Ava
Mi mamá llegó en la tarde estaba muy feliz de verla. Luego de cenar nos sentamos a charlar.
—Y Ava cómo se comportó.
—Bien, pero antes de irte tendrás que comprarme un microondas.
Mi mamá me miró y yo sonreí mostrando los dientes y pestañeando bastante. No podía creer que el tío me delatara.
—¿Cómo así? —preguntó.
—Tiene una explicación —dije.
—Ya hablaremos de eso —me dijo.
—Está bien, porque hay cosas más importantes de las que tenemos que hablar. Por ejemplo tienes nueva cuñada.
—Louis que bien. Felicidades hermano.
—Jaja. Gracias.
—¿Y quién es? —preguntó mi madre.
—Yo estoy algo cansada, los dejaré para que hablen largo y tendido. Después de todo hace mucho tiempo no se veían y es necesario que se pongan al día.
Me puse de pie y le deseé buenas noches.
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Imaginé que mi tío había salido temprano, todo estaba en silencio. Después de que desayunáramos invitaría a mi mamá a salir de compras. Sería genial si fuéramos las dos a la playa, pensar en eso me hizo recordar los tiempos felices, cuando éramos tres. Pero no me pondría sentimental por alguien que decidió marcharse.
Mientras bajaba las escaleras pude ver a mi mamá y mi tío sentados en el sofá. Solo faltaba el último escalón de las escaleras cuando lo escuché.
—¿Ava fue a visitar a su padre?
—No, cuando intentábamos conversar cambiaba de tema —respondió el tío.
—Qué debo hacer y cómo le digo que se quedará con su padre.
—¡Qué! ¿De qué hablas mamá?
Caminé hasta quedar en frente de ellos.
—Ava... —mi mamá se sorprendió al verme—, déjame explicarte.
—Te escucho. Estabas bromeando con el tío ¿no? —dije riendo.
—No necesariamente.
—No entiendo entonces.
—Yo iré a preparar unas tazas de café —dijo mi tío.
—Siéntate por favor—me pidió haciéndome un espacio a su lado en el sofá.
—¿Qué está sucediendo?
—La empresa en la que trabajo quieren que los represente en el extranjero. El contrato se extenderá por todo un año y no puedo llevarte conmigo.
—¿Mamá sabes lo que me estás diciendo?
—Comprendo que esto te tome de sorpresa pero no hay nada que pueda hacer.
—Claro que siempre hay varias opciones.
—Losinto pero no las hay. Te quedarás con tu padre.
—No. Mi vida, mis amistades, mi novio están en Philadelphia. No puedo dejarlo todo como si nada y venir para acá.
—Ava se que es difícil pero...
—No me quedaré en Miami. Yo puedo regresar a Philadelphia y cuidarme. Tengo 17 años.
—Ni tu papá ni yo lo permitiremos.
—¿Lo sabe? —ella asintió—, aún no entiendo por qué lo incluyes en una desición como esta.
—Ava, es hora de que dejes el pasado atrás, él es tu padre y eso no cambiará nunca.
—Por eso viniste ¿no? y al parecer tomaron una decisión sin contar conmigo cuando soy yo la más afectada.
—Ava, ya no eres una niña.
—Por eso mismo puedo tomar mis propias desiciones. ¿Qué haré en una escuela donde no conozco a nadie?
—Dejarás de ir a la universidad porque tampoco conoces a nadie.
—No es lo mismo. Además por qué no puedo quedarme con mi tío, te prometo que no haré nada que...
—Aunque Louis quiera no puedo encargarse de tí. Estará muy ocupado en su restaurante. Sé que ahora es difícil pero te acostumbrarás. Tienes a tu papá, harás nuevas amistades y...
—Sí, también me acostumbraré a estar más lejos de ti y más cerca de mi querido padre. Esta vez eres tú la que me separas de tí.
Me puse de pie y caminé hacia la salida. No quería seguir hablando de algo que estaba fuera de mi control.
—Ava aún no hemos terminado de hablar.
—Ya dijiste todo lo que querías, nada de lo que yo diga hará que cambies de opinión.
—No te vayas muy lejos.
—Solo iré a tomar el aire.
No podía estar sucediendo, fue una decisión muy egoísta de su parte. Era como si hubieran reiniciado mi vida dejándola en cero. Si decidí pasar las vacaciones allí, fue porque sería solo eso. Dos meses en Miami, pero un año era demasiado y lo peor estaría sola.
Días después.
Tomamos un taxi hacia la casa de mi padre.
—Tengo que decirte algo —dijo mi madre y la miré de soslayo—, como no has querido estar al pendiente de tu padre no debes saber que hace algún tiempo está viviendo con alguien.
