Corazón Equivocado

Capítulo 25. ¡¡¡Gina!!!

Harold
Después de todo cayó en su labia. Estaba muy enojado pero también me dolió el corazón. Tenía que estar conmigo, conocía a Spencer y sabía lo que sucedería. Aún así me preocupaba que saliera lastimada.
—Ya cálmate.
—¿Qué me calme? Dime cómo, por favor.
Yo seguía dando vueltas y Marlon me seguía. Golpié la pared para que se fuera todo mi enojo pero sólo me lastimé.
—No puedes culparla...
—No tienes que decir que ella nunca me dio esperanzas porque ya lo sé.
—Entonces...
—Él no la merece.
Marlon suspiró.
—No dejes que la situación te afecte.
—Marlon, no estás siendo de mucha ayuda. Sabes cuanto me gusta Ava y no puedo hacer como si nada.
—Spencer solo intenta que estés así, no caigas otra vez en lo mismo.
—Y no lo haré.

Ava
Aprovechando la inspiración a penas llegué a la casa comencé a escribir. Ya a la hora de la cena la obra había avanzado considerablemente. Las miradas no me irritaron, tal vez porque no despegaba la vista a la pantalla d mi celular.
—Ava ¿Puedes dejar un momento el teléfono? —dijo mi padre.
—Está bien.
Me despedí de Fred y dejé a un lado el móvil.
—Te vez muy feliz ¿por qué no lo compartes con nosotros? —dijo Gina.
Yo elevé una de mis cejas.
—¿De verdad quiere saber?
—Por supuesto.
—Pues yo pensé que estar en Miami, con ustedes... era muy malo.
—Ava... —dijo mi padre.
—Déjame terminar, pero ahora creo que no todo es malo en Miami. Me estoy acostumbrando, incluso a ustedes —mi padre suspiro.
—Oh, que bueno. No veía la hora en que nos lleváramos bien. Podemos ir de compras este finde con mi mamá.
—Sería estupendo —dijo mi padre.
—Emmh, ya veremos. Ahora me retiro —dije limpiándome la boca con una servilleta y poniéndome de pie.
Días después
No podía pedir nada más, todo estaba saliendo bien. Miami se había convertido justamente en el lugar donde quería estar, solo faltaba mi mamá para que mi felicidad estuviera completa. Finalmente pude terminar la obra de teatro, solo quedaba esperar los resultados.
Después de las clases Fred, Audrey, Brent y yo fuimos por unos helados, la estábamos pasando genial hasta que Brent recibió una llamada. A Audrey no le hizo mucha gracia, se enojó y terminaron marchándose.
—Audrey exageró un poco —dijo Fred.
—¿Eso crees? —él asintió—, pues yo creo que no. Brent esconde algo y ella se dio cuenta. Sé que quieres defender a tu amigo pero...
—Eso no debería de preocuparnos, ya se arreglarán —dijo tomando mi mano.
—Fred —él me miró—, ni se te ocurra comportarte como un don Juan mientras salgas conmigo —sonrió—, no bromeo.
—Eso nunca pasó por mi mente —dijo besando mi mejilla—, vamos te llevo a casa.
—Ok.

Jing
En ocasiones nuestros temores se convierten en realidad. Me rompía el corazón ver así a Harold. Callado, sufriendo en silencio.
—Por qué el amor tiene que doler tanto.
—No lo sé querida, pero a veces somos nosotros quienes buscamos los caminos más difíciles —me dijo Marlon.
—Ella es la culpable...
—¿Entonces hablas de Harold y Ava?
—De quién más.
—He hablado con él.
—Esperemos que se olvide de ella pronto.
—Pensé que ustedes se llevaban bien.
—Aquí mi amigo es Harold, no ella.
—Ya, pero está bien. Cálmate, no vas hacer nada con ponerte así —dijo dándome un beso en la mejilla—. No interfiramos en eso, no sabemos que pueda suceder.
—Aún así estaré alerta.
—Cambiando de tema ¿Qué harás esta tarde?
—Iré con mi padre a hacer algunas compras. Querías que hiciéramos algo juntos.
—Invité a Harold a dar una vuelta y pensé que nos podías acompañar pero descuida, ya será en otro momento.

