Ava
No podíamos marcharnos sin arreglar el problema con el señor Huang. Luego de que mi prima y yo evaluáramos unas cuantas opciones de regalos para el asiático, nos decidimos por un cactus. A Jing le pareció bien ya que su padre amaba las plantas.
—Vamos toca el timbre.
—Tengo las manos ocupadas Ava.
Khate permanecía con la bolsa en la mano.
—Tienes libre la otra.
—Creo que no es buena idea que tal si nos echa.
—Mente positiva, aunque sea chino no significa que tenga carácter de dragón.
—Está bien —suspiró y llevó su dedo al llamador.
Antes de que pudiera oprimirlo la puerta se abrió. Unos ojos negros y rasgados nos miraron con curiosidad.
—Buenos días —dijimos al unísono.
—Buenos días —contestó el saludo.
—¿Cómo está señor Huang? —preguntó Khate.
—Bien, pelo velal pol mi estado de salud no debe sel lo que las tlajo pol aquí.
—Bueno si tiene tiempo nos gustaría hablar con usted —dije.
—Está bien. Adelante.
Al entrar tuvimos que descalzarnos para usar unas pantuflas, dejando nuestros zapatos en una pequeña estantería.
Parecía que un pedazo de China estaba ahí y no me refería al Sr. Huang, jajaja. La decoración era interesante. El amor por su nación hizo que no se despegara de su cultura, sin duda quería sentirse cerca de casa. Las paredes estaban pintadas de un azul claro, habían varios cuadros con dragones y jarrones muy finos con hermosos diseños. Los muebles eran cuadrados y hechos de bambú, mientras que las ventanas no tenían cortinas.
—Jing, Jing —llamó a su hija.
—Dime papá.
Apareció la chica y al reparar en nuestra presencia también nos saludó.
—Tus amigas han venido a vesitalnos pol qué no nos plepalas té.
—Enseguida.
—No tiene que molestarse —dije.
—El té nunca se lechaza niña.
Fuimos hasta un salón y nos sentamos alrededor de una mesa cuadrada. Incluso me empezaba a gustar estar sentados en cojines y demás.
—Entonces que me quelían decil.
—Esto es para usted —dijo Khate entregándole la bolsa con ambas manos.
Él la miraba con curiosidad, le agradeció pero no la abrió. Khate y yo nos miramos preguntándonos por qué no lo hacía. Tal vez era alguna tradición.
—El motivo que nos trae hasta su casa es de extrema importancia. Quiero pedirle disculpas —le dijo Khate—, no tenía conocimiento de lo que significaba el regalo y por mi culpa mi padre y usted se enemistaron.
—Lo entiendo elas aún una niña, si el Sr. Pembelton quelía hacelme algún legalo tenía que elegilo él.
—Insistí mucho para hacerlo yo, habíamos pasado mucho tiempo lejos pero ese día buscando el regalo nos divertimos mucho.
—Entiendo pelo él no se ve alependido y si es así entonces no quielo tlatos con él.
Jing colocó la vajilla y le sirvió primero a su padre y luego a nosotras. La china se sentó a mi lado mientras que el señor Huang comenzó a degustar el té tomándolo a sorbos lentos y ruidosos.
Jing
Las chicas miraban a mi padre con atención, incluso lo deben haber tomado como un mal educado, no tenía más remedio que explicarle.
—Es parte de la tradición, ustedes deben hacer lo mismo y golpear la mesa como muestra de agradecimiento —susurré a Ava—, hagan lo mismo que yo —les dije a ambas.
A continuación, echamos el té en otra taza y holimos la que se había quedado vacía. Finalmente bebimos el té en 3 tragos.
Khate
Aunque lo intentamos el señor Huang no quería ceder. Se me ocurrió algo pero cuando mi padre se enterara sabía que me mataría.
—Señor Huang, mi padre quiere arreglar el malentendido y como muestra de ello lo quiere incluir en un negocio.