—Jaja. No tardó en remplazarnos verdad —dije con un poco de amargura—, pero así es la vida. Ahora haces lo mismo conmigo, solo que me cambias por tu trabajo.
—No hables así Ava. Sabes que lo hago por tí, quiero que tengas un buen futuro, que vayas a una buena universidad...
—El dinero siempre se termina acabando, solo los recuerdos permanecen. Qué puedo hacer con una cuenta de banco con muchos ceros cuando lo que en verdad quería era pasar más tiempo con mi mamá. Y mientras siga estudiando no me importa a que universidad vaya.
—Ahora tal vez no entiendas, luego me agradecerás.
Asentí y me crucé de brazos para mirar hacia fuera de la ventanilla.
Cuando el auto se detuvo mi corazón comenzó a latir con fuerza. No quería bajarme de ese taxi, si lo hacía mi madre se marcharía y yo tendría que quedarme ahí.
Mi mamá se dio cuenta y me abrazó. Las lágrimas no tardaron en salir. Ella me dio un beso en la nuca y acarició mi cabello.
—Estaré contigo. Te llamaré todos los días y...
—Lo sé.
—Te quiero mucho.
—Yo también.
—Dale una oportunidad a tu padre...
—No hablemos de eso.
—Está bien. Cuídate mucho.
—Ok.
Ambas bajamos del auto. Mi padre esperaba fuera, sonriendo. Fue a abrazarme pero ni siquiera me moví, él se dio cuenta y se separó.
—Hola Arthur —saludó mi madre y le respondió el saludo con una sonrisa
—Ava como estás. Has crecido mucho.
—Sí, es cierto —respondí.
—Brenda ¿Cómo has estado? —preguntó a mi madre.
—Bien ¿tú?
—Bien.
La conversación era de lo más estresante yo solo rodeé los ojos.
—Ava ya tengo que irme, es casi la hora de mi vuelo.
Yo asentí y la abracé con fuerza
—Que tengas buen viaje y espero que este año pase lo antes posible.
—Recuerda lo que hablamos, ok —asentí y besó mis dos mejillas—, ahora dame unos cinco minutos para hablar con tu padre.
Yo solo caminé hacia el porche y me quedé mirándolos. Todo hubiera sido diferente si estuvieran juntos. No tardaron mucho tiempo. Mi mamá me lanzó un beso en el aire y me dijo adiós con la mano. Yo repetí el gesto y luego ella subió al taxi. Quería acompañarla al aeropuerto pero ella no me dejó. Mi padre cargó mis maletas.
—Bienvenida a casa —dijo cuando estuvimos en el vestíbulo.
Antes de que pudiera contestarle dos mujeres bajaron las escaleras. Ambas eran rubias y muy parecidas. Tenía que tratarse de la nueva mujer de mi padre, en cuanto a la otra chica imaginé que era su hija.
—Bienvenida —dijeron al unísono.
—Ava querida, ellas son Michelle y Gina.
—Encantada —dijo la tal Gina dándome un abrazo fuerte.
—Arthur nos ha hablado mucho de ti —dijo la tal Michelle.
—¿De verdad papá? —pregunté.
Solo sonreí, que más podía hacer. Aunque tenía ganas de decirle... <<Entonces no pudiste hablar mucho>> pero decidí callar. Era muy pronto para empezar un discusión sin motivos.
—Por supuesto.
—Estoy muy emocionada, iremos a la misma escuela. No lo puedo creer, tendré la hermana que nunca tuve.
—Hermanastra —corregí.
Las miradas de simpatía de las mujeres se esfumaron pero supieron discimularlo bien.
—Creo que se llevarán bien —dijo mi padre—, ahora Ava acompáñame te mostraré tu habitación.
Lo que sea por salir de aquí, pensé.
—No hace falta papá, yo la llevaré.
Perdón. Tal vez no escuché bien, fue imaginación mía. Mi papá le dio una sonrisa y ella me agarró del brazo, aprovechando mi desconcierto. Llegué a sentir un poco de celos, quien era ella para decirle padre a ese hombre. Lo peor de todo era que a él parecía gustarle.
Una vez que me quedé sola en la habitación cerré la puerta y me quedé sentada recostada a ella. Me sentía muy incómoda, mis manos comenzaron a sudar y mi respiración estaba entrecortada. Estaba a punto de sufrir un ataque de ansiedad. Cerré mis ojos con fuerza y respiré profundo, necesitaba mantenerme fuerte para poder superarlo. La música en ese momento fue la mejor medicina, me puse los casos y dejé que los minutos pasarán hasta que pude volver a ponerme en pie.