Gina
Nuestros planes estaban tardando mucho para mi gusto, tenía que hacer algo no aguantaba verlos todo el tiempo juntos. Aproveché que aún no había llegado a casa para revisar su habitación. Busqué cuidadosamente en todos lados sin hacer desorden pero sin encontrar nada que pudiera utilizar. En el escritorio tenía algunos papeles y cuadernos de la prepa, cuando los iba a regresar a su sitio, unos auriculares blancos se calleron, me agaché para recogerlos y los tomé en las manos. Ava los usaba mucho, era extraño que los hubiera dejado en casa.
—Así que estos son tus preferidos o debería de decir eran... —dije arrojandolos nuevamente al suelo.
Al final de todo debía reconocer que eran fuertes y tuve que utilizar uno que otro instrumento para terminar pero valió la pena el esfuerzo.

Ava
Luego de ducharme busqué mis auriculares para terminar mis deberes. Recordaba que los había dejado encima del escritorio pero allí no estaban, busqué en varios lugares, incluso debajo de la cama pero ni señales de ellos.
A la mañana siguiente me retrasé un poco pero logré alistarme rápido, tomé mi mochila de la silla del escritorio pero terminé chocando con el cesto de los papeles.
—Aich, por qué no los tiré ayer.
Mientras regresaba todo a su lugar mis manos sintieron la textura de algo que no parecía papel. Al sacarlo me paré lentamente y apreté los ojos, respiré profundamente y volví a abrir mis ojos. Se trataba de mis auriculares, estaban desechos, no entendía como pudo suceder pero eso no llevó mucho tiempo.
—¡¡¡Gina!!! —grité y grité hasta que llegué a su habitación.
Ella estaba cepillando su cabello cuando entré.
—Inventa algo convincente para no hacer que te mate ahora mismo.
—Buenos días para ti también hermanita.
—Dejate de estupideces y dime por qué lo hiciste.
—No se de que hablas —dijo mirándome.
—Deja el cinismo, tu entraste a mi habitación y destruiste mis auriculares preferidos.
—Entonces vienes a gritarme y ofenderme por solo unos patéticos audífonos.
—Eso no te interesa, solo quiero que me confirmes algo ¿fuiste tú?
—Ya te dije que no y aún no me crees.
Se puso de pie y agarró su bolso color rosa.
—¿A donde crees que vas? No saldrás de aquí hasta que inventes unos iguales —le dije.
—Jaja. Debes de tener alguna foto, solo la miras y listo.
Poco a poco mi paciencia se estaba agotando y no tenía idea de que hacer después de que eso sucediera.
—Me comprarás unos nuevos y los quiero para esta tarde.
—Por qué haría eso —dijo enarcando sus cejas y cruzándose de brazos delante de mi.
—Porque si no lo haces...
—Si no lo hago qué harás, decirle a tu papi, pues anda ve y dile —dijo empujando mi hombro.
Repetí el gesto y con cada empujón el enojo de ambas iba en aumento. Las cosas se estaban saliendo de control y no me importaría que la habitación se transformara en un ring de boxeo si eso pondría en su lugar a Gina. En uno de los intercambios perdí el equilibrio y terminé callendo. Intenté frenar la caída con una de mis manos pero solo conseguí lastimarme la muñeca. El dolor no tardó en aparecer y por más que intenté creerme fuerte me empecé a quejar por el dolor. Sentí la voz de mi padre en el pasillo, por fin descubriría quién es su preciosa niña. Gina no dejaba de mirarme al inicio un poco asustada pero en cuanto mi padre colocó su zapato en el umbral de la puerta Gina comenzó a gritar de dolor, incluso comenzó a llorar.
—¿Qué sucede aquí? —mi padre preguntó alarmado.
—Mi muñeca creo que... —Gina no dejó que terminara si quiera de hablar.