—¿Negocio? ¿Qué tipo de negocio? —se mostró interesado.
Mi prima estaba sorprendida e intentaba buscar una explicación.
—Quiere incluir platos tradicionales chinos en el menú del nuevo restaurante que está abriendo.
—¿De verdad? —preguntaron mi prima y el señor Huang al unísono.
—Claro, nunca mentiría con un tema tan importante.
Me sentí un poco culpable cuando vi la sonrisa y el brillo en sus ojos.
—Eso es... malavilloso. Escuchaste Jing.
—Sí papá. Es increíble.
—Espero que eso sea muestra suficiente para mostrar la sinceridad de mi papá —le dije.
—Lo tendlé en cuenta.
—Bueno ahora debemos irnos —agregó mi prima.
—Jing, acompáñalas a la salida. Ahola mismo llamalé a mi amigo Xian, es un chef muy bueno.
Ya fuera de la casa Jing se me quedó mirando.
—Espero que sea cierto, no permitiré que se burlen así de mi padre.
—Tranquila. Confía en lo que decimos.
—Hasta luego —le dijo Ava.
—Nos vemos pronto —respondió.
Apenas llegamos al porche mi prima se detuvo y me miró.
—Katherine Pemberton estás consciente de lo que acabas de hacer ¿no?
—Solo creí que era una buena idea.
—Viste lo feliz que se puso, que hará cuando se entere de que es una mentira. Está bien no lo digas, él pensará que tu papá te mandó y los problemas que tenían hasta ahora no será nada comparado con los que vendrán.
—Convenceremos a mi padre.
—Ojalá, ojalá. De no ser así arderá Troya.
—Jaja. Somos un equipo, si nos hemos salvado hasta aquí buscaremos la forma de arreglarlo todo.
Ava
Recopilamos alguna información para presentársela al tío. Si no íbamos con las ventajas o mejor las cifras que podía ganar con este negocio ni siquiera nos escucharía.
Esperamos que descansara un poco. Acordamos que le contaríamos después de la cena.
Cuando nos sentamos en la sala noté a Kathe un poco nerviosa incluso yo lo estaba.
—Papá...
—Dime Kathy.
—Me quedé pensando mucho en el nuevo restaurante que abrirás y se me ocurrieron algunos platos que podrías añadir.
—¿Ah sí?¿Cuáles?
—Algunos de... China.
—¿China? ¡China! —se alarmó un poco—Jaja. Estás bromeando ¿eh?
—No.
—Katherine no quiero saber nada de esos chinos.
—Tío, la cocina china ha sido bien recibida en todas las partes del mundo, o me vas a decir que no te gustan las salsas agridulce, el arroz frito.
—Bueno... —se quedó pensativo.
—Sería un tremendo negocio, imagina cuantas personas lo visitarían en busca de un nuevo sabor —le dije.
—Sí, sería genial. En el letrero podrían haber dos dragones hechando fuego por la boca y en medio de ellos el nombre del lugar "Sasón de Asia" —se dejó llevar por un momento tanto así que lo puedo visualizar, lo que me sorprendió.
Su mirada estaba fija en algún punto de la habitación, tal vez pensando en como sería.
—El señor Huang tal vez nos pueda ayudar.
Sacudió su cabeza y nos miró, Khate le rompió la magia del momento.
—Ni pensarlo, nunca trabajaré con ese chino. Era una buena idea hasta que lo incluyeron a él.
—Tío él no es un mal hombre. Todo sería diferente si se llevaran bien.
—Papá para hacer negocios no es necesario que seas íntimo de él. Pero él restaurante es tuyo y eres quien decide.
—Sí, sería un gran negocio. Si no estás interesado le diré al abuelo, él si tiene buen ojo para esas cosas —anunció mi prima.
—Yo, me voy a dormir. Mañana tengo que salir temprano —nos dijo dejándonos solas en la sala.
—Creo que con eso del abuelo puede que se ablande un poco —dijo Kathe.
—Sí, yo también lo creo.