Meses después
Aunque habían pasado varios meses desde que dejé Miami no creía que fuera tiempo de regresar, en cambio mi querida prima Khate insistió. Era cierto que se trataba de una ocasión especial, la apertura del restaurante del tío Pemberton y el Sr. Huang pero aún así no creí que mi presencia fuera tan necesaria. Mi prima no lo creyó así, por lo que estuvo 2 semanas quedándose en mi casa para convencerme. Sí cedí fue por su insistencia y terminamos tomando un vuelo con destino a Miami.
—Muchas cosas han cambiado desde que te fuiste —dijo mi prima al salir del aeropuerto.
—¿Ah sí? ¿Cómo qué?
—Pues eso —dijo apuntando un auto negro.
—¿Qué tiene ese auto?
—Fíjate con detenimiento.
Al mirar de nuevo vi a Esteban bajando del ese auto negro.
—¡Mi tío se compró un Mercedes! —exclamé sorprendida.
—No sé que trucos utilizó Rosmary para que se deshiciera de la camioneta vieja pero así sucedió.
—Wao. Ella merece nuestros respetos.
—Sí, también lo creo.
El viaje a la casa del tío fue mucho más cómodo y rápido que la primera vez. En la tarde Khate se arregló para salir de fiesta pero no estaba de ánimos para ello.
—¿Temes encontrarte con Harold?
—Por supuesto que no. Es un asunto superado.
—Está bien, si tu lo dices. —dijo desconfiada.
—Estoy cansada. Si vas a salir deberías de hacerlo ahora, se te hace tarde. —no quería que comenza a hablar de ello.
⏭ ⏭ ⏭
Como era de esperarse en la mañana Khate estaba tumbada en la cama sin querer levantarse porque llegó a la casa de madrugada, hacía un día estupendo así que fui al garage en busca de una bici para dar un paseo.
Sería divertido porque no había montado bici por un buen tiempo, una vez que estaba fuera del garage con la BMX blanca me puse el casco y le eché un vistazo. La limpié un poco porque estaba algo empolvada de no usarse pero al ver las gomas me di cuenta de que no solo necesitaba una limpieza. La goma trasera no tenía aire. Para intentar solucionar el problema intenté buscar alguna herramienta pero fue una búsqueda sin éxito.
—A quién engaño, no se nada de bicicletas —suspiré antes de volver a guardarla.
—Es bueno verte de nuevo, ¿cuándo llegaste?
Mi tarea había quedado interrumpida por esa voz.
—No creo que eso constituya un dato tan interesante —le respondí a Harold—. Pero aquí estoy de nuevo, visitando Miami.
—¿Vas a salir? —apuntó la bici ignorando mis palabras.
—Existía esa posibilidad pero ya no.
—¿Me dejas echarle un vistazo?
—No es necesario, buscaré algo más para pasar el tiempo.
—No digas eso, la Ava que yo conozco no se rinde y tampoco duda en pedir ayuda. —dijo sonriendo.
—Sí lo hice fue porque se trataba de algo urgente —crucé mis brazos.
—Mmju y ahora sólo es por diversión. No hace ninguna diferencia. Descuida, no voy a cobrarte. —me guiñó.
—No necesito de tus servicios Harold, gracias pero no.
—Pensé que lo nuestro pasado no impediría el seguir entendiéndonos. Está bien, si no necesitas de mi ayuda... mejor me voy. —dijo dándose vuelta.
—No se trata de nosotros, no seas arrogante. No quería molestarte, es solo eso.
—Ahora regreso. No te muevas de aquí.—se alejó en dirección a su casa.
—Quién se cree para darme órdenes —dije resoplando.
Minutos después regresó con una caja de herramientas. Después de inspeccionar la bici comenzó a utilizar llaves para ajustar algunas piezas, engrasar e inflar la goma.
—Listo. —se limpió las manos para quitar la grasa y me sonrió.
—Gracias. —le dije y enseguida fui a probarla.
Luego de dar una vuelta en la cuadra y comprobar que todo iba bien regresé y Harold aún estaba al frente de la casa.
—¿Y?
—Quedó estupenda, ponlo a la cuenta del tío Pemberton.
—Jaja. No creo que vaya a pagarme por eso.
—Yo tampoco lo creo pero no ibas a perder nada por intentarlo. —empezamos a reír.
—¿Ibas a algún sitio en específico?
—No, solo daría una vuelta.
