Jonathan
La ruptura con Carter salió como lo esperaba. Nadie guardaba ningún resentimiento, y cada quien buscaba su felicidad mutua. Eso me gustaba de mi exnovio, ahora seriamos solamente amigos, otro punto a mi favor porque era la única persona, quien me conocía en realidad.
Conducía hacia la casa de Ferrer donde estaba Sebastián. Me indignaba mucho la situación dada con su padre, aún seguía conversando sus costumbres tradicionales mexicanas, sólo deseo con mi corazón que no tenga la locura de enviarlo lejos a una terapia de reorientación; pensando siempre en mi peor miedo.
Con el reencuentro con Sebastián reviví muchas emociones que dejé de sentirlas por mi cobardía. Él hacia girar mi mundo completamente, no podía dar una descripción exacta a lo que sentía, sin embargo, tenia el plan de ser sólo amigo. Un poco cruel de mi parte después de haber sido pareja en el pasado, no podía darme el lujo de mirarlo sufrir como lo hizo.
No volvería a caer en lo mismo.
No más.
«Esto va ser duro». Apague mi coche al entrarme cercas de la casa. No tenia las palabras adecuadas para hablar después de la culpa que sentía en mi interior, si hubiera hecho algo al respecto nada pasaría y todo se mantuviera oculto como era lo planeado.
Bajo del coche y al activarle la alarma pude escuchar los ladridos de Danna. Esa mascota siempre me descubría cuando venía a visitar a César, ya que, era mi primo por así decirlo. Cuando llegue la puerta se abrió bruscamente la puerta por el mismísimo César Ferrer, quien lucia su ropa deportiva Nike.
—Danna, me aviso que llegaste— dijo César.
—Lo sé—comenté.
—Entra antes de que, mamá comienza a regañarme por tenerte afuera— comentó Ferrer.
Asentí.
Al entrar pude ver a Sebastián jugando videojuegos. Una sonrisa apareció en mi rostro, como quería abrazarlo y decirle que cumplí parte de mi promesa que le hice aquel día, lamentablemente no me recordaba y era mejor dejar las cosas así.
—¿Ibas al gimnasio? — le cuestione a César.
—Supongamos que llevo una vida saludable — comentó—, ¿Qué vamos hacer, wey?
—Pensaba en que regresará a su casa— replique.
Era lo mejor. Daniel, debe de estar hecho una furia porque Sebastián no aparece por ningún lado, y posiblemente terminara demandando por haber privación de libertad de su único hijo.
—Será lo adecuado, encontraremos la forma de ayudarlo— argumentó César.
Suspiró.
—Tenemos que fingir que solo somos amigos— afirme.
César hizo una expresión facial que conocía a la perfección. Tenias que ser, Ferrer. Siempre arruinando los planes de los demás, un día de estos le daré su merecido a este wey por meter la pata en los asuntos personales de sus amigos.
—¿Qué le dijiste? — le cuestione.
—Todo— respondió rápidamente.
Carajo. Como siempre termino metiendo la pata en mis asuntos ¿Por qué no antes me lo consulto? Nadie, debía decirle la verdad a Sebastián hasta que llegará el momento indicado para hacerlo, mientras debía de seguir viviendo una farsa creada por sus padres.
—Tratare de enmendar lo que hiciste— dije.
Me acerque a la sala de estar donde Sebastián revisaba sus redes sociales como lo solía hacer cuando estaba alejado de los demás. Cogí asiento a su lado y le dediqué una sonrisa.
—César, me comentó que hablo acerca el día del accidente— le dije a Sebastián.
Ferrer, comenzó a toser.
—¿No quieren comer algo? — cuestiono César.
—No— argumente.
—Bien. Estaré en mi habitación— dijo César, mientras cargaba una bolsa de papas y una botella de soda.
Podía escuchar el rechinido de los tenis de Ferrer, mientras subía las escaleras. Carajo, este wey como siempre con sus pendejadas. Tiene sentido el por qué se encuentra solo sin pareja por su personalidad. Por otro lado, Sebastián no lucía para nada sorprendido ya que, se adelantaron a decirle toda la verdad y ahora tenia que arreglar el asunto.
—Retomándosenos el tema, Sebastián— volví a decir—, ¿estas enojado por nuestra decisión?
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Editado: 23.05.2020