Corazón Prohibido

Capítulo 14

Jonathan

Por fortuna no tuve que dejar a Jeannette en su casa debido a que, sus padres se encargarían de eso.  Aún me estaba pensativo por las palabras de la francesa, mi padre me hubiera consultado previamente de tomar una decisión donde me involucraba, además no aceptaba la idea de vivir con Jeannette a solas. Sé que varios jóvenes de mi edad ya contaban con una esposa e hijos por mantener, pero en mi caso era diferente porque era soltero y no quería cargar con una responsabilidad más en mi vida.

Mis padres creían que ya tenía la suficiente madurez necesaria para comprometer con una de las familias más importante de nuestro circulo social, y contraer matrimonio. Sinceramente, aún no me sentía preparado para enfrentar aquella vida que anhelaban que tuviera basada en mentiras. No pensaba darles el gusto bueno sino actuaría de acuerdo a mi plan que tenia desde hace un buen de tiempo.

Quisiera que mis padres entendieran mi manera de pensar y elección de pareja, pero su mentalidad prehispánica se los impide dado que, ellos tenían un modelo familiar tradicional y no podías hacerlos cambiarlo.

Suspiró.

Giró hacia la izquierda y di con mi dulce hogar. Aún no había señales de mis padres, entonces no tendré que entrar con la cola entre las patas para ocultarme por haber salido con Sebastián.  Sabía perfectamente que Daniel platico vía telefónica con mi padre para informarle de la situación por tal motivo, me vi en la necesidad de mudarme con Jeannette, no podía imaginarme viviendo a lado de la francesa.

Dejó estacionado mi auto afuera de la entrada principal por cualquier contingencia causada por un drama familiar. Mi hogar lucía tranquilamente y me preocupaba un poco, no era normal que hubiera un gran saliendo normalmente Clarisa tenía música cuando hacia los quehaceres.

Sacó las llaves del bolsillo de mi saco para abrir la puerta principal. Pude escuchar desde mi lugar el caer de varias cacerolas «Clarisa anda ocupada haciendo la comida».  Cuando entró pude ver la casa ordenada y demasiado limpia. De repente, observó como la puerta del estudió se abre bruscamente por mi padre.

Carajo, era el momento para salir huyendo de aquí.  Di la media vuelta y silenciosamente abro la puerta para correr, sin embargo, la voz autoritaria de mi padre causa un miedo profundo provocando que me quede congelado en la entrada, trataba de moverme para correr y no podía lograrlo, era como si el miedo me dominará en esta ocasión ¿Qué pasaba? Siempre era duro conmigo mismo para evitar una derrota frente a las personas que me rodean.

—¡JONATHAN ROSS COLLINS! ¡¿A dónde vas?! — exclamó papa furiosamente.

Trago saliva.

—Dejé el coche abierto— mentí.

—Entrégale las llamas a mamá. Ella cerrara el coche, mientras tenemos una charla seria en mi estudio— replicó mi padre seriamente.

Asentí.

Le hice entrega de mis llaves a mi madre, aunque ya sabemos que era mentira. Cabizbajo obedecía la orden dada ¿Qué problema me esperaba? ¿Por qué me sentía nervioso? El volverme a juntarme con Sebastián provocaban mis antiguas reacción ante este tipo de conflictos familiares, trataba de mantenerme al margen de todo haciéndome el fuerte para demostrarle a Sebastián que podía contar conmigo.

Entre al estudio de mi padre. Podía ver en su escritorio una botella de tequila abierta junto con dos caballitos, está conversación estará tensa por eso había alcohol como un medio para relajar a la persona y evitar un poco los golpes que se pudieran dar. Por lo contrario, mi padre cerro la puerta bajo llave y lo seguía hacia el escritorio para coger asiento.

—¿Cómo estuvo el viaje en Monterrey? — le pregunté.

Mi padre servía los cabellitos hasta el cope. Una borrachera con mi padre, ¿Quién lo diría? Sé que terminará ebrio y diciéndome sus palabras sinceras basadas en su opinión de mis malas decisiones.

—Cerramos un trato con un nuevo socio para conseguir la maquinaria— respondió mi padre, mientras me hacia entrega de un caballito—. Pero, vamos directo al grano. ¿Qué estuviste haciendo en nuestra ausencia?

Alzó una ceja.

Me sorprendía tanta amabilidad de su parte.

­—Jugar una partida de PlayStation con César— replique.

Mi padre le dio un sorbo a su tequila.

—¿Seguro? Daniel, me llamo para darme varias quejas— comentó mi padre.

No me encontraba sorprendido por la respuesta. De hecho, me imaginaba algo así, Daniel no podía dejar tranquilo a su único hijo en estas vacaciones de verano, además ni que lo fuera a enamorar otra vez solamente buscaba a un muchacho que lo hiciera feliz y lo cuidará.




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