Corazón Prohibido

Capítulo 13

Sebastián

Podía escuchar las gotas de agua golpear mi ventana intensamente. Desde la noche anterior no había parado de llover, lo cual ha estado ocasionando problemas con las viabilidades de la ciudad y algunas calles terminen inundadas para mi desgracia hubo suspensión de clases hasta que las condiciones climatológicas fueran mejorando. Era raro que quisiera ir a la escuela ya que, me iba de la fregada por diversas cuestiona entre las que podía destacar a Mónica —una compañera de escuela—, nunca esperé que ella fuera a decirme lo que temía; no estaba preparado para ese tipo de situación y ni mucho menos sabía lo que me ocurría realmente estaba confundido y sin respuestas.

            Fue mi error decirle aquellas palabras a Mónica porque terminaron siendo usadas en mi contra. Era doloroso escuchar todas las mañanas comentarios homofóbicos por parte de mis compañeros de clases, la situación ya había llegado hasta los profesores, quienes se limitaban a observar todo el desastre que ocasione.

Nadie me tendía una mano para solucionarlo, y me daba vergüenza hablarlos con mis papás. La única persona que me comprendía era mi mejor amigo y en algún momento mi prima, quien no estaba enterada bien de todo esto.

Quisiera encontrar una solución a mi sufrimiento que he tenido ideas ficticias como por ejemplo robar una máquina del tiempo que obviamente no existe para regresar a aquel día donde termine metiendo la pata con mi gran bocotá.  Mi mente constantemente reproducía el recuerdo donde todo se fue a la basura, he intentado olvidarlo, pero aún insiste en quedarse en mi cabeza como una tortura por haber salido diferente a los demás chicos.

No encontraba la salida que tanto deseaba. Quería un rayito de luz en toda esta oscuridad que me perdía.

Salí de mis pensamientos bruscamente al escuchar el tocar de la puerta de mi habitación debían ser mis papás buscándome para que fuera a comer. No emití ningún ruido con la finalidad de que ellos se fueran de aquí y me dejaran tranquilamente encerrado con mi tortura.

Creo que no lo había mencionado. Llevaba encerrado en mi habitación aproximadamente cinco días sin comer ni ir a clases debido al fuerte acoso escolar que tenía en mi escuela. Y ¿Por qué me interesaba ir hoy a clases? Bien, fácil de responder todo se enfocaba a Jonathan Ross, me preocupaba bastante que en su casa fueran las cosas mal por mi culpa, no he podido comunicarme con él aunado a que sus redes sociales aparecen desconectadas ni contesta mis llamadas. 

Me recosté en la cama y miraba el techo fijamente. Esto de estar encerrado se estaba volviendo agradable, nadie me juzgaba ni existía la necesidad de entablar una conversación con una persona hipócrita y falsa.

Lamentablemente a mi corta edad descubrí que vivíamos en un mundo falso donde las personas te hablaban para obtener un beneficio al menos ese fue mi caso.

Y aquí vamos de nuevo. Mi mamá nuevamente regreso a insistirme para que saliera, no iba hacerlo. Ellos no podían cargar con la decepción de su único hijo que tenían era una vergüenza para el apellido Cortés.

—¡SEBASTIÁN! — gritó mamá desde el otro lado de la puerta.

Un silencio hubo.

—¿Todo bien? Si, estás enfermo dinos para llevarte al hospital— volvió a decir mamá.

            Quería reírme por sus palabras.

            No me hallaba enfermo físicamente como ellos creían. Si tan solo supieran lo que realmente pasaba en mi vida quedarían enojados y terminarían odiándome.

            Finalmente, mamá se da por vencida y termina dejándome tranquilo. Me levantó de la cama para escuchar un poco de la conversación de mis papás, últimamente han estado peleando, lo cual no le he dado importancia deben ser problemas de adultos probablemente. 

            Abrí silenciosamente la puerta. Tenía razón mamá peleaba con papá por lo que, encontró en su celular hace dos horas atrás. Antes de ser descubierto me encierro en mi mundo, dejaré que continúen con sus asuntos sin ser una carga.

            Al cerrar la puerta escuche el sonido de mi celular. Una ligera sonrisa aparece en mi rostro para alegrarme unos segundos el corazón. Corrí hacia mi cama para desbloquearlo y pude ver un mensaje de Jonathan.

«Él está bien.»




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