Ava
La plantalla de mi teléfono se iluminó, era Fred diciendome que saldría de pesca con su padre el fin de semanas completo.
—CÍNICO —dije tirando mi teléfono encima de la cama.
Su momento llegaría pero debía empezar por la persona que tenía más cerca.
Las escaleras no parecían tener fin, a pesar de que las bajaba de dos en dos. Mi enojo era el que me impulsaba a encontrarla cuanto antes. No estaba en la habitación, tampoco en la sala así que me dirigí a la cocina. La muy desgraciada bebía tranquilamente té con camisón y pantuflas. Sonrió cuando me vio.
—Oh... ya despertaste.
—Cállate —dije entre dientes.
Me acerqué y de un manotazo la taza dejó sus manos para estallarse en el varios pedazos en el piso.
—Uy por qué de tan mal humor.
—Jaja. Me pregunto el por qué —dije mirándola con rabia—. Déjate de estúpida y dime a quien despediste esta mañana
Mis gritos se escuchaban por toda la casa pero no le podía controlar.
—No se de que hablas. Me acabo de despertar.
—¿Desde cuando has estado con Fred? —pregunté conservando un poco la cordura.
—De que hablas hermanita, es mi cuñado.
—No lo ocultes porque yo lo sé. Comienza hablar ¡Ahora!
—Emmh no lo recuerdo. Hemos sido amigos con derecho hace mucho tiempo y luego de que apareciste, no fuiste un problema. Incluso le añadió un mejor toque a nuestra aventura. Fred no dejaba de buscarme, fuiste muy poco para él.
Siempre fui una persona a favor de la paz pero no dejaría que siguiera diciendo estupideces. ¡Al carajo todo!
Le di una cachetada y comencé a jalar de su cabello. La dejaría calva, le arrancaría el cuero cabelludo si era necesario, pero eso no disminuía la opresión que tenía en el corazón. Luego de sus intentos fallidos porque la soltara agarró mi coleta alta. No me importó, ese dolor no era nada. Ella comenzó a patalear.
—¿Qué creen que hacen? —dijo Michelle.
En el intento de separarnos se llevó un golpe. Eso la molestó muchísimo y no tardó en desquitársela conmigo. Me dio una cachetada pero eso no se quedaría así. Dejé un brazo libre y le di un codazo en el estómago.
—¡¿Ava que crees que haces?!
Mi padre no tardó en aparecer en el circo o mejor en el ring que teníamos improvisado. Pensaba que el que daba el último golpe ganaba pero no en ese caso era el que se llevaba toda la culpa. Me separé de Gina aún tenía algunos cabellos rubios en la mano y me limpié. Para hacerle frente a mi papá.
—Será mejor que te expliques por qué golpeabas a Gina y Michelle.
—Lo que sucede es que decidiste adoptar dos perras.
Eso le molestó muchísimo. Con pasos firmes se acercó a mí. La cachetada que me dio hizo que todo mi cabello cubriera mi cara.
Podía resistir cualquier dolor, incluso la traición de Fred, sin embargo me dolió que mi padre las prefiriera a ellas por encima de mí. Una lágrima rodó por mi mejilla. Aproveché secarla cuando arreglé mi cabello.
Con la frente en alto salí de allí, la habitación era mi único refugio. La cerré con llaves me duché rápido y me puso lo primero que encontré. Junté un poco de ropa y tomé los cascos de color coral junto con mi teléfono. Conduje sin rumbo hasta que las lágrimas nublaron mi vista y me detuve. No valía la pena que muriera por ninguno de los causantes de mi sufrimiento.
Necesitaba a alguien que me hiciera sentir que no estaba sola. Le marqué a Axel pero su teléfono daba apagado. Pensé en Nathan y lo llamé. Luego del segundo tono escuché su voz.
—Hola Ava.
—¿Crees que podamos vernos? —le pregunté aún sollozando.
—Claro. No te escuchas bien.
—No lo estoy.
—Está bien. En estos momentos estoy en la librería pero si quieres podemos vernos en otro lugar.
—No, me parece bien.
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Llevaba más de media hora en la librería sin hablar, el silencio me hacía bien pero si no hacía nada con lo que sentía no sabía que pasaría. Nathan no me precionó para que hablara, me dejó un rato a solas mientras se encargaba del negocio.
—¿Quieres dar una vuelta? —me preguntó y asentí.
Antes de salir vi a Axel, al parecer se encargaría del negocio mientras Nath no estuviera. No mediamos palabras pero su asentimiento se traducía como un cuenta conmigo. Nos fuimos en mi auto, él condujo en silencio hasta que el auto se detuvo en un club Deportivo.
—¿Qué hacemos aquí?
Él solo sonrió.
—Tienes que bajarte para verlo —dijo al bajar del auto.
Tiempo después estábamos cada uno a un lado de la ned con una raqueta en mano listos para que empezaramos con el primer set.
Lanzaba demasiado lejos la pelota debido al enojo y los puntos que marcaba era solamente porque Nath fallaba en algún saque. Solo jugamos tres set y luego me senté a descansar. Regresó con dos botellas de agua y me entregó una, bebí el contenido y luego lo miré.
—Siento mucho haber llamado de ese modo pero eres de las únicas personas en las que confío en esta ciudad.
