Corazón Prohibido

Capítulo 6

Jonathan

La última noche que lo vi fue un desastre. Aquel niño fue víctima del acaso escolar por parte de sus compañeros de clase y especialmente por Mónica, una chica que estuvo enamorado del chico que no podía amar a otra chica por su preferencia sexual. Cuando Sebastián terminó rechazando a Mónica, fue la gran novedad de la secundaria, todos hablaban y creaban rumores sobre él ya que, ciegamente confesó sus gustos. En México el hablar sobre la homosexualidad era un tabú había personas que no aceptaban ese hecho por lo que, sólo se dedicaban a generar violencia eso le sucedió a ese pobre chico.

La noticia terminó llegando a los oídos de sus padres, quienes terminaron rechazando a su hijo y le dieron la espalda cuando lo necesitaba más. En mi caso, no fui la excepción terminé saliendo del closet con mis seres queridos y también me convertí en una víctima, lo hice porque no podía dejar sólo a Sebastián con el problema. Ambos debíamos de enfrentarlos juntos como pareja, y eso hicimos solamente que nuestros padres se enteraron de nuestro romance por lo cual, nos hicieron terminar enfrente de ellos.

Fue doloroso porque en esa noche lo perdí. Sebastián, terminó haciendo un intento de suicidio; al enterarme que se lanzó del segundo piso de su casa, mi corazón terminó rompiéndose en miles de pedazos, mi preocupación aumento y termine escapándome de mi habitación para visitarlo en el hospital. Los médicos y enfermeras aseguraban que había perdido la memoria por el fuerte golpe que se dio en la cabeza. Fue ahí que decidí alejarme, ya no quería dañarlo con mi amor se estaba convirtiendo en toxico como lo que tenía con Carter era mejor quitarme esas relaciones toxicas, aunque el amor de Sebastián era puro e inocente en ningún momentos corríamos riesgo, sin embargo Carter era nocivo para mí.

Cogí aire.

Revivir aquellos momentos me producía nostalgia. Me hacían recordar que jamás podré salir oficialmente con un muchacho. El resto de mi vida tendré que fingir ser una persona que no soy realmente, me agotaba mentirme a mí mismo quería ser libre como una mariposa, no podía seguir encerrándome en una burbuja creada por mis padres tarde o temprano obtendré esa libertad y no lo haré sólo sino con Sebastián otra vez.

De repente, escuché el sonido del celular. Lo único que faltaba para joderme mí mañana con Sebastián, una llamada de la calabaza, ya me tenía hasta la coronilla sus llamadas para elegir sus prendas. Desbloque la pantalla para encontrarme con un mensaje de Carter, el otro celoso que sino atiendo sus mensajes termina haciendo un drama.

De Carter a Jonathan

Cariño, pensaba en ti. ¿Podríamos ver en el mismo lugar de siempre?

De Jonathan a Carter

No puedo, tengo una cita con Jeannette y no puedo faltar.

Le mentí.

De Carter a Jonathan

A media noche en el mismo lugar

Este wey no sabe cuándo rendirse. Comenzaba a percatarme de las palabras de Taylor sobre Carter, me hacía daño por dejarme manipularme la mayor parte del tiempo y lo mismo debería considerar para Jeannette. No importaba si me quedaba solo sin familia.

De Jonathan a Carter

Ahí te veré.

Apague el celular por si acaso Carter o Jeannette activaban el rastreador de móvil con el objetivo de ubicarme donde me encontraba por la mañana. Termine de arreglarme, y le daba mucha importancia al café con Sebastián, aún no creía que lo volví a ver continuaba atónito.

Salí de la habitación para encontrarme con Clarisa, quien no dejaba de subir varios cestos de ropa limpia. Ella se sorprendió por verme levantando tan temprano en un domingo; usualmente me levantaba a las 2.00 de la tarde tras una buena desvelada en una fiesta.

—Buenos días, joven Jonathan— dijo Clarisa sorprendida al verme despierto.

—Buenos días— salude—. Sé que, está sorprendida al verme levantando temprano.

Clarisa asintió.

—Así es, no creo que vaya con sus padres. Ellos se acaban de ir a Monterrey de viaje— comentó Clarisa.

Un punto a mi favor. Sin padres en la ciudad tenía más oportunidad de acércame a Sebastián y solo debía mantener cuidado con Carter y Jeannette.

—Clarisa, usted siempre me atrapa en mis escapadas— replique.

—Es un don que tengo— bromeo la mujer—, puedo saber ¿A dónde va?




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