Capítulo 4
Gillian
Cuando llegue a mi destino, siguiendo el GPS de mi celular, lo que vi me dejó impresionada, un gran edificio está frente a mí, se ve que este hombre tiene mucho dinero.
Casi son las 8:00 así que si quiero llegar a tiempo tengo que darme prisa, o si no todo el esfuerzo de Beth no servirá de nada
Al entrar lo primero que veo en la recepción es a un hombre, párese de mi edad o un poco más grande.
—Hola— lo saludo tratando de esconder los nervios que cada vez crecen más, no sé si es por lo pulcro y lujoso del lugar o mi recién llegada a la realidad. Una realidad que me dice que no pertenezco aquí
—Buenos días señorita, ¿En que puedo ayudarle?—
Hasta él era pulcro y elegante, no quiero ni imaginarme a el hombre que posiblemente no va a ser mi jefe. Quitándome los nervios o tratando por lo menos de hacer eso reúno coraje para hablar.
—Bueno… tengo una cita, para una entrevista de trabajo a las 8:00, soy Gillian Morgan — después de decirle mi nombre revisa lo que creo que es una lista en su computadora.
—Correcto, aquí estas, las demás candidatas ya hace tiempo que llegaron, pero aún no inician las entrevistas, pero antes me permites una identificación— sin protesta se la entrego y después de un rato revisando mi credencial, que para mí fue como una eternidad— puedes subir por el ascensor y presiona el número 2— me dijo entregándome mi credencial.
—Gracias— le dije en un susurro, la verdad no sé si me escucho.
Sin querer perder más tiempo voy directo al ascensor, pero envés de sentir que voy a una entrevista de trabajo siento que me adentro a la cueva de un lobo feroz y no sé por qué.
Cuando las puertas se abrieron lo que me recibió no lucía tan diferente del piso de recepción, había mucho lujo por todas partes, solo que este lugar no estaba tan vacío como el otro piso, había por lo menos 15 mujeres más, unas muy guapas y elegantes y otras ya mayores pero de seguro con mucha más experiencia que yo.
Paso a sentarme en una de las sillas desocupadas y siento que se me quedan viendo y no las culpo ya que cuando salí está mañana no vi que estuviera mal vestida pero ahora con estás mujeres viéndome, me ciento con si fuera un vagabundo y no es broma, todas se ven tan bien vestidas, que siento un poco de envidia y mis posibilidades se redujeron al 100%.
No tengo mucho tiempo para pensar ya que dos mujeres, jóvenes empiezan a hablar, creo que ya estaban teniendo un conversación cuando llegue y gracia a eso averigüe mucho.
—Es verdad que el señor Carter compro todo este lugar?— pregunto la más joven
—Si es verdad, después de su accidente estuvo 2 años en rehabilitación en Houston y hace un año cuando regreso compro todo el edificio el último piso es su pent—house y los otros 7 pisos contado la recepción los está acoplado para convertirlos en su oficina personal— la mujer rubia dijo con tanta seguridad que no sé de dónde sacan tanta información, o conocen a alguien o hicieron su investigación por internet mejor que yo.
Y eso me hace preguntarme ¿Que más sabrán que yo no?, miro mi celular para ver la hora y veo que son las 8:20, rayos, voy a llegar muy tarde a la cafetería y todo para nada. Mis pensamientos son interrumpidos cuando un hombre de unos 50 0 60 años entra.
—Buenos días, gracias por venir y disculpen la tardanza, mi nombre es Arnold Philips y soy el mayordomo del señor Carter— creo que todos en este lugar son muy pulcros y elegantes, pienso solo basta con mirar a el mayordomo. —Antes de venir hacia aquí pase a recepción por la lista de ingreso y ese va a ser el orden para que pasen a la entrevista—
Diablos después de mi nadie llegó, soy la última.
—Yo seré quien realice las entrevistas— paso de largo directo a la puerta del centro que supongo que es una oficina o un despacho —Pase Miriam Freent— Y una mujer como de 40 años se levanta y va tras del señor Philips.
Cuando la puerta se cierra escucho que alguien inició una conversación.
— ¿Cómo crees que el señor Carter quedó después del accidente? —
—No lo sé, solo sé que era realmente guapo, pero no creo que siga siendo así, después del accidente su novia lo dejo— dijo un tanto exagerada la misma mujer que contesto la otra pregunta —Yo creo que quedó horrible, o si no ¿Por qué ya no sale de este edificio? — quizá por eso no sale y no hay noticias recientes de él.
Bueno no es como si yo lo fuera a conocer, pero me pregunto si de verdad quedaría tan marcado por las cicatrices.
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