—Está todo bien. Me gustaría no ser tanto una amistad ausente pero quiero que sepas que siempre que me necesites contigo estaré.
—Gracias Nath.
—Y ahora estás mejor —lo miré y asentí.
—Solo que no se por cuanto tiempo será.
—¿A qué te refieres? ¿Tan grave es?
Terminé el contenido de la botella.
—Creo que elegí el corazón equivocado Nath y ahora estoy pagando las consecuencias —dije dejando salir todo el aire.
—Todo va a solucionarse aunque algunas cosas lleven más tiempo.
—A veces no es el tiempo sino el lugar. No quiero regresar allí.
—¿A dónde?
—A mi casa. No podré regresar y mirarle la cara a todos y fingir que no sucedió nada.
—Ahora lo puedes ver de ese modo pero se que podrás superarlo.
—Mi novio me traicionó con mi hermanastra en mi propia casa y luego mi padre se puso de su lado.
—Oh, ya veo —dijo sin saber que decir.
—Que no te de pena mi situación lamentable —dije tocando su brazo de manera juguetona.
—Eso se puede revertir. Ese chico es un tonto por jugar de ese modo, así que no pienses demasiado en él porque no fue tu culpa.
—Sí, lo fue en el momento que lo elegí y por no darme cuenta.
—Cuando hables con él te sentirás mejor. Y en cuanto a tu padre y tu hermanastra... —lo interrumpí.
—Mejor no hablemos de ello.
—Está bien —dijo poniéndose en pie y me tendió la mano y la tomé— ¿Estás cansada?
—No.
—Me alegra escuchar eso señorita Jenkes porque aún tenemos muchas actividades por hacer. Let's Go!
—A donde vamos ahora.
—Escuché por ahí que necesitas un instrumento que amas con locura.
—No me digas que Axel...
—Eso no importa. Hay que ir por unos cascos nuevos, sé que los necesitas.
—Está bien.
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Nathan me convenció de regresar a casa. Con un maletín al hombro atravesé el vestíbulo pero no tardé en encontrarme a mi padre en la sala.
—Ava yo...
¿Remordimiento? Eso no me hacía falta.
—No es necesario, ya no importa. En el fondo de mi corazón existía una pequeña esperanza pero ahora se esfumó. Un día le dije a Gina que un apellido no la convertía en hija y no me equivoqué porque aunque yo lo tenga y llevé tu misma sangre no me tratarás nunca como a ellas y tampoco me hace falta. Ahora sí me permites, voy a descansar.
Con desánimo subí cada escalón hasta que llegué a la habitación.
Al día siguiente le escribí a Fred y le dije que tenía que contarle algo importante que no podía esperar así que lo Cité en un lugar abierto. La playa sería el mejor lugar porque no quería que las vajillas de las cafeterías corrieran peligros.
El saludo fue una cachetada y se enojó por no entender lo que pasaba.
—Los ví desde la ventana de mi habitación. ¿Coprendes lo que digo?
—No se de que hablas —intentaba parecer inocente.
—Si te queda una pizca de vergüenza —remarqué las palabras— Confiésalo.
— Ante tus ojos soy el chico malo que rompió tu corazón y te puso los cuernos pero todo tiene un motivo... creo que yo puedo explicarme.
—Vamos y busca una explicación porque quiero entender por qué me traicionaste con Gina.
—Ambos nos hemos hecho mucho daño, no es necesario que nos sigamos atacando con palabras hirientes.
—Las cosas como son.
—Suena interesante que seas tú quien lo diga.
—Deja las ironías.
—Resulta más fácil ¿verdad? Que yo cargue con toda la culpa y tú hacer el papel de víctima. La verdadera pregunta es quién traicionó primero.
—No sé de qué hablas.
—Se que estás enamorada de Harold y ni siquiera te esforzaste en disimularlo.
—Harold es solo mi amigo y estoy cansada de repetirtelo.
—Tu corazón no dice lo mismo y tu mirada tampoco.
—Claro y eso afectó tu orgullo de hombre y la venganza perfecta fue correr a los brazos de Gina.
—Nunca besé a Harold a tus espaldas.
—Pero estoy seguro que las ganas no te faltaron.
—No me compares contigo, antes de llegar a eso hubiera preferido terminar. ¿Por qué no me dejaste?
—Porque en el fondo quería que funcionara contigo.
—Ya no hay nada que hacer.
—Fuimos unos hipócritas. Buscábamos en el otro algo que no podíamos darnos...
—¿Qué cosa?
—Amor sincero. Siempre tuve la impresión de que a nuestra relación le faltaba algo y no lo supe hasta ahora.
—No tenía por qué ser así. Podíamos hablarlo.
—Te quise pero no te amé, hasta ahora fue que me di cuenta.
—Tal vez nos apresuramos en iniciar una relación cuando no estábamos seguros de nuestros sentimientos —le dije.
—Tu corazón latía con fuerza pero no por mi. Tal vez es cierto eso de que "el corazón equivocado siempre latirá con fuerza, solo que no por tí". Anda, ve con él y dale todo ese amor que no pudiste darme.
—No creo que esa sea la solución que necesito Freed. Cuando elegí tu corazón renuncié a él y ahora... no hay vuelta atrás. Los corazones a veces son como el raspa y gana, solo arriesgandote puedes ver lo que hay dentro.
Me di vuelta y me alejé
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