—Puedo ser tu guía, conozco algunos lugares que tal vez te gusten.
—Conoces la respuesta.
—Tu misma dijiste que nada se pierde con intentar ¿entonces?
Rodee los ojos, Harold seguía siendo una buena compañía sin importar lo que hubiese sucedido.
—Está bien, solo mantente en silenci, ok.
—Ok. Utilizaré el lenguaje de señas para comunicarnos. ¿Te parce bien?
—Por supuesto. Solo que no sé cómo te las ideas para conducir.
—Tengo mis métodos.
Esperé a que regresara con su bici y salimos. El día soledado y el hermoso paisaje era la combinación perfecta. Con algo así no se necesitaba de mucho para ser feliz sin embargo tener a Harold cerca después de lo que había sucedido no era una situación cómoda precisamente. Vimos un hermoso muelle y no dudé en ir hasta allí. Dejé la bici y me senté en una banca para aprovechar a descansar un poco. Harold me siguió solo que no se sentó a mi lado sino que fue a comparar helados.
—Gracias.
—Es solo mi agradecimiento por dejar que te acompañara. —dijo al sentarse a mi lado.
—¿Por qué de fresa?
—¿No lo recuerdas?
—No recuerdo que te haya dicho... —me interrumpió.
—Nuestro primer encuentro fue debido a un helado de fresa que terminó en una playera ¿lo recuerdas?
—Jaja. Sí, es cierto. Espero que no me guardes rencor por eso.
—Desde ese día no hacía nada más que pensar en que le diría a esa chica si la volvía a ver.
—Tu deseo se cumplió rápidamente.
—Sí, pensé que después de hablar de ello iba a dejarlo pasar sin embargo eso no fue lo que sucedió. Desde ese momento no saliste de mi cabeza. —dijo mirándome a los ojos.
—No deberíamos de seguir recordando historias del pasado, se hace tarde. —dije con intenciones de ponerme en pie.
—Sé que no quieres hablar de esto pero necesitas una explicación de lo que sucedió.
—No, no la necesito. Estuvo bien para ti que fuera así entonces no necesito escucachar más en lo que a mi respecta.
Di algunos pasos pero cuando estuve cerca de la bici su voz me detuvo.
—El miedo a perderte se volvió real. —dijo de pronto.
—Te había asegurado que me quedaría a tu lado. —me di vuelta para poder mirarlo.
—Sí pero ese día que llegó tu mamá dudé de tus palabras. Después que hablamos olvidaste colgar y escuché cuando le dijiste que "no veías la hora de volver a Philips".
Sus palabras me tomaron por sorpresa, nunca creí que un malentendido fuera la causa de todo.
—Busca otra justificación pero no esa Harold. —pasé la mano por mi rostro.
—Te ibas en año nuevo y me ibas a dejar. Pensé que solo querías verme la cara de idiota. —se justificó.
—No hables de algo que no sabes. Por qué no me dijiste eso antes cuando fui a buscarte por ejemplo.
—¿Eso haría que cambiaras de opinión Ava?
—Por supuesto —dije acortando la distancia—, el no entender hizo que mis planes cambiaran.
—¿El no entender qué?
—La conversación con mi madre. Sí íbamos a Philips pero no a quedarnos, arreglaríamos algunas cosas para que pudiéramos quedarnos en Miami por más tiempo.
—¿Qué? Lo dices en serio.
—Sí, estaba segura de lo que quería y estaba dispuesta a luchar por ello en cambio tú no estabas dispuesto a intentarlo ¿verdad?
—Estaba confundido. Quería saber si solo se trataba de una pasión momentánea. Pensé que se trataba de una obsesión.
—Ya no importa, lo que sucedió ya está en el pasado.
—No estoy dispuesto a volver a intentar dejarte en el pasado porque quiero un presente y un futuro contigo.
—No creo que aún en mi corazón haya espacio para una vieja historia.
—Tienes todo el derecho de pensar así pero...
—Nada de lo que digas cambiará las cosas. Adiós Harold. —tomé mi bicicleta y me marché.
Al entrar a la casa vi a Khate sentada en el sofá viendo sus redes con su teléfono.
—Como estuvo tu paseo.
—Bien.—fingí una sonrisa.
—Pues no lo parece.
—Nada importante. —dije subiendo a mi habitación.
