiera estando dormida —frunzo el ceño aún oculta en su pecho para no verlo—. Pareces un angelito de cabello rosa pastel

—¿Eso qué significa?

—Que incluso con los ojos cerrados podría verte —¿él me podría ver los ojos cerrados? No entiendo.

—Soldado, aclara eso por favor, es que sigo dormida.

—¿Me estás hablando dormida? —dejo salir una risita por su tono de voz cómico—. Que miedo, Princesa. La bella durmiente.

—¿Me despiertas con un beso? —yo lo añoro, sinceramente.

—¿Sigues dormida? —asiento y este acaricia mi mejilla, inclino mi rostro y este me besa, un pequeño beso que me hace volar—. ¿Despertaste?

—Creo que estoy soñando, soldado.

—¿Sueñas conmigo? —nerviosa evito su mirada aunque debe notar mi sonrojo.

—Creo que fue porque tu olor está impregnado en mi nariz —me excuso tratando de no sonar nerviosa, pero su risa y el vibrato de su pecho me pone aun mas nerviosa, sobre todo porque sus brazos me atraen más a él—. ¿Sabes qué hora es?

—Sí, es casi medio día.

—Tengo que trabajar, es lunes —me libero de sus brazos y me siento en la cama, pero por la rapidez de la acción me mareo y provoca un fuerte dolor de cabeza.

—Lety te dio el día libre —dice levantándose de mi cama, viste un pijama de rayas azul con gris—. Vamos, Tanya y Alex deben tener el almuerzo listo.

—Tengo que ducharme.

—Da igual, yo tampoco me he duchado —se encoge de hombros y me tiende su mano.

Dudo un momento antes de tomar su mano, me hala hacia él y tomados de la mano bajamos las escaleras hasta la planta principal donde hay un leve olor a quemado y escucho los gritos histéricos de Tanya viniendo de la cocina, Scott frunce el ceño y ambos corremos donde ellos.

—Quemaste el almuerzo —acusa mi hermano.

—Digamos que está gratinado, nada más un poquito —mi hermano ríe apretando su estómago y Tanya le sigue rindiéndose—. Maldición, no pudimos siquiera preparar un almuerzo para Harper.

—Al menos lo intentamos.

—Creo que hay una parte que se puede salvar —digo sonriendo enternecida por el gesto de ellos dos para conmigo.

—Despertaste.

—No estaba muerta —suelto la mano de Scott y voy a abrazar a los intento de cocineros.

Miro la “lasagna” y pues, se les pasó el tiempo en el horno pero no es nada grave, fue que el queso se cocinó de más, fue un gratinado cómo Tanya dijo. Scott se sienta en un taburete y sube a Sauvage a la mesada, rápidamente lo baja cuando nota que no está muy limpia.

—Muchas gracias por su detalle, de intentar cocinar —rápidamente ambos me envuelven en un abrazo y sonrío porque realmente los amo.

—Se intenta todo por la persona a la que amas. 

—¿Si vamos a almorzar? No he comido nada desde ayer y me muero de hambre.

—¿No comiste nada? —cuestiono entre sorprendida e indignada porque no se ha cuidado.

—Por favor confirmen si esto que diré es cierto —avisa Scott—. Cada que me alejaba un poco de ti, comenzabas a sollozar y te quejabas como bebé.

—¿De verdad? 

—Sí —admite mi hermano a la vez que ayuda a Tanya a servir el almuerzo—. De hecho, tratamos de cambiar lugares pero no hubo caso.

—De hecho, cuando te puse tu pijama y Scott se ponía un pijama de Alex, estabas llorando y admito que lloré un poquito contigo.

—¿No aprovechaste de comer ahí? —le paso el plato de lasagna ya servido y me siento a su lado.

—Comí un Snicker, con eso fue suficiente.

—Te estás quejando de que tienes hambre —asiente dándome la razón.

—Ahora me quejaré de que quemaron el almuerzo —todos reímos relajados, y nos sentamos a comer juntos.

—¿Cómo es que no fueron a trabajar? —cuestiono a mi hermano y a Tanya, pues sé que Scott no trabaja por el momento.

—Porque yo teniendo mi celular estoy bien.

—A mi no me mires ni me preguntes —dice la chica despreocupada y llevando un poco de lasagna a su boca.

En eso suena el timbre y confundida miro a los chicos, pero pronto se nos viene a la cabeza que podría ser Lety o Adele, pues a la última le informaron lo sucedido pero no había podido venir, tal vez hasta ahora. Quien va a abrir es Tanya y Sauvage la sigue, supongo que ha pasado bastante tiempo con ella.

—¿La pregunta también es para mí?

—Soldado, tú estás en un periodo de descanso, por así decirlo.

—A bueno, te respondiste sola —se encoge de hombros y entrecierro los ojos con obviedad.

Cuando mi gato vuelve solo y Tanya no viene ni hay señas de nada, frunzo el ceño y decido ir a ver que pasa, mientras tanto Scott y Alex sirven vino. A medida que me acerco escucho la voz de mi mejor amiga pero pronto descubro que no escuchaba nada porque ha salido al exterior de la casa. Voy a la puerta y la abro encontrándome con mi mejor amiga reñiendo a Usher que me ve casi con temor.

—No le digas nada —pide Tanya al chico mientras se seca las lágrimas furiosa.

Dejo la puerta abierta y no me acerco a ninguno de los dos, me quedo cómo espectadora porque se nota que estaban en algo importante, mi amiga ni siquiera es capaz de verme a los ojos y solloza queriendo golpear a Usher. No entiendo nada.

—¿Que no me diga qué? —cuestiono tratando de buscar la razón por la que Tanya llora, de seguro es algo importante.

—No lo hagas —vuelve a advertir mi mejor amiga y ya veo la vena de su cuello sobresalir, debe ser algo muy malo—. Ayer fue un pésimo día en el que no estuviste presente ni por más que te dijimos que necesitaba de ti.




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