Epilogo 1
Gillian
Nuestra boda fue perfecta, fue todo lo que una mujer quiere el día en el que se casa, ser feliz con el hombre que amas. Aún no creo que desde hace tres meses soy la señora Carter oficialmente.
— Y Bien, ¿quieren saber el sexo de su bebé? — ahora mismo estamos en consulta con la ginecóloga, ya tengo 7 meses de embarazo y aún no se si ya estoy preparada para ser mamá.
— Si. — le dice Maxim, aviamos acordando en que no queríamos que fuera sorpresa como otros papás quieren que sea. Queremos saber, en primera porque ya no aguantamos la emoción y en segunda porque queremos arreglar un cuarto para el bebé. Más yo, que después de la boda deje el trabajo con Tim, tenía mucho tiempo libre y con mi embarazo en proceso, ahora Arnold y Maxim ya casi no me dejan hacer nada, solo espero que esa sobreprotección se le pase cuando nazca el bebé.
— Bueno, veamos… es… un niño. — ninguno de los dos dijimos nada, solo nos sonreímos. —¿Quieren fotos de la ecografía?—
— Si. — esta vez yo me apresure a decir.
…………………………..
Ya cuando terminó la consulta nos dirigimos a una tienda con mueble para bebés, queríamos comprar, algunas cosas principalmente un cuna.
— Hay que pensar en un nombre para el bebé. — le digo mientras me acaricio mi barriga.
— Mmmm… que tal Gilian. — lo veo con los ojos entrecerrados.
— Sabes que no es grandioso verdad. — le digo, quiero parecer sería, pero la risa se me sale, mientras lo pienso, si él no se ubica confundido con mi nombre, nuca nos hubiéramos conocido.
— No estoy bromeando, hablo en serio. —
— En ese caso, mejor Maxim… ¿no?…—
— No. — me dice tajantemente
— Porque, tu idea es buena y la mía no—
— ¿Por qué? solo quiero que me llames Maxim a mí. —
— Pues te puedo decir lo mismo. —
— Lo siento amor, pero Gillian y Gilian, suenan diferente. —
— Pero no para todos, se lo recuerdo señor Carter, usted fue uno de los que confundieron el nombre. —
— Bien, entonces que otra opción hay—
— Mmmmm…. ¿Matthew?.. —
— Matthew…. Matthew Carter, es un buena conbinación, me gusta. —
— Sip… pero aún tenemos tiempo para discutirlo con más calma. —
— Tienes razón, primero vamos a ver esas cunas. —
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Cuando ingresamos a la tienda la trabajadora nos recibió muy bien, hasta que vio el lado izquierdo de Maxim, hizo un sonido de sorpresa. Me irritó tanto, quizá a Maxim ya no le moleste como antes, ya que sé que ha avanzado mucho en sus sesiones con el doctor Peterson. Y se siente más seguro cuando sale ahora, pero aun así me irrita, porque hay acciones por parte de otras personas, que pueden lastimar a alguien y ni siquiera son conscientes.
— …. Mmmm…. en que puedo ayudarles. — nos dice la mujer que notablemente se ve apenada, y nerviosa, ya que trata de no ver a Maxim a la cara.
— Queremos ver cunas para niño. — le dice Maxim con voz serena y calmada, una que antes me daba miedo, y que para las personas que la escuchan por primera vez es muy aterradora. Yo trato de disimular mi risa, porque la trabajadora puso una cara de susto muy graciosa.
— Claro, por aquí por favor. — nos dice y se da la vuelta rápidamente, Maxim y yo, intercambiamos miradas y nos damos una sonrisa.
Vimos unas cuantas cunas, pero nos decidimos por una cuna blanca.
— ¿Esto sería todo? — nos pregunta la mujer, que en el trascurso de las explicaciones que nos daba de cada cuna se le fueron pasando los nervios.
— Por el momento si, gracias. — le digo
— Perfecto, pueden acompañarme a pagar y a dar los datos necesarios para realizar el envío. —
— Yo voy, tú espérame aquí, hoy ya has caminado mucho. — me dice Maxim, y aunque no estoy de acuerdo en que me trate como a una niña, esta vez tiene razón ya me duelen un poco lo pies, pero eso no se lo voy a decir.
— Claro, está bien, mientras veo unas cosas que están por la puerta. —
— Está bien. — se acerca y me da un beso y en la cabeza. Lo veo irse tras la mujer y doy vuelta para ver unos armarios.
No pasó mucho tiempo cuando sentí la mirada de alguien, volteado, pensando que es Maxim, pero veo que quien me mira es un hombre que está en una sección más lejos de donde estoy. Decido ignorarlo, pero cuando me doy la vuelta para seguir viendo los muebles, veo por el rabillo del ojo como empieza a caminar hacia mí. Espero que no se acerque, no tengo ganas de hablar con extraños.
— Hola, disculpa, me podrías ayudar a escoger un diseño de lámpara, es que es para mí sobrinita. —
— Hola…. Ah mmmm… creo que hay personas que trabajan aquí, que podrían darte una mucho mejor opinión que yo. —
— Oh, sí, pero… como decirlo… me gustaría tu opinión. — me molesto ya que, por dios, ¿no puede ver mi enorme barriga, o los anillos en mi manos izquierda?
— Estoy ocupada en este momento. — trato de pasarlo e ir hacia donde fue Maxim, pero me detiene agarrándome del brazo, no es un agarre fuerte, pero aun así me incómoda que este hombre extraño me toque y no me deje ir.
— Ok… lo entiendo… pero quizá en otro momento tengas tiempo, podemos intercambiar números y así. —
— Eso no se va a poder. — le digo zafándome de su agarré
— Pero ¿Por qué?—
— Porque ya tiene esposo y un hijo en camino, no lo puedes ver imbécil. — me gano a contestar Maxim, que en algún punto se acercó sigilosamente a nosotros, y ahora está viendo a el hombre como una presa que está dispuesto a despedazar.
— Lo… lo siento. — sin más sale prácticamente corriendo.
— ¿Maldito!. —
— oye, cálmate. — le digo abrazándolo
— No puedo, ese maldito cree que puede venir y quitarme lo que es mío. —
— Nunca podría. —
— Cierto… vámonos, ya todo está arreglando, ¿no quieres algo más? —