2 días después
Todos estábamos emocionados de poder compartir con el tío un día tan maravilloso. Fue un proyecto que se llevó algún tiempo pero por fin había sido concluido. La apertura del restaurante de comida China-caribeña estaba lista. Luego de que el chino y mi tío dijeran algunas palabras pasaron a cortar la cinta y todos aplaudimos.
La ambientación del lugar había sido una mezcla de varias culturas de la asiática y la occidental con un toque moderno que hacía que los amantes de ambas culturas se sintieran a gusto. Mietras todos comían y disfrutaban de la comida los dos socios con los invitados especiales compartíamos mesas. Rosemary, Khate, mi mamá, Jing, el Sr Huang, el tío y yo.
Los platos se veían deliciosos pero agarrar el arroz con los palillos al tío y a mi no nos resultaba tan fácil.
—Cómo se hará esto —decía el tío por lo bajo.
Después de intentarlo por algún rato terminó encajando los palillos en el arroz y al chino se le querían salir los ojos de las cuencas.
—¡Infamia! —gritó el chino Huang.
—Qué le sucede —preguntó el tío.
—Como se atleve a entelal los palillos en el arroz.
—Qué hay de malo en eso —le respondió.
—Entonces... ¿no se alepiente?
—No se de que está hablando. Por qué forma tanto alboroto por esto.
El chino Huang era bastante supersticioso así que imaginé que se trataba de eso y busqué algo al respecto en Internet. Los resultados concluyeron en que clavar los palillos en posición vertical en el arroz es considerada una absoluta falta de respeto, porque es la forma en que un plato de arroz se ofrece al espíritu de una persona muerta, en su lecho de muerte, o delante de su fotografía en el altar budista del hogar.
Las peleas entre ellos no era nada de que asombrarse y sabía que a pesar de eso no romperían la sociedad que habían formado. Habían muchas personas que intervinieran para evitar que continuaran con la pelea, así que decidí salir disimuladamente para tomar un poco de aire fresco.
Tiempo después Harold salió y se quedó a mi lado.
—¿Otra vez pelearon? —preguntó Harold.
—Así es, no es nuevo.
—Cierto —dijo sonriendo—, espero que puedan arreglar el malentendido.
—De seguro lo harán.
—¿Crees que tendremos algún futuro?
—El restaurante no cerrará por eso, no tienes de que preocuparte.
—No me refería a ellos, sino a nosotros. —enarqué mis cejas e intenté buscar una buena respuesta.
—No lo sé. Tal vez sea mejor cambiar de canción.
—No mientras mi corazón siga latiendo fuerte por ti —dijo colocándose al frente de mi para que lo mirara a los ojos—. Tal vez tú también sientas lo mismo.
Miró el anillo que me había regalado y yo intenté esconder muy mano.
—Lucharé por conseguir el "nosotros" que no debió terminar.
—No sé que intentas hacer con todo esto, mañana me marcho y tal vez no quiera visitar tanto Miami.
—Sí, pensé en eso y encontré una solución.
—¿Te irás a vivir a Philips?—pregunté con ironía cruzando mis brazos.
—Pues sí.
—¿De qué hablas? —pregunté sorprendida.
—Fui aceptado en su Universidad así que espero verte seguido en el campus. —me guiñó el ojo.
—Eso no cambia nada.
—Para mi es un gran avance. Sé que las oportunidades no se piden y deben tomarse sin esperar a que lleguen, solo necesito que me dejes acercarme.
—No sé si todavía quiero eso. —dije mirando hacia un lado.
—Entonces tendré que a averiguarlo.
Antes de que pudiera darme cuanta Harold me estaba besando, intenté hacer que se separara de mi pero terminé dejándome llevar, después de todo lo seguía queriendo.
—Aún tenemos muchas historias por contar Ava. No sé que pueda suceder de aquí en adelante, pero de algo si estoy seguro, quiero que mi presente seas tú.
—Espero que tus promesas no sean solo palabras.
—Por supuesto que no. Si me dejas sostener tu mano no la volveré a soltar, será para siempre.
—Tendrás mucho por hacer antes de que pueda ser la Sra Beckford.
—Estaré dispuesto a ser todo para que seamos felices juntos.
—Espero que así sea.
Existen personas en el trayecto de la vida que nos ayudan a levantarnos, otras nos tienden la mano para caminar a su lado pero aveces se cansan y terminan soltándola. Solo muy pocas nos acompañan a lo largo del viaje y esa es la mano que no debemos soltar.