Corazón Prohibido

Capítulo 12

Jonathan

El evento más esperado por los periódicos y revistas importantes de Francia se encontraban en la capital de México para ser testigo de la responsabilidad social corporativa de Deluxe para muchos consumidores era fundamental que una empresa se dedicará a atender una problemática de un sector vulnerable porque les hacía sentir una pertenecía al estar contribuyendo a la solución de un problema social, además esto hacía que la compañía francesa ganará una excelente reputación por tal motivo, solucionaría sus problemas económicos y dejarían de depender de la empresa mi padre para su financiamiento mensual.

Algunas empresas solían firmar acuerdos para conseguir socios y aumentar su inversión para seguir operando. No obstante, algunos casos se solucionaban con arreglar matrimonios entre sus hijos próximos a tener una edad casadera, mi padre fue uno de los empresarios por irse por las opciones que le ofrecían, adquirir una revista francesa de renombre lo ayudaría a crecer en el mercado ya que, obtendría una publicidad adecuada y podrá expandir su negocio al extranjero.

Asimismo, Los Curie podrían solucionar la crisis económica que estaban pasando por un problema monetario que no pudieron controlar previamente con una adecuada administración de riesgos. A todos nos tomaba desprevenidos los cambios políticos que hacían los presidentes porque afectaban directamente a las empresas locales por los impuestos y el tipo de cambio monetario y solamente debían aceptar el riesgo para que la empresa no fuera perdiendo su valor.

Por otro lado, mi familia decidió hacer el acuerdo del matrimonio para limpiar el apellido Ross tras el accidente de Sebastián, muchas personas culpaban a mi familia por intento de suicidio ya que, previamente había sido fotografiado en una escapada con Sebastián, lo cual termino siendo publicado por redes sociales hasta llegar a los oídos de mi padre. Esa semana terminó siendo un desastre primero terminé recibiendo varios golpes con el cinturón para que aprendiera de mis errores, segundo mis padres me hicieron romper con Sebastián enfrente de ellos, tercero me prohibieron verlo y cuarto el accidente donde fui responsable.

Esos motivos me hacían participante de un evento organizado por la familia de Jeannette; de mi parte estaría en mi habitación recostado en la cama, mientras revisaba las redes sociales para enterarme de las novedades del día.

Con una sonrisa falsa caminaba hacia la entrada de aquel jardín que habían alquilado Los Curie. Podía ver una multitud de personas conglomeradas en la espera de registrarse con la finalidad de saber quien estuvo presente y por supuesto como era invitado de honor omitía dicho paso. 

Buscaba a mi alrededor a Jeannette. No la encontraba por ningún lado, será difícil encontrarla con demasiada gente aquí. Comenzaba a gritar su nombre para ubicarla facialmente, pero no lograba ningún resultado.

Tenía dos opciones aquí:

Buscarla para no tener problemas con mi padre.

Salir huyendo de aquí y decirle que estuve con cruda.

Iba a decirme con la opción b, aunque se tratará de una mentira sabía perfectamente que Jeannette se lo creería sólo debía de fingir tener una cruda tras una noche de fiesta con mis amigos.

Eso haré.

Silenciosamente comenzaba a alejarme de la multitud cuando de pronto, escuche mi nombre. Podría fingir un colapso justamente ahora como solía hacerlo Sebastián cuando tenía que exponer en clases.

—Jonathan, te estaba buscando— dijo Jeannette con una sonrisa.

Cogí airé.

—Acabo de llegar y me perdí entre la multitud— dije.

La francesa extendió su mano para que la siguiera a la mesa donde estaba toda su familia, por lo que, acepte. Debía de comportarme en la ausencia de mis padres y no arruinarlo como solía hacerlo.

Fue una larga caminata para llegar a la mesa principal del evento, aún no entendía la problemática que resolvería Los Curie con el evento, pero debía ser algo gran para la gente que había. 

—¿Qué opinas de mi atuendo? — preguntó Jeannette.

Una mentira rápida y cliché obviamente.

—Te vez magnifica — replique.

Jeannette hizo una mueca de disgusto.

Odiaba cuando esto pasaba, y me cuestionaba mucho el por qué me hacía la pregunta si claramente sabía mi contestación al respecto. No iba a decirle las palabras que ella esperaba escuchar de mí.

—¿Por qué me mientes? — cuestionó Jeannette.

¿Cómo lo supo? Es como si ella tuviera un detector de mentira interno para descubrirme cuando le miento, lo bueno es que no me ha descubierto mi atracción los hombres sino ahí estaría perdido y arruinaría mi reputación.




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