Capítulo 35
Gillian
Estaba fuera de la delegación esperando a Beth, me sentía mal, cada que alguien iba pasando y se me quedaba viendo, me sentía tan miserable, que me daban ganas de llorar más.
— ¡GIL!. — se supone que estaba atenta a qué Beth llegará, pero la verdad no la vi cuando se acercó a mí, y lo único que puedo hacer es abrazarla.
—Dios ¿Qué te paso? —
— Todo fue horrible. — aún no podía formular bien lo que tenía que decir, parece que ella lo entiende, porque me empieza a guiar a su auto. —perdón por sacarte de tu trabajo a esta hora. — Le murmuro
— No te preocupes, ahora cuenta que pasó, eso me preocupa más ahora. —
Le empecé a contar del hermoso día que pasamos Maxim y yo por su cumpleaños, y de cómo al día siguiente se había desmoronando todo eso.
— Maldito, estoy muy tentada a dar media vuelta, e ir a darle unos buenos golpes. — parecía molesta, creo hasta cierto punto estoy molesta también.
— Le dije que esas dichosas pruebas eran falsas. —
— Su hermana también es una maldita MUSTIA, le hubieras contado de la amenaza que te dio desde un principio. —
— Yo… yo solo no quería causar más problemas con su familia. —
— ¿Pero ella si te pueden causar problemas? — no le contesté.... Ahora mismo no tengo fuerzas suficientes para esta conversación. —Bien, llegamos. Vamos, para que te des un baño caliente y comas un poco. — si no la tuviera no sé que haría.
— No tengo ropa y ninguna de mis cosas. —
— No te preocupes por eso, tú eres más delgada que yo, así que toda mi ropa te quedará. —
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Sarah.
Estación mi coche a unas cuantas calles de edificio de mi hermano, nunca lo vi así, no solo era enojo, era dolor lo que vi en su mirada, me dolió verlo así.
Yo quiero que sea feliz, pero con alguien de su nivel, no con esa, que resultó ser una total arribista.
Iba a arrancar de nuevo mi coche pero mi celular sonó.
— ¿Hola? —
— Hola, ¿cómo estás? —
— Bien y ¿tú Clarise? — desde el inició de la relación de mi hermano con ella, se convirtió en una amiga, y a pesar de que terminaron, nosotras nos seguimos hablando.
— No te escuchas tan bien. ¿Qué te pasa? —
— Mmmm… ¿te acuerdas de lo que hablamos... de la mujer que llevó Maxim a tu boda? —
— Si, como olvidarla. — note su voz un tanto enojada, como si tuviera celos.
— Bueno, resulta que es una estafadora, le llegaron las pruebas a Max y todo eso. — esperaba otra respuesta no la que me dio, soltó una carcajada.
— ¿Viste las pruebas? —
— No… Maxim me corrió, antes de nada. —
— Así que si funcionó. —
— ¿Qué es lo que funcionó? —
— Solo hice unos pequeños arreglos. —
— Clarise, ¿Qué demonios hiciste? —
— Cálmate, tú me dijiste que no querías a esa mujer en la vida de tu hermano o ya no te acuerdas —
— Si, pero… me estás diciendo que esas pruebas son falsas. —
— Si… te solucione tu problema. —
— NO… porque lo hiciste, yo no te lo pedí… Maxim amenazo con meterla en la cárcel por esas pruebas. —
— Pues se lo merece. — su respuesta hace que un pensamiento me venga, no sé si lo que cruza en mi mente es verdad o no, pero tengo que preguntarle.
— Tú no hiciste esto para ayudarme y ni nada por el estilo ¿verdad? —
— No… cuando vi a Maxim, supe que mis sentimientos por él no se habían terminado, aún lo amo Sarah, y solo quiero a esa mujer fuera de su vida, definitivamente. —
— Pero… pero tú estás loca, que demonios te pasa por la cabeza, ¡primero lo dejas y ahora dices que lo amas!. Por dios Clarise, fuiste capaz de crear pruebas falsas en contra de Gillian. —
— Ahora es “Gillian”, tú fuiste la que dijo que no quería a esa arribista cerca de tu hermano, que se merecía algo mejor, y quién mejor que yo. —
— Pero tú estás casada. —
— Eso tiene solución querida… sabes que... luego te hablo, yo creí que te daría gusto que esa mujer ya no esté en la vida de tu hermano. —
No me dio tiempo de contestarle porque me colgó. Me quedó pensando en lo que Clarise hizo, pero si le digo a Maxim, él no me lo perdonará nunca, tengo que pensar en que es lo que voy a hacer.
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Maxim
Día siguiente.
Cuando desperté solo estaba seguro que la maldita luz que me daba directo en la cara era muy molesta, al abrir los ojos vi que estaba en uno de los sillones de mi estudio, y a mi lado había una botella de whisky vacía, eso explica el dolor de cabeza.
Pero cuando recuerdo porque tome anoche, una mezcla de irá y decepción se cruzan por mi cabeza. Maldita seas Gillian Morgan.
Solo sé que esto no se va a quedar así, la voy a refundir en la cárcel y nunca saldrá de ahí. Creía que podía jugar conmigo, pues no, se equivocó de estúpido esta vez.
Por eso pienso en llamar a la delegación dónde está esa. Mientras marco el número local, mi cabeza duele.
— Buen día en que le podemos ayudar. — me contesta una mujer, se oye un tanto joven.
— Quiero hablar con la persona que está llevando el caso de Gillian Morgan. — se escucha que teclea su computadora y pasa un tiempo hasta que vuelve a hablarme.
— Señor lo comunicaré con el teniente Walker, espere un momento, por favor. — como si tuviera opción.
— Buen día, ¿quién habla? —
— Soy Maxim Carter. Usted lleva el caso de Gillian Morgan, quiero la información que tenga hasta ahora, yo soy quien llamo a la policía, estoy dispuesto a poner mi demanda. — pasa un segundo antes de que escuché una risa.
— Señor… Carter, ¿usted tiene bajo intelecto? — su pregunta me molestó y más porque seguía riendo. Y no sabía de dónde demonios salió esa pregunta.
— Teniente Walker, claro que no tengo bajo intelecto y no sé que demonios quiere decir con esa pregunta, ¿caso usted quiere perder su puesto? —
— Lo siento señor, es solo que cuando recibí el caso ayer, pensé que sería uno grande, pero cuando vi las supuestas pruebas, quedé muy decepcionado. —
— A qué se refiere. —
— Mire señor para ahorrar su tiempo y mi tiempo, las pruebas son más falsas, para que me entienda, es más falso como afirmar que la tierra es plana…—
— Pero… ¿QUE DEMONIOS ME ESTA DICIENDO? —
— Sin gritos señor Carter, yo lo escucho, creo que no sabe distinguir entre una cosa mal hecha y las palabras honesta de una muchacha. —
Dios mío, qué demonios he hecho, Solo puedo pensar en una cosa, Gillian, Mi Gillian.
— Gillian, ¿ella dónde está? —
— Esa información no la sé de verdad, ayer se fue, ya que no había ningún delito que perseguir. —