Corazón Prohibido

Capítulo 8

Jonathan 

Una rabia me invadía.

El no hacer nada me dolía en el corazón y no podía hacer para salvarlo nuevamente de aquel sufrimiento que se aproximaba en su vida; sus papás nos prohibieron vernos y tener cualquier clase de contacto porque estaban en desacuerdo con nuestra relación algo típico de una familia mexicana tradicional, no permitan que ninguno de sus integrantes fuera gay porque iba en contra de las leyes del amor.

En mi opinión, las leyes del amor son absurdas. Nadie puede crearlas porque para el amor no importaba el género sino el sentimiento y no deberían ser empleadas para hacernos sentir mal al no cumplirlas, cada persona era libre de amar a quien quisiera.

Recordaba el por qué dejé de tener contacto con Sebastián a pesar de haberse mudado fuera del país seguíamos hablando por las redes sociales hasta que, un día decidí crear una pelea entre los dos para dejarlo de verlo, ya no quería sentirme responsable de las medidas drásticas que cogían sus padres para quitarle la homosexualidad a su hijo.

Debería de alejarme otra vez, pero, ya no podía hacerlo al haber entablado un contacto otra vez. No podía abandonarlo con un problema del pasado que no ha tenido su merecida solución tal vez, ya era el precioso instante para enmendar los daños y dar por terminadas ciertas cosas.

Estaba cansado de llevar una vida llena de mentiras.

Estaba cansado de lidiar con Jeannette.

Estaba cansado de estar lejos de él.

No he podido sacarlo de mi corazón durante estos años. Intenté olvidarlo con Carter y las cosas se salieron de control dado que, mi relación era toxica desde hace meses atrás, por supuesto que percaté de ese detalle, y ahí estuve para no sentir ese vació en mi corazón. El asunto con Jeannette era un contrato doble, es decir Los Curie ayudarían a limpiar el nombre de la familia Ross por haberlo ensuciado de esa manera con mi noviazgo, no me arrepentía de haberlo hecho ya que, demostraba mi verdadera personalidad. Y el otro acuerdo era ayudar a Los Curie monetariamente por su deuda económica con Los Salazar.

Pronto habrá una catástrofe entre las familias participantes en el acuerdo. A mi padre no le agradará la idea ni mucho menos a mi madre, ya ansió ver su reacción cuando todo sucederá de acuerdo a mi plan.

Apagó mi coche cuando llegue a casa. Una tranquilidad se miraba en el ambiente, aún no llegaban mis padres de su viaje a Monterrey, un punto a mi favor podía darme el lujo de salir y entrar a la hora que deseará sin tener el interrogatorio de "¿A dónde vas?" Así pues, podría verme con Carter en la noche para terminarlo definitivamente, ya no podía entregarle mi corazón, no sentía nada de amor y sentía que perdía mi tiempo que pudiera emplear de otra manera.

En cuanto entre a mi casa me encontré una desagradable sorpresa para mi gusto. Se encontraba Jeannette acomodando la mesa para poder disfrutar de una pequeña merienda, está mujer no comprendía el hecho de dejarme en paz un día de mi vida, a ella le gustaba mucho que le pusiera atención y le diera cariños que no le podía dar porque iba en contra de mi naturaleza.

—Cariño mío, llegaste antes de lo esperado— dijo Jeannette sorprendida.

¿Qué pretendía hacer? Le seguiré la onda como solía hacerlo.

—Clarisa hizo el comentario que saldrías para atender un negocio— volvió a decir la chica.

Le agradezco a Clarisa por ayudarme en mi escapada con Sebastián. Ahora me tocaba seguir el invento de mi nana para no tener problemas con mi novia.

—Sí, pero me dejaron plantado en el café que acordamos— le respondí.

Jeannette bufó.

—Hiciste bien en regresar a casa— comentó Jeannette, mientras se ponía sus brazos alrededor de mi cuello.

—Lo sé, fue una pérdida de tiempo— dije.

Lentamente nuestros labios se unieron para dar un pequeño beso rápido. Nos separamos bruscamente al escuchar los tacones de Clarisa venir hacia la mesa de la cocina. Ambos hicimos una risa boba para ocultar lo que habíamos hecho. Mientras, no pasen de besos todo marchaba en este noviazgo falso.

—Encontré las servilletas que pidió, señorita Curie— dijo Clarisa, entregando un paquete mediano de servilletas.

—Gracias, Clarisa— comentó la chica con una sonrisa.

Jeannette rara vez solía venir a casa con un pastel, y puedo decirlo que se trataba de ese hecho por los platos y cubiertos puestos en la mesa. Me intriga la noticia que me dará al preparar todo esto sin decirme previamente.

—Estaré limpiando el despacho — dijo Clarisa antes de retirarse.

Mi nana nos dejó completamente solos en la cocina. En eso Jeannette suelta una risita que conocía a la perfección, y no planeo caer en otra de sus trampas para descubrir lo que le ocultaba.

—¿Qué estamos celebrando, Jeannette? — pregunté curiosamente.

Jeannette no estaba para nada sorprendida por mi pregunta.

—Oh, esto— dijo la chica fingiendo que nada ocurría—. Es un pequeño detalle por haber cumplido otro mes en nuestra relación, no me digas que lo has olvidado.




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