Corrió hacia mi padre hecha un mar de lágrimas como si hubiera acabado de vivir el peor accidente de su vida y hubiera salido viva de milagro.
—Por favor papá, has algo. Creo que moriré... —le dijo.
Al asombro no me dejaba cerrar la boca, ¿acaso sus niveles de cinismo no tenían límites?
—No dejaré que eso suceda. ¿Dónde te duele?
—Mi muñeca, creo que se quebró.
—Vamos te llevaré al médico —mi padre me dio una mirada.
Como pude me puse de pie y también lo miré, intentaba tener los ojos abiertos aunque el dolor apenas me lo permitía.
—Ava, ¿qué sucede?
—Mi muñeca...
—También está rota. Qué sucedió con ustedes, acaso estaban peleando.
—No te enojes con Ava papá, ella no lo hizo por mal fue solo un accidente.
—Ava no me digas que tú... —mi padre me miró un poco serio.
—No hice nada pero perdería mi tiempo dando explicaciones, si todos sabemos de que lado estás.
Dije caminando hacia la salida.
—Ava regresa aquí —escuché decir a mi padre.
Sin hacerle caso bajé las escaleras y salí de casa, intenté abrir la puerta del auto pero sería una locura conducir así. Caminé un poco hasta que pude tomar un taxi.
⏭ ⏭ ⏭️
—Siento haberte molestado.
—Sabes que no es molestia —dijo Nath con una sonrisa—, como te sientes.
—Aún duele un poco, pero sanará —dije con un suspiro.
También esperaba que mi corazón sanara y pudiera perdonar a mi padre por todas las veces que decidió no creerme. Aunque no tenía dinero al menos tenía seguro pero necesitaba de un adulto para que me dieran de alta en el hospital. Llamé a Nath, era el único que podía ayudarme y no dudó en hacerlo.
—Es necesario que descanses, ¿quieres que te lleve a casa?
Ese era el lugar donde menos quería estar pero no quería darle pena a Nath con mi drama familiar.
—No es necesario, si voy para allá estaré sola.
—Entonces te puedo hacer compañía si quieres.
—Sería genial pero no quiero interferir en tus planes.
—Entonces hagamos lo siguiente, vamos a la librería hago mi turno y después tomamos algo, ¿qué te parece?
—Es un buen plan —dije con una sonrisa.
El día transcurrió sin ningún otro inconveniente, gracias a Nath me olvidé incluso de la escayola. Charlamos de varios libros, de música y de la vida. El tiempo pasaba demasiado rápido en su compañía, Axel tenía muchísima suerte de tenerlo como amigo y yo de tenerlos a ambos. Ya eran alrededor de las 12: 30 cuando mi teléfono comenzó a sonar, había olvidado por completo llamar a Fred quién al parecer estaba preocupando.
—Hola amor —saludé cariñosa.
—Hola Ava, ¿estás bien?
—Pues no muy bien.
—Qué sucedió, por qué no viniste a la escuela.
—Mi muñeca izquierda se fracturó y...
—Espera, espera. Dime dónde estás y estaré allí en un momento.
—Fred estoy bien no es necesario que...
—Envía tu dirección —y colgó.
Minutos después salí de la librería para que me viera y caminó hasta mi, me dio un tierno beso y luego su mirada se dirigió hacia mi brazo.
—¿Te duele mucho?
—Nada comparado como cuando se rompió pero estoy bien —sonreí para tranquilizarlo.
—Y como sucedió.
—Una pelea con mi querida hermanastra.
—Gina —dijo entre dientes y negó.
—Pero no hablemos de ella.
—¿Y por qué estás aquí? ¿Por qué no me llamaste?
—Fred los exámenes se acercan y fue suficiente con que yo perdiera las clases.
—Sabes que eso no me importa, soy tu novio y me dejas fuera de esto.
Le di un beso en la mejilla para tranquilizarlo.
—No te enojes, no volverá a pasar. Entrenos, quiero presentarte a alguien.




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