Jonathan
El viaje a Guadalajara estuvo planeado desde meses atrás dados los problemas con Jeannette —mi novia de contrato—, no quería pasar mi cumpleaños amargado a su lado peleando sin sentido por demostrar un desinterés a cada una de sus decisiones cuando organizaba nuestras salidas como novios, al no aparentar ser una persona que no iba con mis ideales y gustos.
Todos los Ross cargaban una máscara en su rostro aparentando ser personas que no son en su círculo social. Se convirtió en una tradición familiar ocultar tu verdadera personalidad y creando otra de acuerdo a lo que esperaban de ti, y nadie se negaba a aceptar aquel turbio destino, en mi caso era la excepción odiaba seguir una burbuja creada por mis padres, me harte de estar encerrado sin libertad, aunque, no existía otra alternativa que continuar un mismo patrón en cada generación.
Derramé unas lágrimas recordándome mi destino. Aspirara a romper con las ataduras creadas y salir huyendo de casa mandando todo al carajo, el dinero no compraba la felicidad ni las oportunidades.
Limpie mi rostro con delicadeza. «Saldrás del baño y pondrás tu mejor sonrisa ante la cena que han hecho tus padres con Los Curie» Acomodé mi corbata y por última vez miré mi reflejo en el espejo.
Sonreí falsamente, mientras caminaba hacia la mesa reservada.
Sólo resiste, las salidas con Jeannette se detendrás temporalmente y serás libre a lado de Sebastián.
Con respecto, a Sebastián todo marchaba a la perfección en nuestro segundo intento de noviazgo, no iba a permitir que mis padres destruyan mi felicidad a lado de una maravillosa persona, quien me ha enseñado que únicamente se vive una vez y aprovecharía todo a mi paso arriesgándome a los comentarios y rumores que pueda crear Rachel.
—¿Dónde estabas? —susurró mi madre.
—En el baño —le respondí.
Cogí asiento a lado de Jeannette, y ella sostuvo mi mano. Me sentía incomodo cuando la muchacha francesa hacía gestos románticos con mi persona, y es que no iba conmigo estás cosas, separé mi mano pude escuchar que hizo un quejido.
—Estando todos reunidos está noche con el objetivo de renovar el contrato Ross-Curie—comenzó a decir mi padre—. Es un honor estar reunido con una familia de renombre y tradicional como la nuestra.
El contrato que me atacaba con Jeannette anhelaba romperlo con mis propias manos en miles de pedazos y seguir mi propio camino hacía una vida saludable.
Cada año se hacía una renovación con el propósito de corregir o añadir cualquier condición a los involucrados con la finalidad de mantener un control estable y asegurar el compromiso entre la mujer y el hombre; cuando escuche por primera vez el tema de matrimonios arreglados creía que no sucedía en pleno siglo XXI ya que, normalmente se utilizaban en la edad media con la realeza, y en la actualidad siguen haciendo acto de presencia sin importar las consecuencias.
—¿Alguien quiere añadir una condición? —preguntó mi padre curiosamente.
Jeannette alzó su mano.
Carajo, lo único faltante, ¿Qué propondrá? Ya tenía suficiente con dedicarle tres días a la semana con salidas y quedándome a dormir en su apartamento, ¿qué esperaba de mí? Ella, se convirtió en dueña de mi salario y tiempo, no obstante, en las últimas semanas he dejado de ser mi prioridad.
—Pettie, ¿Qué sugerencias tienes? —preguntó Alexandre.
—Padre, ¿Cuándo nos mudaremos a vivir juntos? —replicó Jeannette.
Me tensé por completo al escuchar su pregunta. No mantenía planes de mudanza próximamente ¿qué tramabas, Jeannette? Entiendo, tu meta en vengarse al no ser mi prioridad en estas vacaciones, y prometo que no te saldrás con tu idea.
—Cuando ambos terminen la universidad —argumentó mi padre—. El mes pasado hablamos del tema por el rumor que circulaba, y no está en discusión.
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Editado: 23.05.2020